martes, 27 de agosto de 2019

Del “Ocean Viking”, de Médicos sin Fronteras, desembarcaron 356 rescatados en Malta.


El Ocean Viking.


Seis países de la Unión Europea acordaron el pasado viernes acoger a las 356 personas migrantes que permanecieron durante dos semanas en el mar a bordo del buque de rescate Ocean Viking. La mayoría de ellos, africanos procedentes de Sudán, serán reubicados en Francia, Alemania, Rumanía, Luxemburgo, Portugal e Irlanda, tras su trasladado a La Valeta, en Malta, en botes del Ejército. El trabajado del Ocean Viking, liderado por “Médicos Sin Fronteras” y la oenegé francesa “SOS Méditerranée”, puso de manifiesto las carencias y los fallos de Europa a la hora de ser coherente con las políticas de migración y los derechos humanos. Un centenar de menores no acompañados, incluidos tres niños de menos de cinco años, viajaba en la embarcación.

El Ocean Viking realizó cuatro rescates sucesivos entre los pasados 9 y 12 de agosto, y, desde entonces, esperaba a una distancia equidistante de Italia y Malta a que algún país europeo le autorizara un puerto en el que poder desembarcar a estas personas. Jay Berger, coordinador del proyecto, declara: “Hemos tratado a heridos de guerra que estaban atrapados en la primera línea del conflicto en Trípoli y hemos visto las cicatrices de quienes vivieron los ataques aéreos del centro de detención de Tayura. Hemos hablado con supervivientes de naufragios e intercepciones. Hemos escuchado historias de palizas brutales, descargas eléctricas, torturas (incluso empleando plástico derretido), y violencia sexual. Ni los menores están exentos de estos horrores. Los Estados europeos deben analizar detenidamente su implicación en las situaciones en que quedan atrapadas estas personas. Es triste que tengamos que repetir el mismo mensaje a los líderes europeos una y otra vez sin asistir a cambio alguno. Tras cientos de muertes en el mar e innumerables historias de sufrimiento, es hora de que los líderes europeos reconozcan este desastre humanitario por lo que es y den, finalmente, un paso adelante estableciendo soluciones humanas, comenzando con la creación de un mecanismo que permita el desembarco rápido”.

Stefanie, líder del equipo médico, en la clínica de la nave de SOS Mediterranée, explica cómo los rescatados se alejaban inmersos en sus pensamientos, mirando al vacío, con aquella mirada abatida y típica de víctimas que han pasado por experiencias traumáticas. A sus 16 años, Hassan intentó embarcarse dos veces para cruzar el Mediterráneo. En las dos, fue interceptado por los agentes libios que patrullan el mar con apoyo financiero y técnico de la UE. La primera vez, logró escapar. La segunda, fue encerrado en el centro de detención de Tajura, las instalaciones que a principio de julio sufrieron un ataque aéreo que se cobró la vida de más de 50 personas, según ha relatado el adolescente a MSF.  “Mucha gente murió en el bombardeo. Logré escapar con un grupo de personas. Puedes ver las cicatrices de las heridas en los pies. Corrí descalzo por las llamas del centro destruido”, relata. Otro joven, Abdel, cuenta que logró escapar del centro de Tajura un día antes del bombardeo. Sin embargo, sus amigos y sus hermanos murieron, según su testimonio. Llevaba un año y ocho meses en el país vecino.