martes, 28 de octubre de 2025

La tumba del 'fake' Juan III en El Escorial.

 

En este artículo de Nieves Concostrina aparecido en Público,  quienes afirman que este país es de tradición monárquica harían bien en echar una ojeada a la historia para comprobar que tenemos una monarquía que aparece y desaparece más veces que el Guadiana, y eso no es, ni mucho menos, señal de estabilidad ni de tradición. “Basta fijarse en que hace 140 años que este país no entierra a un rey que haya muerto reinando. El último fue Alfonso XII, y eso fue en 1885. Juan Carlos I debería ser el siguiente en morir por ley natural, y, de no haberla cagado tan estrepitosamente, disfrutaría cuando le tocara de un grandioso funeral de Estado con la presencia de primeras figuras de casas reales, presidentes de repúblicas, primeros ministros, horas de televisión, periodistas a la carrera, revistas del cuché con tiradas especiales… y luego vendría una vistosa proclamación de Felipe, que, entre el duelo y el jolgorio, juraría esa Constitución que se la refanfinfla porque no le afecta.

“También es cierto que, de haber seguido todo su curso normal, sería muy morboso, teniendo como tenemos ya suficientes datos, ver a Felipe y a la ciudadana Ortiz despreciándose desde el disimulo durante su proclamación, tal y como ocurrió durante la del discípulo de Franco en el 75. Sofía tuvo que agacharse para entrar por la puerta del Congreso, pero ella disimulaba a la perfección el desprecio hacia su marido porque, ya lo dijo Juan Carlos, es una profesional con pedigrí. Pero no ha sido posible, y, a no ser que nos la cuele Pedro Sánchez en caso de que el óbito llegue en breve, Juan Carlos se ha quedado sin funeral ostentoso como yo me quedé sin abuela. A Juan Carlos le pone enfermo hablar de su muerte. Esto se sabe desde siempre, porque cada vez que alguien intentaba tratar el tema con él, el entonces rey le montaba un pollo o lo echaba del despacho con cajas destempladas. Hay suficientes testimonios publicados de esas fuentes bien informadas de la Zarzuela, de colegas del delincuente y de Patrimonio Nacional que corroboran la negativa de Juan Carlos a tratar el asunto de su enterramiento.

“El exrey se cree, no inmortal, sino ‘nmorible’… y mientras él vivía y (vive) la vida alegre y divertida, ahí estaban los serviles funcionarios de Patrimonio Nacional más cercanos a su corrupta majestad preocupados porque el Panteón del Escorial está completo y ahí no caben ya ni Juan Carlos ni Sofía. Ni falta que hace, dice ella, que no tiene intención de acabar ahí porque le parece un lugar infame, lúgubre, feo… Dan ganas de no morirse solo con pensar que tienen que enterrarte allí, pero pudriéndote durante 30 años en una sala contigua antes de que te pasen a la cripta propiamente dicha del Panteón Real. Qué asco…

“Hasta donde se sabe, porque dado el desprestigio de la monarquía y de los propios ocupantes de la Zarzuela intentan generar las menos noticias posibles, Juan de Borbón y su mujer, Mercedes de Orleáns, continúan en el pudridero. Sus sarcófagos están ya preparados y colocados justo encima de la puerta que da acceso a la cripta. Ninguno de los dos tiene derecho a esos enterramientos, porque ninguno cumple con la norma de que en esa cripta se entierren solo reyes titulares y reinas consortes que hayan sido madres de reyes. Y no, la condesa de Barcelona no fue madre de rey legítimo. A Juan Carlos lo puso Franco por designación directa, saltándose el orden de sucesión y sin que el ya exrey haya ostentado jamás el título de Príncipe de Asturias. Solo fue infante de España y principito de Franco. A partir de él, la línea dinástica se jodió: ni Felipe procede de la legitimidad, ni mucho menos la ciudadana Leonor merece el cargo. Esto, lo reconozco, es una queja absurda, porque los borbones se hacen trampas al solitario y no hay ley que se les ponga por delante. Ni siquiera las suyas, las dinásticas.

“Y si la señora condesa no merece su espacio en la cripta, ni les cuento su esposo, que este ya ni tocó trono. Pese a todo, y allá va una escandalosa prueba más de lo tramposos que son en Patrimonio Nacional (muchos sufren ya de una calcificación en las cervicales de tanto inclinarse), en el sarcófago que espera los huesos mondos y lirondos de Juan de Borbón ya está inscrito su nombre. Juan III han tenido el morro de grabar. El rey que nunca existió. Es un insulto a la historia en general, a la de la monarquía en particular y, sobre todo, a la ciudadanía. Es por cosas como estas por las que se les puede llamar a Juan Carlos y a Felipe, con todas las letras, embusteros.

(...)

“Algún medio llegó a publicar en 2015 que Felipe estaba a punto de aprobar el proyecto… pero poco después todo quedó silenciado y las noticias sobre el panteón gemelo con sus 26 sarcófagos preparados para enterrar más fauna borbona se perdió en la oscuridad de las hemerotecas. No está el horno para bollos, debieron advertirle a Felipe, que, para evitar despertarnos a la bestia, ni siquiera se ha atrevido a ordenar el traslado de los huesos mondos y lirondos de sus abuelitos, el rey fake Juan III y la Regina fake Mercedes, desde el pudridero a la cripta real. Y les aseguro que están más que podridos. No tanto como Juan Carlos, pero casi casi”…

No hay comentarios: