domingo, 11 de febrero de 2018

El rey no pasa frío en la Zarzuela.

 El temporal cubrió de blanco a toda España peninsular

La carretera N-630 completamente nevada en el Puerto de Pajares, con el Parador Nacional, al fondo.

Intensa nevada en la Cibeles.

La monarquía, bien resguardada en su palacio de la Zarzuela, observaba esta pasada semana las noticias ofrecidas por la prensa, la radio y la televisión. El país estaba bajo cero. España se cubría de nieve –un  total de 34 provincias estuvieron el lunes en aviso por riesgo de nevadas, lluvias y frío–, las temperaturas mínimas de hasta 10 grados bajo cero mantenían en alerta a 11 comunidades, el temporal dificultaba la circulación hasta en 270 carreteras y la Aemet advertía de que, con el aviso naranja, existía un riesgo meteorológico importante y con cierto grado de peligro para las actividades usuales. El rey, mientras tanto, observaba atento esta España helada. Pero ¿se preguntaban los españoles por el Rey? ¿Qué pensaban ellos sobre su monarca? Marc Villanueva –en el reportaje ‘La pregunta que el CIS no se atreve a hacer sobre la monarquía’, publicado en ElNaciona.cat–, escribe: “La imagen del jefe del Estado sigue cuestionada. Desde la pifia conjunta de Moncloa y Zarzuela de enviar a Felipe VI a representar a España en el foro económico de Davos sin ser cargo electo, hecho que fue calificado de “vergüenza nacional”, las sospechas sobre el papel de la Corona siguen creciendo. Rajoy tiene la solución para la mala imagen de la monarquía: no preguntar por la imagen de la monarquía. Parece un travalengüas habitual del presidente pero le está saliendo bien. El CIS es la encuesta más importante que se hace en España, y se paga con dinero de los ciudadanos. Pero el organismo es libre de preguntar lo que quiera y desde que los españoles suspendían repetidamente a Juan Carlos I y, después de la abdicación, Felipe VI seguía suspendiendo y ya no se ha vuelto a preguntar nunca más. Y eso hace 3 años”.


El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS),  un organismo autónomo dependiente del Ministerio de la Presidencia cuya función principal es contribuir al conocimiento científico de la sociedad española, recoge los datos necesarios para la investigación en ámbitos muy diversos, desde la evolución de la opinión pública a la investigación aplicada. Es conocido principalmente por la realización de encuestas que permiten avanzar en el conocimiento de la sociedad española y su evolución a lo largo del tiempo. Y todos sus datos son de dominio público. El CIS desarrolla su función de análisis y conocimiento científico de la sociedad española mediante la realización de encuestas y estudios cualitativos. Estos estudios se llevan a cabo, bien a iniciativa del propio organismo, bien a través de acuerdos con instituciones públicas o privadas sin ánimo de lucro. El CIS también fomenta, mediante convenios, la organización de cursos y seminarios –o la participación en los mismos– destinados a la formación, el análisis o la difusión de resultados de investigación, en los ámbitos propios de la Sociología y la Ciencia Política. El Centro cuenta con sus propios programas de formación y de fomento de la investigación, así como con un departamento de publicaciones que es parte fundamental del trabajo de difusión de la investigación en las ciencias sociales en España.


El Barómetro del CIS es quizás el estudio demoscópico más completo de cuantos se hacen de manera periódica en España. Tiene ya muchas décadas de vida y es mensual. Se basa en unas 2.500 encuestas en las que se les pregunta a los entrevistados sobre muchos aspectos de la vida y del debate público, desde la situación económica y política del país y los principales problemas a que se enfrenta hasta la valoración del Gobierno y de la oposición, pasando por el posicionamiento ideológico de cada entrevistado, si tiene empleo y miedo a perderlo o si se siente feliz… Cuatro veces al año, en las encuestas de enero, abril, julio y octubre, que se publican a comienzos del mes siguiente, el Barómetro pregunta además a sus entrevistados a qué partido votaría si hubiera elecciones. Y, de vez en cuando, con un criterio que el CIS nunca aclara, pregunta también sobre el grado de confianza que los ciudadanos tienen en las principales instituciones del Estado, entre ellas la Monarquía. Sin embargo, en los últimos Barómetros llevados a cabo por el CIS no se preguntaba por la Monarquía.

El repudio al Rey Juan Carlos llegó a las redes sociales.

El CIS lleva ya 33 meses consecutivos sin preguntar por el rey. Nos lo recordaba   Arsenio Escolar, en un reportaje sobre este tema publicado en Eldiario.com del lunes pasado. “La penúltima vez que el Barómetro preguntaba, en abril de 2014 y con Juan Carlos I aún en el trono, la institución real sacó un suspenso clamoroso: una nota de 3,73, en una escala del 0 al 10. La calificación era la segunda peor de toda la historia demoscópica de Don Juan Carlos en el organismo sociológico oficial, tras la anterior, en abril de 2013, en la que sacó un 3,68. No hubo una relación directa entre esas dos pésimas notas seguidas y la abdicación del monarca, que se produjo pocas semanas después de conocerse la segunda de ellas. Pero ambas cosas –las malas notas y la renuncia al trono de Don Juan Carlos– eran consecuencia de los graves problemas de reputación que el rey experimentó en sus últimos años en el trono por sucesivos escándalos en que se vio envuelto. Entre ellos, el caso Nóos –con su yerno, Iñaki Urdangarín, implicado, y la infanta Cristina salpicada–, las sospechas de otras corruptelas económicas en su entorno o la cacería de elefantes en 2012, en Botsuana, tras la que, al romperse el rey la cadera y tener que ser traído a España de urgencia, se destapó para el común de los ciudadanos que el jefe del Estado llevaba una vida en ocasiones poco ejemplar. Había acudido a un carísimo viaje casi clandestino en uno de los momentos más duros de la crisis económica, invitado por empresarios de dudosa reputación y con objetivos poco claros, y en compañía de una aristócrata alemana, Corinna Larsen, con la que el monarca mantenía una relación estable”. 

      El Rey, Felipe VI, felicita a su hija, la infanta Leonor, y le concede la Medalla Toisón de Oro a la Princesa Leonor.

Los españoles se enteraron de que los reyes, Juan Carlos y Sofía, vivían prácticamente separados. Todo esto no lo supimos por el CIS, que ya lleva 33 meses consecutivos sin informarnos sobre este tema, sino por los periódicos. En abril de 2015, un año después de la última mala nota del CIS a Juan Carlos I, y con Felipe VI ya en el trono, el organismo público de investigación sociológica incluyó de nuevo en su Barómetro la pregunta de confianza de los ciudadanos en las instituciones. La nota de la Monarquía mejoró bastante, pero no llegó al aprobado. Obtuvo un 4,34. Fue la última vez que se preguntaba por este tema. ¿Ha seguido subiendo, se ha mantenido  ha descendido la confianza de los españoles en la Monarquía durante estos ya casi cuatro años de reinado de Felipe VI? ¿Cómo han impactado en la valoración y la confianza que los ciudadanos depositan en la institución que el rey representa asuntos tan diversos como la mayor transparencia en las cuentas económicas de la Casa del Rey, la sentencia del caso Urdangarin, el desempeño del monarca en la legislatura fallida tras las elecciones de diciembre de 2015, su papel en el conflicto catalán, especialmente con su discurso del 3 de octubre pasado, o la reciente concesión del Toisón de Oro a la Princesa Leonor? Se ignora, al menos por encuestas oficiales.

Arsenio Escolar.

