Bronca en el Parlamento, en el último debate de la legislatura.
Mariano Rajoy, tan pletórico y
eufórico como insultante, indiferente y mezquino con los que tenía debajo
–antes que él, sólo Dios–, abrió el martes pasado en Las Cortes el tercer y
último debate de la legislatura. Se presentó en todo momento como un presidente
muy faltón, ignorando o despreciando una avalancha de acusaciones por
corrupción lanzadas por una oposición que le calificó de mentecato. Rajoy
vendió sus logros económicos en un discurso con una potente carga social y
perdió los papeles cuando se le mentó la bicha: Bárcenas. Mientras el año
electoral planea sobre el hemiciclo, la oposición le reprochó su particular
visión de salida de la crisis y propuso alternativas a las políticas
conservadoras. Fue la cita política más importante del año
en el Congreso de los Diputados, fuertemente marcada por la cascada de comicios
que se celebrarán en 2015: elecciones andaluzas, municipales y autonómicas,
catalanas y generales.
Mariano Rajoy defendió
su gestión como mejor pudo, aprovechando la ocasión para presentar medidas sociales
que pueden hacerle recuperar a sus votantes perdidos. La oposición,
en cambio, le reprochó su triunfalismo y rebatió su particular visión de salida
de la crisis, planteando propuestas alternativas a la gestión de los conservadores
del PP. Pero todos los grupos políticos eran conscientes de que la oposición
también estaba ahí fuera. Ciudadanos y Podemos, sin escaños, sin
diputados, también estuvieron muy presentes en el debate. Y Pablo Iglesias,
esperanzado y aplaudido por los suyos,
montó un debate paralelo, acusando al presidente Rajoy de liderar un
Gobierno inútil. Mientras tanto, fuera de las Cortes, un grupo de activistas de Femen protestaron
minutos antes del inicio del debate. La policía se las llevó a rastras, sin contemplaciones.
El
presidente del Gobierno anunció un crecimiento del 2,4% y la ley de segunda
oportunidad para el pago de las deudas que negó a la oposición durante tres
años. Pero, en su claro discurso de hora y media, sólo dedicó dos minutos para
hablar del tema que más preocupa en la actualidad a los españoles, la
corrupción. En la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados, propuso
crear tres millones de empleos si el PP ganaba las elecciones. No era la
primera vez que formulaba tales objetivos. Esteban González Pons, en septiembre de 2011, ya anunciaba la creación de 3,5 millones de empleos si los conservadores ganaban las elecciones.
Ganaron, pero se olvidaron del número prometido de nuevos empleos. Rajoy se
propone ahora crear otros tres millones en la próxima
legislatura, “porque es un objetivo alcanzable si no cometemos torpezas”.
Porque “si somos capaces de mantener el ritmo de crecimiento (...); si no dejamos que las cosas se tuerzan, podemos aspirar a crear más de medio millón de empleos
cada año”. Esta vez, mucho me temo que ni gane ni mucho menos alcance esas
cifras de empleo. El jefe del Ejecutivo no pide directamente el voto para el PP, pero se esfuerza mucho en
negárselo a otros, particularmente, a aquéllos que no tienen representación en
el Congreso de los Diputados (Podemos
y Ciudadanos). “No es bueno
sembrar esa idea de que salimos adelante arrastrados por las circunstancias
(...) Es la mejor manera de preparar la tierra para que la siembren los
demagogos”, alertó Rajoy, sin citar a estos partidos, ausentes hoy en día en el
Parlamento y a los que tanto teme.
Mariano Rajoy, durante su intervención.
Rajoy
apuntó a un cambio de ciclo político. Y
anunció una batería de medidas con las que pretenden dar contenido y potencia a
la “agenda social” del Gobierno, encaminadas a favorecer a aquellos ciudadanos
que peor lo han pasado con la crisis. Sin embargo, los anuncios de Rajoy
decepcionaron un poco, incluso, en sus propias filas, que esperaban alguna
sorpresa más. El presidente del Gobierno situó la previsión de crecimiento de
la economía para este año en 2,4%, cuatro décimas más de lo previsto.
