Lita Cabellut, una de las pintoras españolas más cotizada del mundo.
Lita Cabellut, en 2015, en Londres.
Lita Cabellut nació en 1961 en Sariñena (Huesca), en 1961 y, en el barrio barcelonés de El Rabal, fue abandonada por su madre, prostituta, a los tres meses de su nacimiento. Pasó su infancia pidiendo limosna entre la Boqueria y el Port Vell. Vivió ocho años en las calles y sobrevivió a base de pedir limosna. Sus primeras pinturas fueron retratos de proxenetas y prostitutas que había visto cuando era tan sólo una niña. Hoy, en nuestro país, apenas nadie conoce a esta gitana de ojos vivarachos, quien desapareció artísticamente durante unos 40 años y reapareció, en 2015, como una de las artistas españolas más cotizada del mundo. Nadie hablaba de ella. Pero solo hay dos españoles que vendan más que Lita Cabellut en subastas de todo el mundo: Juan Muñoz y Miquel Barceló. Sólo por detrás de ellos entró en el ranking de las y los 500 artistas más cotizados del mundo de la revista especializada Artprice, que la sitúa en el puesto 333, convirtiéndose en la artista española más cotizada.
La vida llevó a Lita a vivir a un orfanato, donde pasó dos años hasta que una familia la adoptó. “Me salvaron la vida e hicieron que mi mundo diera un giro de 180 grados”, reconoce. Cuenta que, a los 13 años, una familia rica la adoptó y la llevó de viaje a Madrid, en donde visitó el Museo del Prado. Allí, Lita tiene una epifanía vocacional. Descubre su vocación con la obra de Goya, Velázquez, Ribera y Rembrandt. Luego, gracias a sus padres adoptivos, viaja a Holanda, matriculándose en la academia Gerrit Rietveld de Amsterdam, donde es becada hasta 1984. Desde entonces, Cabellut no ha parado de pintar hasta convertir sus obras en alegatos de humanidad, retratos de una fuerza desgarradora que dejan de una pieza. “Pinta -según huffingtonpost.es- uniendo todo lo que resulta espectacular para un público fácil y entusiasta del arte, aplicando craquelados, trucos y recursos ornamentales que hacen la obra aún más hueca, aunque vistosa. Es una de las miles de artistas que practican el realismo pictórico en España, y desde luego no de las más interesantes. No será difícil lograr el consenso entre los críticos y teóricos del arte y la estética de los principales semanarios de arte en nuestro país. Se declara admiradora de Bacon, Tápies y Jackson Pollock, dice encontrar en su pintura elementos de los tres que nadie más ha sabido encontrar”.
Cabellut reivindica la universalidad del arte, a través del cual describe la realidad de la condición humana. Visiblemente influida por artistas (como Francisco de Goya, quien la asustó “porque sabía de qué estaba hablando a mí, que había vivido el delirio de su obra en la calle”) o Francis Bacon, cuyo universo creativo se aferraba al compromiso y la preocupación por el ser humano, su nuevo amor por el arte le lleva a los 19 años a Amsterdam, para poder estudiar en la reconocida academia Gerrit Rietveld. Allí descubre que lo suyo son los retratos.
El caso es que Cabellut reaparece, en 2015, como la artista española más cotizada del mundo. “Ninguno de los elementos que configuran la cotización de una artista está en su currículum, pero la comparan en precios con Barceló, Juan Muñoz y Jaume Plensa. Sus cotizaciones-récord se anuncian en ArtPrice. Los expertos en arte y en su mercado saben que no es una fuente fiable para considerar algo así, ya que la lista es manipulable por adición de datos no contrastados desde una casa de subastas o una galería de Londres o París. Pero, las listas de cotizaciones son bastante opacas y arbitrarias”.
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