jueves, 29 de octubre de 2009

Un elogioso despido.

El mismo día de su desaparición, todos los políticos, tanto del PP, como del PSOE y del PC, coincidieron en destacar sus bondades así como su labor durante la Transición. Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, le calificó de “gran patriota” y coincidió con el presidente del Congreso, José Bono, quien agregó que “no tenía más amor superior que el amor a España”. Alberto Ruiz-Gallardón dijo que era un hombre “profundamente leal a la Corona y a España”. El alcalde de Madrid recordó que tenía un nombre propio en la transición, junto con Adolfo Suárez y Felipe Gonzáles, con los que los españoles estaban “en deuda de gratitud”. Santiago Carrillo habló de su sagacidad y prudencia y le calificó de “hombre sabio, bueno y valiente que hecho mucho por defender la democracia y la libertad”. Y adviertió que no siempre fue feliz en su trabajo, “pero que siempre cumplió impecablemente sus funciones”. Peces Barba elogió su “carácter cordial, integrador y tolerante. Y Spottorno, número 2 de la Casa Real, valoró su “excelencia, inteligencia, prudencia y buen hacer” en su “dilatada y muy intensa” vida. Todos los que le despidieron en el tanatorio de La Paz de Alcobendas, incluido el Rey y las infantas, recordaron exclusivamente los aspectos positivos de su vida. Algo que suele ocurrir cuando se habla de un desaparecido.

Otros, que no pudieron desplazarse para homenajearle, enviaron telegramas a su familia desde sus lugares de trabajo con no menos adjetivos halagueños. Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno, destacó su “inteligencia y prudencia”. Mariano Rajoy, presidente del PP, su “ejemplo de entrega, integridad y lealtad constitucional”, calificando su muerte como “muy triste”. El PSOE reconoció en él a “un gran servidor del Estado” que “dio muestras de ser un fiel defensor de la democracia y de la monarquía parlamentaria española”. Cayo Lara, coordinador general de IU, habló de “un buen hombre” y, “más allá de las diferencias ideológicas”, lamentó su fallecimiento. Y José María Aznar, ex presidente del gobierno, destacó que había sido “un gran servidor de España y un gran patriota” al que todos los españoles le tenemos que estar agradecidos”.

Nuestro personaje había pasado por la vida con la mayor discreción, hablando lo justo y en el momento más propicio. Alguna de las grandes editoriales le habían propuesto que escribiera su autobiografía a cambio de lo que él pidiera. Sin embargo, “lo que puedo contar –contestaba él– no es interesante; y lo que es interesante, no puedo contarlo”. Sólo en algún medio, como en la revista “As66”, distribuida por la comunidad asturiana en Madrid, se expresó en cierto tono crítico con el que se atrevió a juzgar determinadas actitudes de la monarquía española. “Prefería –alegaba el general– que, en la familia real, no se hubieran dado ninguna de estas últimas cosas”, aludiendo a la separación de la Infanta Elena o a la promoción profesional de los duques de Palma en Washintong. Y les sugería su obligación de ser “más sacrificados” y de “dar un ejemplo mejor”.

Se llamaba Sabino Fernández Campo, ex secretario general y ex jefe de la Casa Real, y falleció el lunes pasado, a los 91 años.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me pregunto algo.
¿Se permitió Sabino Fernandez interpretar la voluntad del Rey el 23-F? o ¿su actuación se corresponde con la decisíon firme de este ultimo?
Sea como fuere, descanse en paz.
No debe ser fácil servir a los dioses.
chiflos.