Y se comprometió, antes de que acabe la
legislatura, a aprobar una ley de segunda oportunidad de pago de deudas, una nueva tarifa reducida para los
nuevos contratos indefinidos, los llamados “cheques familiares”, una
bonificación para la conciliación de los autónomos y la supresión de las tasa judiciales para las personas físicas. En la larga intervención
del presidente, destacó una batería de propuestas y medidas para este fin de
legislatura, en un contexto de recuperación económica. Rajoy anunció que iba a
incentivar los contratos fijos, una normativa de “segunda oportunidad” para las
deudas de las familias y que ampliará las desgravaciones fiscales para padres y
autónomos. Tratará de crear “un procedimiento
transparente para los particulares” que, en “plazos muy breves”, puedan acordar
estos aplazamientos y otras formas de rendición de la deuda. Advirtió que
extendería las exenciones fiscales para familias, contempladas en la reforma
fiscal a las monoparentales con dos hijos, con objetivo de que el número de
beneficiarios final de esta iniciativa supere el millón de ciudadanos. Fue una
de las medidas que había anunciado en el marco de la agenda pendiente para la
recta final de la Legislatura, para apoyar a la familia, junto a la creación de
procedimientos para que los particulares puedan afrontar sus deudas o medidas
para promover la conciliación de los trabajadores autónomos.
Rajoy es aplaudido por los suyos tras su intervención de más
de una hora.
Sánchez
le recordó que “en Economía va bien lo que no depende del Gobierno”, en alusión
a la subida del petróleo. Sin embargo, opinó que Rajoy había contribuido a la
subida de impuestos, la crecida del paro y al aumento de la pobreza. Volvió
a exigirle que pisase la calle. Le acusó de usar un “tono displicente” para
descalificar al adversario político. Le recordó que, en este año, “han caído dos
ministros: Mato y Gallardón”. Acusó al presidente de esconderse detrás de ellos
tanto con la contrarreforma del aborto como con el escándalo de los pagos en B
de la sede del PP. "Usted –resumió– se
esconde detrás del plasma y de sus ministros”. “Usted ha traído aquí su
propaganda, pero no la razón. Está tan lejos de ella que a quienes les llevan
la contraria son descalificados o despreciados”. Por su parte, Rajoy sigue
negando el rescate a España y critica a Sánchez por el tono de su discurso, que
no considera propio de “un partido que pretende ser alternativa de Gobierno”.
Le pide un “discurso más moderado, más equilibrado y más sensato”. Continúa por
la senda de la “herencia recibida” y el “y tú más”. Y, en alusión a Chaves y a Griñán, le reprocha agriamente; “¿Cómo
me habla usted del corrupción, cuando tiene diputados llamados por el Supremo y
no hace nada?”.
El
líder socialista defiende “el reformismos constitucional” frente al rupturismo
de unos y el inmovilismo de otros. Habla de Catalunya como “síntoma del bloqueo
autonómico”. Alega que el futuro se debe de ver como una esperanza “y usted lo
ha convertido en una amenaza. Porque ustedes no ofrecen ningún futuro salvo el paro”.
Chanchez llega a evolucionar el hemiciclo y Posada
tiene que interrumpirle para pedir silencio y solicitar a los diputados que le
escuchen como antes han escuchado al presidente del Gobierno. “Aprendan del
presidente del Congreso”, replica Sánchez Luego, ataca de nuevo, esta vez, con la
corrupción. Le espeta: “Su regeneración democrática es despedir en diferido y
golpear a martillazos los ordenadores de Bárcenas”. Reprocha el optimismo de
Rajoy con los datos de empleo y rebate sus cifras: “No es cierto que uno de
cada dos contratos creados sea indefinido; lo que es cierto es que siete
de cada diez de los empleos perdidos eran indefinidos. Y se han perdido como
consecuencia de su reforma laboral”. Y le invita a salir de su encierro:
“Salga del plasma, Rajoy. Salga y hable con la gente de la calle”. Luego, enumera los recortes de derechos como
la Ley de Seguridad Ciudadana o la eliminación de la justicia universal: Y le
recuerda: “Cuando lleguemos al Gobierno, derogaremos la Lomce”. Acusa al
Gobierno de deshacer las políticas de igualdad, la industria cultural –con la
subida del iva al 21%–, las políticas de agricultura y pesca, o las de
protección ambiental, a las que Rajoy no ha dedicado ni una palabra. Le
recuerda que “los precios que dependen
de usted no han hecho más que subir: los medicamentos, el gas, el agua y la
electricidad. Señor Rajoy, usted sale muy caro a los
españoles. ¿Y qué fue de la promesa de crear más de 3 millones de
empleos?”. Le pide más “prudencia” en sus declaraciones. “España fue rescatada por la pésima
gestión que ustedes hicieron de Bankia”, dice Sánchez, enseñando portadas
de periódicos entre los abucheos de la bancada popular. Y “hace balance” de la
gestión de Rajoy: “precariedad, impuestos y Bárcenas”. Pero no se libra de
la condena de un Rajoy fuera de sí que, al escucharle, dice, malhumorado: “No
ha dado la talla para sucederme. Su discurso ha sido patético. No vuelva usted
aquí a no decir nada”.
Así se quedó el Congreso, tras
el debate entre Rajoy y Sánchez.
Los
dos partidos mayoritarios ni siquiera representan a la mitad del electorado en
intención de voto. Y, tras la intervención de los dos líderes del PP y del
PSOE, media Cámara se queda vacía. Otros parlamentarios, como Carlos Salvador, de UPN, tilda el
discurso de Rajoy de “electoralista” Dice que “hemos conocido la música, pero
no la letra de las propuestas del PP”. Joseph Antoni Duran Llida reprocha el “triunfalismo” de Rajoy, al
recordarle las 100.000 personas dependientes que han fallecido sin
llegar a percibir las ayudas así como “las
demandas de la sociedad catalana que no se resuelven con vivas a la unidad de
España y en los tribunales, sino con diálogo”. Alfred Bosch le
exige “menos fuegos de artificio y un poco más de realidad”, equiparando su
metáfora con el polémico discurso de
inicio de Fallas de Rita Barberá. Aitor Esteban, del
PNV, denuncia su discurso “rosa y autocomplaciente”: “Ha pintado un país
maravilloso, como si no hubiera habido recortes, pero un país irreconocible”. Olaia Fernández-Dávila, del BNG,
tilda de “demagogia” la intervención del presidente por haber ocultado “la
pérdida de más de dos millones de trabajadores de población activa por la
emigración o el deterioro de las condiciones laborales mediante bajos salarios
e inseguridad laboral”. Para José
Luis Centella, de IU, el discurso del presidente es “hipócrita e
hiriente”, y le reprocha que sólo haya dedicado “un minuto” a la
corrupción “como si no fuese con él. Y define una “España irreal” que sólo
existe “en su mundo”. Rosa Díez,
portavoz de UPyD, lo resume así: “Rajoy ha sido absolutamente fiel a lo que nos
tiene acostumbrados: no ha hecho más que mentir”. Antonio Hernando, portavoz del
PSOE en el Congreso, critica el discurso “exasperantemente triunfalista y
eufórico” del presidente quien “ha dicho medias verdades, mentiras y grandes
mentiras sobre un país que no existe.” E ironiza: “Ha dicho eso el mismo día
que Bárcenas está viendo el debate desde una pista de esquí”. Para Antonio
Miguel Carmona, candidato del PSM a la alcaldía de Madrid, “todo el vacío del mundo cabe en la oquedad de la cabeza
de Rajoy”.
Alberto Garzón, de IU.
“Hoy es mi primer debate de la Nación, pero seguramente es el último
suyo, porque vamos a echarle, señor Rajoy” anuncia Alberto Garzón, candidato de IU a la
presidencia del Gobierno, atacando a
Rajoy en su début como portavoz de Izquierda Unida. También su discurso es duro
y agresivo. Le acusa de estar saqueando al país “para vendérselo a sus
amiguetes” y apunta a un bipartidismo que ha dejado “un desierto de ladrillo y
cemento”. Sube al estrado con un lazo naranja en solidaridad con los
trabajadores de RTVE. Y suelta que Rajoy “tiene más futuro como cuentacuentos que
como presidente del Gobierno”. Angels Martínez Castells, escribe en su blog: “Ayer,
en el Debate y de entre las filas de Izquierda Unida, destacó la voz de un
joven de 29 años que no leía su discurso… Alberto Garzón no habla sólo de sí
mismo ni se despide de Rajoy a título personal. Todas las personas que vivimos
la rebelión y la insumisión, el hastío y la rabia ante tanta corrupción y
prepotencia, vamos a conseguir que éste sea el último debate en el que el PP
esté en el gobierno. Para nosotros queda la promesa cierta de SALUD y
REPÚBLICA”. En su estreno, Garzón
deja la impresión de ser un buen parlamentario. “Muchos ojos –escribe Rosa
María Artal en ‘El Periscopio’– estaban puestos en otra de las nuevas caras del
debate, y es que, a las turbulencias internas en IU, con la salida de Tania
Sánchez y
la expulsión de Ángel
Pérez y Gregorio
Gordo de
la federación madrileña, se suma la busca de un nuevo rostro generacional que
evite el traspaso de votos a Podemos. El grueso de su intervención ha sido un
ataque frontal contra el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, al que ha
acusado de vivir fuera de la dura realidad social del país. En su opinión,
tanto Rajoy como Ángela
Merkel confunden
sus Gobiernos ‘con una escuela de negocio’ y ha definido las políticas del
primero como ‘un éxito sólo para las grandes fortunas’. Sobre los casos de corrupción relacionados con el PP, como Bárcenas o
'la Gürtel', el dirigente de IU se ha extrañado de la suerte del partido del
Gobierno al que ‘le cambian los jueces de tal forma que, al final, nunca se
sabe toda la verdad’.