“¿El CIS sólo pregunta de tarde en tarde por el rey o pregunta mucho más a menudo, pero no siempre hace públicos los resultados? –se preguntaba Arsenio Escolar–. Buenos conocedores del centro demoscópico aseguran que, desde una reforma normativa de principios de los años noventa, se hacen públicas todas las encuestas que se realizan, y en su integridad. ¿Y quién decide que, en una encuesta concreta, hay que meter la pregunta sobre la Monarquía? ¿Los técnicos? ¿El presidente del CIS? ¿El Ministerio de Presidencia y la Vicepresidencia del Gobierno, que es de donde depende el CIS? ¿El presidente del Ejecutivo? Algunos testimonios apuntan que muchas veces es en la propia casa, en el CIS, donde ‘se autocensuran para no meterse en líos’ y que otras veces es más arriba en el escalafón de mando, ‘en Moncloa’, donde se desaconsejan o se vetan algunas encuestas y algunas preguntas. En el organigrama oficial, el CIS es una dirección general del Ministerio de Presidencia, y el presidente del organismo sociológico tiene que comunicar todas sus encuestas y los cuestionarios correspondientes a sus superiores en el Ministerio. ‘El rey –comenta un buen conocedor de los vericuetos internos de las encuestas oficiales– es un tema incómodo para todos los gobiernos’. En efecto. Desde el franquismo más temprano hasta ahora, el organismo público de opinión pública investiga muy de tarde en tarde y con mucha cautela sobre el modelo de Estado. Al principio, cuando preguntaba, no siempre daba a conocer los resultados. Hace ya más de seis décadas, el 4 de enero de 1956, el diario estadounidense, The New York Times, publicaba en la primera página de su edición internacional una información de su corresponsal en España en la que se reseñaba una encuesta oficial hecha ‘por el Instituto de Opinión Pública [el antecedente del CIS] del Ministerio de Información’ entre los universitarios de una docena de facultades de la Universidad de Madrid en la que se mostraban unas durísimas críticas al régimen franquista. El 82% de los encuestados, decía la información, ‘declara sin reservas que no confía’ en las autoridades políticas, y el 60% de estos estudiantes muy críticos ‘están divididos a partes iguales entre monárquicos y republicanos’. Los resultados de la encuesta, añadía el corresponsal del diario estadounidense en la misma información, no se habían hecho públicos en España y habían sido solo ‘distribuidos en círculos oficiales y diplomáticos’.



  Sólo el 20,8%, según una encuesta de la Fundación Foessa, en 1970,  quería una monarquía “después de Franco”.

Escolar nos recuerda que algunas encuestas privadas tampoco eran divulgadas durante el franquismo. “En 1970, un año después de que Juan Carlos fuera designado por Franco como su sucesor a título de rey, la Fundación Foessa realizó una encuesta en la que, entre otros muchos temas, se preguntó sobre el sistema preferido por los españoles para ‘después de Franco’. Solo el 20,8% de los encuestados apostaba por una monarquía. El 29,8%, por un sistema como ‘el actual’, es decir por la continuidad del franquismo. Y el 49,4%, por una república. El Informe sociológico sobre la situación social en España, 1970, al que estaba destinado la encuesta, no recogió todos esos datos, que se hicieron públicos mucho tiempo después. Unos años más tarde, en 1977, ya con el rey Juan Carlos en la Jefatura del Estado y el Gobierno de Adolfo Suárez elaborando la Ley de la Reforma Política que abriría el periodo democrático, las preferencias de los españoles sobre el sistema de Estado parece que no habían cambiado mucho. Lo confesaba a la periodista Victoria Prego, en una entrevista conocida hace apenas dos años pero hecha en 1995, el propio Suárez, en aquel momento ya expresidente: ‘Cuando la mayor parte de los jefes de Gobierno extranjeros me pedían un referéndum sobre monarquía o república… hacíamos encuestas y perdíamos’. La solución que se adoptó fue, en palabras de Suárez, introducir ‘la palabra rey y la palabra monarquía’ en la ley. De ese modo ‘dije que había sido sometido a referéndum’, añadía el expresidente en la entrevista. La aceptación de la sociedad española de la monarquía y la alta valoración del rey llegó unos años más tarde. El CIS preguntó expresamente por primera vez en noviembre de 1994, pero no en un Barómetro sino en una encuesta titulada ‘Constitución e instituciones’. La monarquía obtenía una buena nota, 6,54, muy por encima del Gobierno (4,20), el Parlamento (4,48), el Defensor del Pueblo (5,28) o el Consejo General del Poder Judicial (4,23)”.
       El hijo del Rey Juan Carlos, Felipe VI, es una persona 'más introvertida' que el padre.

En el Barómetro de diciembre de 1995, en una pregunta sobre la contribución de diferentes instituciones, sectores y personas al éxito de la transición, “el Rey” (así lo mencionaba en esa ocasión el CIS en su cuestionario), lograba una nota de 8,30, en una escala del 0 al 10. En ese mismo Barómetro, en la pregunta sobre confianza, “la Monarquía” alcanzaba también su nota récord: 7,48. Tres años después, en una nueva encuesta sobre Constitución e Instituciones, los encuestados consideraban que el rey había contribuido mucho (el 34,2%) o “bastante” (el 46,7%) a la estabilidad de la democracia. En esa misma encuesta, se preguntaba por el entonces Príncipe Felipe. El 23,8% de los encuestados tenían “muy buena” opinión de él; y el 55,1%, “buena”. Ya en el siglo XXI, primero llegó un lento declive de la confianza de los españoles en el rey Juan Carlos, y, en la actual década, el desplome: 5,54 de nota en noviembre de 2008; 5,36, en noviembre de 2010; 4,89 –el primer suspenso– en octubre de 2011 y los ya antes mencionados 3,68, en abril de 2013, y 3,73, en abril de 2014. Pese a las sucesivas caídas, el CIS preguntó cuatro veces por la Monarquía en los últimos cinco años de reinado de Juan Carlos I. En los casi primeros cuatro años de Felipe VI, solo lo ha hecho una vez. ‘Se trata de un tema incómodo en las encuestas para todos los gobiernos... –insiste el experto antes citado–  por si no sale como se espera’. 

      El Rey Juan Carlos y Jordi Évole.

El Rey Juan Carlos colgó el teléfono a Jordi Évole durante la grabación del programa Salvados con los periodistas José María García y José Ramón de la Morena, que se emite hoy, domingo. Según adelantaba el propio Évole en “Al rojo vivo”, el pasado jueves, los productores de Salvados habían acordado con el Rey Emérito una llamada sorpresa para José María García, cuya conexión fue posible. “García –desveló Évole– había reconocido que si él hubiese tenido la información de Botsuana la hubiese dado. Cuando tuve al Rey y a García le dije al Rey: 'Oiga, ustedes aquí dan una imagen de buen rollo pero que sepa que García, si hubiese tenido la exclusiva de Botsuana, la hubiese dado. ¿Cómo le hubiese sentado a usted?'. No sé cómo le hubiese sentado. Lo que sí sé es que mi pregunta le sentó como una patada donde más duele y te avanzo que el Rey nos acabó colgando el teléfono”, narró Évole.


Arturo del Villar publicó en LQS el artículo titulado “Los millones secretos del emérito”, en el que hablaba de Juan Carlos de Borbón como uno de los mayores ricachones de España. “Ya en el año 2000, la revista británica Eurobusiness, le adjudicaba una fortuna personal de 1.681 millones, cifra algo aumentada por la revista Forbes en su lista de 2003, que lo ascendía a 1.800 millones. Contribuyeron eficazmente a consolidar ese fortunón tres amigotes financieros del monarca: Manuel de Prado y Colón de Carvajal, Mario Conde y Javier de la Rosa. Casualmente los tres acabaron en la cárcel por su reprensible actividad financiera, sin que fuera salpicado el rey en ninguno de los tres casos. Debe tenerse en cuenta que el monarca es irresponsable de sus actos, según el artículo 64:2 de su Constitución. Nadie puede acusarle de la comisión de nada ilegal, por su bien. El 28 de septiembre de 2012, The New York Times publicó un reportaje titulado Chastened King Seeks Redemption, for Spain and His Monarchy, basado en un conversación mantenida por los miembros del Consejo Editorial con Juan Carlos, cuando visitó sus instalaciones el día 24 anterior. Un airado rey católico solicitó esa entrevista, para protestar por la portada de ese día: un reportaje titulado Spain Recoils as its Hungry Forage Trash Bins for a Next Mea, ilustrado con unas tremendas fotografías de pobres hambrientos, rebuscando comida en los cubos de la basura en Madrid. Aunque estas escenas las presenciábamos todas las noches en las puertas de los supermercados, el rey se sintió ofendido por el hecho de verlas publicadas, y tal vez por considerarse culpable de haber llevado a sus vasallos a esa terrible miseria por culpa de su continuada inoperancia campechana. De modo que acudió a la redacción de The New York Times en carne mortal para expresar su más enérgica protesta. Pero las fotografías no eran demagógicas, sino tan reales como su mismísima real persona”.

