sábado, 15 de junio de 2019

'Touch Me Not'.


Fotograma de 'Touch Me Not' (No me toques).

La directora rumana, Adina Pintilie: “El sexo es la cosa más hermosa del mundo”.

Adina Pintilie estrena ‘Touch me not’ (No me toques), controvertido viaje terapéutico de liberación emocional y sexual que ganó el Oso de Oro en Berlín. El film se sirve del periplo de una mujer madura en crisis para ofrecer un muestrario de diferentes terapias sexuales. En una entrevista con Quim Casas, en el Periódico, la directora rumana Pintilie: “Cuando tenía 20 años, yo creía saber exactamente cómo funcionan las relaciones, qué era la belleza y en qué se basaba el erotismo. Ahora, después de muchas experiencias y decepciones, sé que esas cosas son mucho más complejas de lo que pensaba y, a menudo, incluso contradictorias. He hecho la película para desaprender todo lo que me enseñaron sobre la intimidad, a través de la familia, la escuela y la sociedad en general. Quería redescubrir cómo las personas realmente se relacionan entre sí”.

“Touch Me Not” es una película que juega con los límites entre documental y ficción para enfrentarse, desde la desnudez, a todo tipo de prejuicios. En ella, se entrecruzan las historias de varias personas con distintas relaciones con sus propios cuerpos. Laura es una mujer de mediana edad, incapaz de acercarse a los demás o dejar que la toquen. El contacto físico le provoca una profunda frustración que le impide vivir su sexualidad con normalidad. Ella es el hilo conductor de un relato de cuerpos e identidades limítrofes. En un centro médico, conoce a Christian, que sufre atrofia muscular espinal, pero no quiere que su condición y escasa movilidad limite su sexualidad. Como él mismo afirma: “El pene me funciona perfectamente”. Lo mismo que le funciona a Tomas, un joven apuesto que, sin embargo, perdió todo el vello corporal a los trece años debido a una enfermedad. Y eso le ha provocado una serie de condicionantes emocionales que le impiden abrirse a los demás, al sentirse excluido.

“Creo que tenemos espectadores”, dice Christian después de una escena íntima con su pareja. Entonces interviene para preguntarle qué razón les ha llevado a él y su pareja a querer compartir su intimidad con la cámara y, por ende, con nosotros. “Realmente espero que pueda cambiar la perspectiva de la gente. Que pueda cambiar vuestra perspectiva como audiencia”, señala tranquilo. De esta forma, gracias a su difícil equilibrio entre ficción y documental, Touch Me Not se sitúa en las antípodas formales de “Pieles” o la chirriante “La piel que habito”, de Almodóvar. “Pintilie -escribe Francesc Miró, en  Eldiario.es-, propone una ventana a la que el espectador se ve irremisiblemente abocado. Una mirada a una realidad escasamente explorada en la gran pantalla, como tantas otras silenciadas por las narrativas audiovisuales. De hecho, la búsqueda de afecto y comprensión parece ser el motor de la evolución de todos los personajes. Pero, no contenta con llevar a sus protagonistas de un punto A a un punto B, se permite desviaciones casi filosóficas, que complementan el desarrollo como si de un ensayo sobre la identidad y sus avatares se tratase. ‘Creo que necesitar a alguien me hace débil y vulnerable’, dice Pintilie, conversando con el personaje de Laura en determinado momento del filme. ‘Porque siento que no soy libre para ser yo misma. Porque si fuera yo misma, con toda mi mierda y todas mis emociones, con toda mi ira... perdería a esa persona que necesito’. A lo que Laura, a pesar de sus dudas sobre su sexualidad, le contesta: ‘Amar a otra persona sin dejar de ser tu misma es difícil. Es todo un reto’.

Touch Me Not  no solo es capaz de reflexionar sobre identidades y sexualidades, también discurre sobre las relaciones humanas, de pareja o no. Habla de cómo se construyen de forma distinta si se hace desde la distancia, el respeto o el afecto. Hasta tal punto que Pintilie parece hablar de sí misma mientras aborda los problemas de los demás. Pero lo hace con transparencia y de forma sincera. Y muchos de sus puntos de vista han sido remodelados. “En esta época -reconoce a Quim Casas- vivimos aterrorizados por aquellos que no exactamente son como nosotros, y eso hace que las fuerzas de la extrema derecha se fortalezcan. El mundo se está volviendo más intolerante a la diferencia y más violento. Creo que mi película invita al espectador a que mire al otro con amplitud de miras, y que lo acepte como un ser humano válido por muy distinto que lo vea. O nos cargamos de empatía, o estamos perdidos. Se trata de una película que ha sido ferozmente atacada por buena parte de la crítica. Yo entiendo todas las opiniones respecto a la película, pero me sorprendió que posteriormente, al viajar por el mundo y enseñársela al público, me he ido dando cuenta de que los espectadores le dan una acogida muchísimo más cálida. Es reconfortante ver cómo la gente se abre emocionalmente después de verla y comparten conmigo sus experiencias y sentimientos respecto a su sexualidad… Tenemos que liberarnos de todos los tabús y los bloqueos que hemos ido imponiendo con el tiempo, sobre todo en referencia a la intimidad. Es una pena que tengamos que seguir recordándolo a estas alturas, pero el sexo es la cosa más hermosa del mundo”.

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