Joan
Coscubiela, diputado de ICV presenta la realidad que Rajoy “ignora”: gente que
teme perder su trabajo, “que tienen miedo a ser sustituidos por becarios
con salarios de miseria, como está ocurriendo con los medios de comunicación”,
que teme desocupar su vida familiar por los cambios constantes en las jornadas
de trabajo. “Todo por culpa de la reforma laboral”. Luego, el diputado
sigue con su denuncia: “No tiene dignidad un Gobierno, cuyo presidente lo es
también de un partido carcomido por la corrupción”. El diputado insiste en que
Rajoy es “colaborador necesario de la corrupción sistémica” y que “no tiene
autoridad moral para combatirla porque es ‘el capo’ de la familia y así es imposible”.
Villalobos le interrumpe inmediatamente
para reprochar al diputado que, aunque estuviera haciendo “un discurso duro
como le corresponde”, debía utilizar otras palabras porque el término capo en
este país “tiene un significado que ni el presidente ni ningún miembro de esta
Cámara se merece”. “Veo que la señora Celia Villalobos ha interpretado bien lo
que quería decir”, ironiza el diputado, y, cuando intenta insistir en su
mensaje, la presidenta de la Cámara le cierra el micrófono. Villalobos le pide
que use palabras que no ofendan. Pero el diputado se ratifica explicando que
Rajoy es “el presidente de un partido carcomido por la corrupción, lo sabe todo
el país”. Ataviado con el lazo naranja en defensa de los trabajadores de TVE
igual que su compañero de formación, Coscubiela acusa a Rajoy de haber hecho
propaganda y hace balance de su gestión: “Su balance es el de un Gobierno tres
veces ni-ni: ni dignidad, ni derechos, ni democracia”.
Joan
Baldoví (Compromís-Equo), recuerda los “calores” de Barberá.
“Aún no me había recuperado y hoy estoy alucinando con el suyo”, le dice a
Rajoy. Fiel a su estilo polémico, saca
un “abecedario” para describir la gestión del Ejecutivo de Rajoy: la Amnistía
fiscal, la caja 'B' del PP, la Corrupción, la Desigualdad, Emigración (juvenil,
de científicos)...
De
pronto, en mitad de su discurso, cuando criticaba duramente a Mariano Rajoy,
Baldoví sufre un mareo y se siente indispuesto. Pero tiene aún tiempo de
sentarse. Villalobos, asustada, pide un médico en la sala. Suspende la sesión
durante unos minutos, tras los cuales anuncia que Baldoví ha sido trasladado a
los servicios médicos del Congreso.
Celia Villalobos vicepresidenta del Congreso, con
gesto cansado durante el debate.