      Los periodistas Doren Carvajal y Raphel Minder, de The New York Times, calcularon la fortuna del rey Emérito de España en 1.800 millones de euros.

“Quizá entonces –continúa  Arturo del Villar comentando– intentó convencer a sus oyentes de que el reino era rico y aireó su fortuna personal, como una demostración de la buena situación de la economía española, que marchaba viento en popa y no había más que verle a él para comprobarlo. Lo cierto es que el 28 de setiembre el prestigioso diario dio a conocer el citado artículo, sobre el escarmiento del rey en busca de la redención, lo que demostraba que los redactores ignoran la historia de los borbones, quienes jamás han escarmentado de sus hechos, por censurables que fueran. A lo más que llegó Juan Carlos, después de la cacería esperpéntica de Botsuana, fue a decir que no volvería a suceder, cosa muy segura porque la barragana que le acompañaba en la aventura se alejó de él diciendo que era un viejo que no servía para nada, y porque de resultas de esa nueva intervención quirúrgica quedó hecho una lástima cojitranca. Fue entonces cuando The New York Times calculó la fortuna personal del rey Juan Carlos en 1.800 millones de euros. Además, se preguntaba cómo había podido amasarla, aunque hubiese ahorrado hasta el último euro de su asignación en los Presupuestos Generales del Estado, habida cuenta de que tiene cubiertas todas sus necesidades de alojamiento, comida, trajes, vehículos, yates, desplazamientos, y hasta las barraganas, porque se las ha pagado el Gobierno de turno con cargo a los fondos reservados. La respuesta es secreto de Estado, pero se rumorea que actuó como comisionista en todas las operaciones del reino de España en el exterior, como en la venta de armas o en la compra de petróleo, y hasta en la compraventa de unos laboratorios en su día prestigiosos. Cualquiera sabe la verdad, oculta en las cloacas del reino. Pero lo cierto es que posee un fortunón, y que el diario El Mundo, popularmente conocido por El Inmundo, no debiera ser tan servilón, y colocarle en el listado en lugar preferente. Más que nada para que sirva de ejemplo a sus vasallos, como demostración de que el ahorrador puede llegar a ricachón en este reino. Su hija Cristina, la lista, y su yerno, Urdangarin, el listín, le imitaron, y ahí están, viviendo como unos borbones. Los que dicen que, en el reino, hay miseria y pobres, son unos conspiradores deseosos de alterar la paz de que disfrutamos, desde que, en 1939, los militares monárquicos ganaron la guerra iniciada por ellos mismos. Es que algunos no se resignan a perder”.

       La mejoría de la imagen real ¿es mérito de este rey o es simplemente por la ausencia del otro?

El hijo de Juan Carlos I asumió el trono cuando la monarquía estaba en sus niveles más bajos de popularidad de las últimas décadas. Y lo hizo de una forma sobrevenida, después de que su padre se convirtiera en el séptimo monarca español en abdicar el trono. En ese contexto, la llegada de Felipe VI fue vista como una medida para tratar de dotar a la jefatura del Estado español de un aire fresco, un intento de borrón y cuenta nueva para una institución en crisis. La imagen de la monarquía cayó en picado desde 2011, dañada por la acumulación de escándalos, desde la rotura de cadera del rey Juan Carlos I durante una cacería de elefantes en Botswana –y su posterior pedida de disculpas– a la implicación de su hija, la infanta Cristina, y de su yerno, Iñaki Urgangarín, en un caso de corrupción que los llevó a sentarse en el banquillo de los acusados. En la actualidad se sitúa en unos seis puntos, una nota aún distante de los 7,5 que llegó a tener a principios de los 90, cuando la monarquía era una de las instituciones mejor valoradas del país. Pablo Esparza, en especial para BBC Mundo, se pregunta si la mejoría de la imagen real es mérito de este rey o es simplemente por la ausencia del otro. “Juan Carlos I era ya impresentable. Solo su renuncia fue un fenómeno positivo que benefició a la monarquía. Pero no sé si esta mejora de la imagen responde a los méritos de Felipe VI”, sugiere Javier del Rey, profesor de periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y experto en comunicación política. Durante años, antes del deterioro de su imagen en sus últimos años de reinado, adjetivos como “campechano”, “cercano” o “espontáneo” llegaron a convertirse en epítetos del rey Juan Carlos I en muchos comentarios sobre la forma de actuar del monarca. En el escaso tiempo en que Felipe VI lleva ocupando el trono, su personalidad pública tomó un camino marcadamente diferente a la de su padre.
Pero el rey sigue desnudo.

