Más de 75 Premios Nobel denuncian el nombramiento de Robert F. Kennedy Jr. como secretario de Sanidad de Estados Unidos
El nombramiento de Robert
F. Kennedy Jr. como secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos no
solo ha encendido alarmas, sino que ha unido a 77 Premios Nobel en un rechazo
contundente. Más que un gesto simbólico, la carta es un grito de alarma contra
el avance de la ignorancia en las más altas esferas del poder. “Plantear a
Kennedy como líder del HHS es un ataque directo a la ciencia, a la salud y al
progreso colectivo,” argumenta Richard Roberts, galardonado con el Premio Nobel
en 1993. Roberts, junto a otras y otros laureados, redactó dicha carta dirigida
al Senado estadounidense, advirtiendo sobre las graves implicaciones de este
nombramiento. Entre los firmantes se encuentran los recientes ganadores del
Nobel en Fisiología y Medicina, Victor Ambros y Gary Ruvkun, así como
economistas como Daron Acemoglu.
El problema central no es
únicamente la falta de credenciales de Kennedy en medicina o administración,
sino su historial como promotor de teorías conspirativas. Kennedy ha difundido
falsedades que vinculan las vacunas con el autismo, ha cuestionado la evidencia
científica sobre el VIH y el SIDA y, más recientemente, ha propagado la absurda
idea de que el coronavirus se diseñó para discriminar entre etnias. “Sus
declaraciones son una bomba de relojería para la salud pública,” señala.
La carta no solo critica
a Kennedy, sino que subraya la creciente politización de la ciencia bajo
administraciones como la de Donald Trump. “La ciencia es un motor económico y
social que depende del apoyo institucional,” afirmó Harold Varmus, Nobel de
Medicina en 1989. La falta de respaldo científico en cargos clave compromete el
liderazgo global de Estados Unidos en salud y biotecnología.
Desde hace años, figuras
políticas han atacado directamente la ciencia, desde la negación del cambio
climático hasta los intentos de desacreditar las vacunas. La llegada de Kennedy
al HHS consolidaría este patrón. Como señalaba Varmus, no es posible ignorar
las consecuencias políticas para la ciencia: “Borrar la frontera entre política
y ciencia no solo es ingenuo, sino peligroso.”
En un contexto donde las
pandemias, la crisis climática y las enfermedades crónicas demandan respuestas
basadas en evidencia, la nominación de Kennedy es un retroceso monumental. La
carta destaca cómo la desinformación promovida por líderes de alto perfil puede
tener efectos devastadores, citando ejemplos históricos recientes. Desde la
caída en las tasas de vacunación hasta el resurgimiento de enfermedades
erradicadas, las consecuencias son claras: “Un liderazgo irresponsable cuesta
vidas.”
Con un presupuesto
federal significativo destinado a la investigación en salud, el HHS juega un
papel esencial en la competitividad de Estados Unidos. Los Premios Nobel
advierten que cualquier interrupción en estas políticas podría debilitar
gravemente el sector biotecnológico y perjudicar a millones de personas
dependientes de programas de salud pública.
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