El
debate continúa, al fin, con los parlamentarios. Pero otro incidente se
registra durante este debate en Las Cortes. Esta vez está relacionado con Celia
Villalobos, la vicepresidenta del Congreso de los Diputados que preside la
sesión del Congreso. Antonio Maestre,
fotógrafo de La Marea, la sorprende con su cámara durante unos
minutos, mientras está jugando al Candy Crush al mismo tiempo que preside
el debate sobre el estado de la Nación, en plena réplica del presidente del
Gobierno, Mariano Rajoy, al portavoz de CiU, Josep Anton Duran i Lleida. La
grabación, que se efectúa desde la tribuna de prensa, no está permitida por el
reglamento del Congreso, y tiene como objetivo impedir situaciones embarazosas
de este tipo. Tras la publicación del vídeo, el personal de prensa del Congreso
se pone en contacto con el periodista de La Marea para
recordarle que no está permitido tomar imágenes desde la tribuna de prensa. Precisamente, Villalobos es la vicepresidenta de la comisión de
Reglamento del Congreso que prohibió realizar
este tipo de grabaciones y que sólo se ha reunido una vez, el 17 de enero de 2012, el día en que se constituyó. Como
vicepresidenta de la comisión de reglamento, Villalobos tiene asignado un plus
de 1046,48 € al mes, por 14 pagas, según indica el régimen económico del Congreso. El artículo del reglamento del Congreso que impide grabar desde la
tribuna de prensa a los periodistas es el 98.3, que especifica que “nadie
podrá, sin estar expresamente autorizado por el Presidente del Congreso,
realizar grabaciones gráficas o sonoras de las sesiones de los órganos de la
Cámara”. Los reporteros gráficos sí tienen derecho a tomar imágenes desde los
lugares habilitados para este fin.
Captura del vídeo en el que Celia
Villalobos juega al Candy Crush.
Villalobos,
al parecer, no pudo aguantar su aburrimiento mientras el presidente del Gobierno y de su
partido está en posesión de la palabra. La
política conservadora no es la primera vez que se ve en una polémica similar.
En 2012, los diputados del PP Bartolomé González y María Isabel Redondo ya
fueron pillados jugando en mitad de un pleno al juego 'Apalabrados'. Otro de
los casos más sonados en el mismo año fue cuando la entonces ministra de
empleo, Fátima Báñez, publicó un tuit con su puntuación en Bubble Shooter, del
que responsabilizó a sus hijos. La diputada del PP
Dolors Montserrat, vicepresidenta tercera de la Mesa del Congreso,
justifica que Celia Villalobos estuviera jugando con su tableta mientras
presidía el Debate sobre el estado de la Nación: “La gente puede hacer lo que quiera mientras esté
escuchando. Hay personas que podemos hacer dos cosas a la vez, escuchar y
hablar por teléfono, enviar mails y trabajar, que trabajamos mucho”, comenta en los pasillos de la Cámara. La diputada del PP indigna
con su surrealista explicación. “Y maquillarse, ¿también se puede?”, se
preguntan con sorna en las redes sociales. Se trata de un incidente que es duramente criticado por
no pocos parlamentarios. Primero, por toda la indiferencia y falta de
profesionalidad que ha mostrado como presidenta en funciones del Congreso
mientras hablaba Mariano Rajoy. Y segundo, por el celo extremo para defender al
presidente de Gobierno, al intentar censurar las afirmaciones de otros
diputados.
Nos lo
recuerda RGAlmazán en su web Kabila: “’Es un coñazo, siempre dice lo mismo,
y lo mal que vocaliza. Es pesadísimo y sus argumentaciones suenen falsas’.
Esto es lo que debió pensar Celia Villalobos. Parecido a lo que piensan
millones de ciudadanos. La única diferencia es que Celia estaba en su puesto de
trabajo, cobrando un sueldo –por cierto, de nuestros impuestos—, y en vez de
escuchar a su capo se dedicaba desde su puesto de la presidencia del congreso
a jugar al Candy Crash. Nada nuevo bajo el sol, podríamos recordar
episodios similares en distintos parlamentos, capítulos que hoy recordamos y
que prueban el amor que muchos diputados tienen a su trabajo y el respeto que
presentan ante los que se suben a la tribuna de oradores. Y eso que sólo
podemos hablar de los que pillaron con el carrito del helado. Unos veían porno,
otros mandaban mensajitos a sus amiguetes, otros leían novelas o el periódico.
Y muchos ni tan siquiera van, y cuando van (…)
La verdad, es que tengo curiosidad por saber si la Sra. Villalobos en todo el
tiempo que duró el arduo, monótono y falaz discurso de su capo fue capaz de
pasar de nivel. Al menos podríamos pensar que su destreza compensaba su falta
de ética, aunque me temo lo peor. Y es que la buena mujer no da más de sí, es
increíble que todavía esté en el congreso y más que sea vicepresidenta del
mismo, pero Rajoy es así, su dedo mágico le ha llevado a nombrar a este personaje
que como se ha demostrado ni tan siquiera le escucha. Eso sí, tiene un salario,
por jugar al Candy Crash también, que todos pagamos y que es una barbaridad. Sueldo base: 102.256 euros, más alguna dieta que
otra. Total, más que el presidente del gobierno –eso sin contar posibles
sobrecitos--, por lo que no es extraño que ni le escuche”.
El
miércoles por la tarde, el Teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes
está lleno hasta la bandera. Muchas personas han hecho cola en la puerta desde
casi dos horas antes. En las primeras filas se pueden ver a secretarios generales
de “Podemos” en Madrid o Sevilla, algunos trabajadores de Coca-Cola en Lucha,
de Telemadrid, o representantes de la Plataforma de Afectados por la Hepatitis
C. Con el título El
otro estado de la nación, Pablo Iglesias pretende aprovechar el
fin del Debate sobre el Estado de la Nación celebrado entre el martes y el
miércoles para presentar el proyecto de país que defiende su formación. En su
discurso, Pablo Iglesias reta a Rajoy a un cara a cara, rebate los supuestos
logros de su “inútil” Gobierno y denuncia la situación económica y social
que está viviendo España. Dice que el gobierno actual ha convertido a España “en
un país dependiente, en una colonia de Alemania. “Ustedes,
señor Mariano Rajoy, han demostrado ser un Gobierno inútil”,
declara Iglesias. Denuncia las disparidades sociales que
experimenta el país y subraya la importancia de llevar a cabo reformas para
impulsar el sector de servicios sociales, proteger la cohesión social y
financiar la educación y la sanidad pública, “universal y de calidad”. Denuncia el
fraude fiscal y hace hincapié en la necesidad de una
nueva política tributaria para poner fin a un sistema de impuestos injusto. Se
detiene en el problema de la corrupción, enfatizando que no se trata de casos
aislados sino de “un entramado que pudre nuestras instituciones públicas”. E
insiste en que, para abordarlo, entre otras medidas, es necesario “legislar
a favor de la transparencia”, actualizar las leyes, elevar las
penas e incrementar los medios. Pablo Iglesias termina su discurso dirigiéndose
a los ciudadanos ya que son ellos los que tienen que decidir el rumbo que va a
seguir el país. "Mi patria –denuncia Iglesias– no es una bandera, no es un
edificio; mi patria es la gente de mi país”.
País de mentirosos.
“Es curioso –escribe Javier
Caraballo, en ‘País de mentirosos’ (Confidencial)–. Ninguna palabra se ha usado
más en el debate del estado de la Nación que la mentira.
Y no deberíamos pasar por alto esta coincidencia letal, este fuego cruzado.
Todos han acusado a todos de mentir en el Congreso, pero fuera, exactamente
igual: no ha habido comentario o análisis sobre el debate que no haya girado
sobre la mentira. Y es una justa crítica si se repasan algunas de las frases
estelares del debate. Mentía, por ejemplo, el presidente Rajoy cuando afirmaba que la realidad de España es la
de ‘una nación que ha salido de la pesadilla, que se ha rescatado a sí misma’.
¿Cómo que se ha rescatado a sí misma? ¿Hubiera sido posible salir de la crisis
sin el rescate financiero, sin los recortes impuestos por la troika? Mentía Pedro Sánchez cuando
decía que todo lo ocurrido en estos últimos cuatro años es ‘precariedad, impuestos y Bárcenas;
ese es el resumen de su legislatura’. ¿De verdad cree que no se ha avanzado
nada? ¿Es que no recuerda el dirigente del PSOE en el estado en el que estaba
España cuando la dejó su partido, cuando el presidente Zapatero adelantó
las elecciones con el país hundido? Mentía Rosa Díez cuando
afirmaba que ‘España ha sido rescatada por Europa; ha sido un rescate completo’.
¿Es que no encuentra diferencias entre el rescate completo de Portugal o Grecia
y el rescate financiero de España? Y, por supuesto, mentía con brocha gorda Alberto Garzón cuando
se subió a la tribuna para afirmar que ‘Rajoy está saqueando España para
vendérsela a sus amiguetes’. ¿Hace falta rebatir también esta zafiedad? Ni uno sólo de ellos es capaz de pronunciar
un discurso sin sucumbir a la tentación de engordarlo con una mentira. Uno
a uno, frase a frase, sólo tendríamos que pensar en el tipo que se sienta en el
sofá, después de salir del curro, y contempla desolado que ni uno sólo de ellos
es capaz de pronunciar un discurso sin sucumbir a la tentación de engordarlo
con una mentira. La política es lo que es, ya sabemos, ‘una casa de putas’, que
dijo Napoleón para no enredarse con más metáforas, pero hasta en el concepto
prefijado y viciado que se tiene de la política, resulta preocupante lo que
ocurre en España. Quizá porque entre las tolerancias equivocadas, perniciosas y
enquistadas de la propia sociedad española se encuentra la mentira. Se le concede tan
poca gravedad que hasta se valora el refinamiento
del mentiroso como una virtud. Sinónimo de astucia. Se justifica, se valora y,
finalmente, se asume como una excelencia por parte de algunos (…) En España,
cuando un político noruego o alemán dimite por haber mentido en su currículum,
la noticia se incluye en las secciones de extravagancia, como rarezas de la
naturaleza. Aquí, ya ven, no sólo no ocurre sino que, cuando pasa, cuando se
pilla a alguno con una mentira, el debate se resuelve de un plumazo con un
lapidario callejero: ‘Todos mienten’. Y en paz…Es necesario declararle la
guerra abiertamente a la mentira y repetir, hasta la saciedad, que un mentiroso
no puede permanecer en responsabilidades públicas. Porque una cosa es el error,
la equivocación o la torpeza, y otra muy distinta es la mentira, deliberada,
consciente. Esos son los límites,
el respeto de las reglas del juego de una democracia…”
“El presidente -escribe David Bollero en el ‘Debate sobre el
estado de la nación… empobrecida’– siempre se guarda un as bajo la manga que ni
se le ha pasado por la cabeza que sea una fórmula populista… qué va. Este año,
quizás, la cita sí tiene mayor interés por ver el estreno de algunos de los
líderes de partidos, como Pedro Sánchez (PSOE) y Alberto
Garzón (IU), sobre cuyos hombros sus votantes han depositado muchas esperanzas
de cambio. Al otro
lado, en cambio, estará Rajoy cuyos electores quieren, precisamente, que todo
siga igual… Igual en términos de reparto del poder, porque para ellos la España
de hoy no hay quien la reconozca, comparada con la que cogieron en 2011. Y
tienen razón, pero a peor. No había más que escuchar ayer a la joven promesa
Pablo Casado arremeter contra Garicano y Ciudadanos –partido al que ya llaman el “Podemos de la derecha” – y asegurar que
España está mucho mejor. Se equivoca o miente, no sé qué es peor, porque de no
mentir, los años luz
a los que se encuentran de la calle son la única justificación para el
desconocimiento de la realidad de su país… y ni siquiera eso,
porque los informes de organismos independientes se acumulan encima de la mesa:
Informes de Intermon Oxfam, de Cáritas, de Unicef… advirtiendo de la pobreza
crónica de España, de su desigualdad, de la pobreza infantil…
Informes de Amnistía Internacional, de Human Rights Watch y de la propia ONU,
advirtiendo de la violación de Derechos Humanos en España,
informes de Reporteros Sin Fronteras alarmando por la pérdida de
libertad de prensa… en fin, tantos y tantos informes que ni
siquiera es preciso que el Gobierno o las filas del PP bajen de sus cómodos
despachos o de sus áticos en Marbella a la calle y vean las colas en las
oficinas del paro, en los comedores sociales, en los bancos de alimentos, los
mendigos por las calles…”
La Nación ya está en la UVI.
Arturo González titula “La Nación
ya no está en la UCI”. Es una crítica despiadada que termina: “El discurso del
que manda ha sido brillante y convincente. Los que no mandan dirán que fue
superficial y engañoso. Los discursos de réplica de los que mandan fueron
descalificados por los que mandan alegando que esas medidas que proponen serían
ruinosas para la Nación. A los que mandan también les ha salido otro grano con
unos que se llaman Ciudadanos, de origen catalán. Total, que todo está según
quien lo diga. El happening no sirve para nada y cada uno sigue a lo suyo, es
decir, a la descalificación del otro y ensalzamiento propio. Los ciudadanos de
verdad, esto, es, los españoles, pasan del happening, no les creen y les
aburre. A la Nación le quedan graves secuelas y en una de ésas tiene que volver
a la UCI. Los sesudos doctores no tienen claro el diagnóstico. Es una Nación
inmisericorde. Porque ¿de verdad alguien cree que el Debate sobre el Estado de
la Nación sirve para algo? ¿Alguien cree que los intervinientes van a emplear
argumentos críticos y racionales, van a señalas concretas deficiencias? La
corrupción no existe, la cultura, la educación y la libertad son los grandes
ausentes. El Congreso de los Diputados se convierte el martes y el miércoles en
la catedral de la mentira, en la representación teatral de la comedia buda de
la democracia, la sede de la impotencia voluntaria y culpable, el club de los
políticos muertos, el tubo de la risa, la fábrica de injusticias sociales”.
La "otra" España.
“Alicia-Rajoy, en el país de las maravillas” titula el
sociólogo Antonio Tarabini desde Mallorca, en un artículo en el que dice: “Mientras
escuchaba atentamente las proclamas del Presidente, incluida la creación de 3
millones de empleo neto siempre y cuando él siguiera gobernando, reposaban
sobre mi mesa una serie de informes procedentes de organismos oficiales que
retratan la “otra” España. Reproduzco algunos rasgos: ’La crisis en España ha
provocado un aumento de la brecha salarial entre ricos y pobres, según los
datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)’. Durante estos años de
dificultades económicas, lo sueldos más altos han subido un 24%, mientras que
los más bajos han sufrido varias bajadas salariales. De media, un trabajador
contratado en el año 2013, el último del que se tienen datos finales, cobró 981
euros mensuales en 14 pagas. Esta cifra es casi un 40% menor que el salario
medio español en ese momento. Esta bajada se puede apreciar en varios ámbitos”.
Celia Villalobos, vicepresidenta
primera del Congreso, Celia Villalobos, del PP acude al Hemiciclo equipada con unas gafas de
realidad virtual para jugar al 'Mortal War', un videojuego de “pegar tiros” que
se puede compatibilizar “perfectamente” con su actividad profesional, según
declara a El Mundo Today. El diario El Mundo publicaba ese día una alternativa
para que “la próxima vez que te pillen, al menos sea usando un buen juego. De
acuerdo: tal vez Rajoy no
sea el mejor orador del mundo y tal vez Celia Villalobos sea
capaz de hacer dos cosas a la vez, pero lo de jugar con el iPad en
mitad del Debate del estado de la Nación está muy feo. Encima, ni siquiera
jugaba al Candy Crush,
como afirmó en un principio Antonio Maestre (a quien debemos esta gloriosa
pillada), sino que, como descubrió El
Intermedio, parece ser que se trataba Frozen Free Fall (Android, iOS, Windows Phone). Es decir, que además era un juego malo y poco original. Casta tecnológica y cuñadismo móvil, básicamente. Aquí le dejamos unas
alternativas para que la próxima vez por lo menos no se cargue también la Marca
Appspaña y quede con una imagen de persona moderna. Y, de paso, damos unas excusas por si
la graban en mitad de una partida”.
Juegos para Celia Villalobos, Alternativas para que la próxima
vez que la pillen, al menos sea usando un buen juego.
En los fotomontajes del debate, Mariano
Rajoy presume de haber salvado a España y alerta de las “ventoleras ideológicas”,
mientras que Pedro Sánchez declara ser un político limpio: “Lo soy”.
Y en la guerra de las paridas, Rajoy
ve posible crear tres millones de empleos si gobierna otra legislatura y, desde
el Misterio de Educación, el nuevo currículo de Educación, anunciado en el B.
O. E.
El humor de esta semana en la
prensa: El Roto, Forges, J. R. Mora, Malagón, Pat, Mel, B. Vergara. Peridis…
Pep Roig, desde Mallorca: Almas
vendidas, No oigo, no siento, La fe (católica, las otras, no) no como otras,
Juego de diputados y El país de las maravillas.
La vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, fue grabada durante el debate del estado de la Nación con su tableta jugando al 'Candy Crush', mientras, en el Hemicilo, Rajoy respondía a Duran i Lleida. Más tarde, Villalobos interrumpió a Joan Coscubiela después de que llamara “capo” a Mariano Rajoy.
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