“Felipe VI es una persona más introvertida, más seria, más trabajadora, más de despacho. Y, dentro de la Casa Real, ha dispuesto una mayor austeridad y una mayor discreción”, comenta Antonio Torres del Moral, considerado uno de los constitucionalistas más prestigiosos del país. “Ha impuesto un tratamiento sin desbordamientos de simpatías ni relaciones personales con otros dirigentes políticos. Se comporta muy discretamente, como un rey profesional”, agrega a BBC Mundo el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. De acuerdo con este experto en la monarquía española, el repliegue de la imagen del rey se debe en parte a una reacción frente a los escándalos protagonizados por su antecesor. “En ese sentido –apunta–, durante la peor crisis económica en décadas, la opinión pública valoró un modo de actuar ‘más conservador en las formas’. Es un rey distante, frío, que podría ser muy buen rey de Noruega, Gran Bretaña, Suecia, pero difícilmente un rey de España”. “Es un rey que lo único que tiene es la legitimidad de origen pero el resto se lo tiene que ganar”, apunta Javier del Rey. “Al personaje le falta proximidad y humanidad. Todos tenemos la idea de que es un hombre de una gran formación y que se sabe al dedillo los temas. Pero eso son categorías políticas. Yo hablo de categorías humanas y es ahí donde creo que 'el rey está desnudo', por utilizar una vieja metáfora literaria”. Sin embargo, no todos consideran que los cambios introducidos por Felipe VI sean sustanciales, ni que la monarquía española haya recuperado el terreno perdido en los últimos años. “Creo que ha cambiado en apariencia”, asegura Fernando Ramos, profesor de periodismo de la Universidad de Vigo. “La crisis que desencadenaron las andanzas de Juan Carlos I no fue meramente coyuntural, como se creía, sino una crisis estructural. Hay, cada vez más, una generación de españoles que quisieran, y esto no se hizo cuando se pudo, un referendo. Quizá lo ganaría la monarquía, pero no se sabe. Y eso es algo que está pendiente”. “En España –apunta Torres del Moral–, monárquicos no hay o hay pocos. Había juancarlistas, lo cual implica una adhesión a la persona. La abdicación de Juan Carlos I y la llegada de Felipe VI dejaron a muchos de esos juancarlistas –que no eran necesariamente monárquicos– sin su referente en el trono. Estamos ante un rey sin mito. Juan Carlos tenía uno: el del 23F. Al margen de lo que diga la Historia, nos lo han vendido durante 40 años como el defensor y el salvador de la democracia”, afirma Del Rey. “Me da la impresión de que Felipe VI es un rey sin relato. Y creo que necesita uno”, indica. “Con solo tres años en el trono de España  –frente a los 38 que permaneció su padre– queda por ver si el monarca logrará ese objetivo”.


      Anna Gabriel, en un acto de la izquierda independentista.

La semana pasada, varios medios se hicieron eco de la noticia lanzada por ABC, que situaba a la exdiputada, Anna Gabriel,  en Caracas. Se dijo que la dirigente de la CUP se había marchado a Venezuela y que peligraba su comparecencia judicial en la que debía dar cuenta de su papel en el procés independentista. Según publicaba Salvador Sostres, “Gabriel está en Venezuela para participar en la campaña de Nicolás Maduro y ‘no sabe si volverá’. Supuestamente, se había ido para imitar lo que hicieron Carles Puigdemont y varios exconsellers, que huyeron a Bélgica por el riesgo de acabar en prisión preventiva”. Añadía que la política soberanista “apoyaba a Nicolás Maduro en su campaña electoral y se estaba planteando no volver a España y quedarse en Caracas exiliada para evitar la cárcel. De momento, le había pedido al juez Llarena aplazar su declaración hasta el día 21, y éste se lo había concedido, para ganar tiempo mientras acaba de pensárselo. Su compañera de partido, Mireia Boya, también está considerando la posibilidad de fugarse”. Otros diarios, como el digital 'El Huffington Post' o Eldiario.es, en su versión española, se hacían eco y contaban: “La ex diputada de la CUP Anna Gabriel, quien, tal y como informa Catalunya Press, se encuentra en Venezuela apoyando a Nicolás Maduro en su campaña electoral, se está planteando quedarse ‘exiliada’ en Caracas ante la posibilidad de entrar en prisión”. Otros medios como El Español o Crónica Global, apuntaban que “Gabriel estaba pensando en quedarse en Venezuela, donde se hallaría en estos momentos, para evitar la acción de la justicia”. Pero fuentes del entorno de la diputada de la izquierda independentista aseguraron que Gabriel, en estos momentos, ni siquiera estaba en Venezuela. Mas tarde, el diario de Ignacio Escolar replicaba: “No damos credibilidad al ABC ni a Salvador Sostres [el autor de la información] y nos mantenemos en lo que hemos dicho hasta ahora: la estrategia de defensa está acabando de trabajar y se hará pública cuando así lo consideren los abogados, según fuentes del entorno de la candidatura de la CUP. Tanto Anna Gabriel como su compañera de formación, Mireia Boya, están llamadas a declarar en el Tribunal Supremo ante el juez Llarena, después de que sus nombres fueran incluidos por la Guardia Civil como miembros de un supuesto ‘comité estratégico’ del independentismo. En concreto, Gabriel está citada para declarar ante el magistrado del Tribunal Supremo el próximo 21 de febrero. La CUP mantiene la incógnita sobre si lo harán o preferirán no presentarse como otros miembros de la izquierda independentista han hecho en otras ocasiones”. El entorno de la exportavoz de la CUP rechazó por el momento aclarar si la exdiputada autonómica, citada ante el Tribunal Supremo en calidad de investigada en la causa del procés, se encontraba o no en España y si tenía intención de acudir a la comparecencia ante el magistrado Pablo Llarena. Fuentes del entorno de la 'cupaire'  rechazaron las informaciones publicadas por algunos medios de comunicación.

Las fotomontajes de la semana:
   Las Marianinas.









     Rajoy publicó esa foto en su cuenta de Twitter en la que se le ve haciéndose un selfi con la nieve en el palacio de la Moncloa. Rajoy,  en la guerra de las galaxias

 Quieta shí, Shoraya...

   Rajoy se hace un sellfi con Puigdemont.

   Rajoy, en la Luna, con Puigdemont.


 Detrás de Rajoy, Rivera, desnudo en la nieve.

   El Santísimo de la Gran Corrupción de la Hermandad de los Sobres.

 “Señor al que nadie ha votado triunfa en Carnaval con su disfraz de demócrata. Felipe VI se proclama rey de los carnavales”. (De El Jueves)




El humor en la prensa de esta semana pasada: El Roto, Forges, Peridis, Manel F, (Cuestión de prestigio y una estrategia), Vergara (Matizando) Ferrán, Ramón, J. R. Mora, Pat, Atxe, Urdaneta…












 Cuestión de prestigio. 

 Una estrategia.
 Matizando.



 Ramón.  Los elefantes y su buena memoria

 Revolución.
  Condenado a 480 euros de multa por publicar un fotomontaje de un cristo de Jaén. con su cara.

 La misma solución que daría un chimpancé... o un perchero.
 La lucha por el espacio de la (ultra) derecha

 Justicia mediterránea.


Pep Roig, desde Mallorca: Popolítica española, Propiedad particular, La sucia política, Quién podía pensar que en invierno iba a nevar, El plan de pensiones privado de Rajoy, “La calle es mía”, decía Fraga y No digas, no pienses, no hagas...








Entre los vídeos que hacen referencia al tema de esta semana: ¿Está en peligro el futuro de la monarquía española? Cara a cara: ¿Monarquía o República? El debate entre monarquía y república en España Polònia | 465 | 01/02/2018 COMPARSA Los mafiosos | FINAL | COAC 2018 COMPARSA El perro andalú | FINAL | COAC 2018

No hay comentarios: