miércoles, 5 de febrero de 2020

Un jubilado de Oregón convierte un Boeing 727 en su hogar.





En 1999, un ingeniero eléctrico retirado llamado Bruce Campbell tuvo la oportunidad de comprarse un avión de pasajeros para convertirlo en su casa. Era nada menos que un Boeing 727-200, de casi 47 metros y un piso de unos 1.066 pies cuadrados. Ese año, la aerolínea griega, Olympic Airlines, retiró su último Boeing 727-200. Bruce Campbell llevaba varios años recorriendo el mercado internacional en busca de un avión. Sabía que, entre los años 60 y finales de los 80, los 727 de Boeing eran uno de los aparatos más utilizados por las principales aerolíneas internacionales, pero, a medida que fueron saliendo durante la década de 1990, sus precios fueron bajaron. Y Bruce Campbell tuvo la oportunidad de comprarlo por 100.000 dólares, colocándolo en un terreno que había comprado en la década de los 70, situado en los bosques que rodean Portland, Oregon, cerca del suburbio de Hillsboro, al oeste de la ciudad. Bruce gastó 220.000 $ en la operación y se sentía muy feliz por su decisión.

Allí mismo, oculto entre los pinos y apoyado en dos pilares de hormigón macizo, se encontraba su avión de pasajeros. Cualquiera que lo descubriera podía pensar que aquel Boeing 727 se había estrellado sin deterioro ni menoscabo alguno, lejos de pensar que había sido colocado de forma intencional por Bruce. En su interior, ofrecía un sinfín de rincones y recovecos que Bruce exploró y convirtió en espacios funcionales. Y, dado que había mucho espacio y Bruce era un hombre naturalmente frugal, la mayoría de sus compartimentos permanecieron vacíos, esperando que se le ocurrieran ideas creativas para usarlos. Durante años, estuvo haciendo pequeños retoques con él como el cambio de la iluminación, el cableado y otros sistemas, hasta que logró convertirlo en algo más que un hogar en pleno funcionamiento. O, según sus propias palabras, en un “castillo de clase aeroespacial”.

Lo primero que Bruce se dispuso a cambiar fue el enorme espacio para los 200 pasajeros que cabían. Eliminó su equipaje, la tripulación de vuelo, los carritos de comida y el equipo de emergencia…quedando una gran sala, lista para ser utilizada de cualquier forma creativa. Bruce consideró que su Boeing 727 era su hogar y mucho más que eso. Además de ser su sueño, el avión pasó a ser para éñ su proyecto donde liberó a fondo su creatividad. Y no solo para él, sino también para la comunidad creativa de Portland. Algunos de los eventos más populares pasaron a ser espectáculos musicales organizados con la ayuda de otros creativos, llamados “Turbulence Live” y “Concert on a Wing”.

Además, Bruce, que vive solo en su Boeing 727, nunca se ha sentido solo. Ni ha dudado en ofrecerlo a otras personas.  A menudo, Bruce comparte su refugio con mochileros y aventureros curiosos. E insiste en que no es necesaria una compensación, para compartir su hogar, ¡siempre que le envíes con anticipación un correo electrónico! “Es un gran juguete”, dice Bruce. “Truco de puertas, piso de truco. Escotillas aquí, pestillos allí. Luces interiores frescas. Luces exteriores impresionantes, aspecto reluciente y elegante, ductos de titanio… Es una constante aventura de exploración, siempre entretenida, que proporciona un sustento fundamental para un ‘nerd’ de tecnología antigua como yo. Tener muchos juguetes pequeños encerrados en un juguete muy grande es un nirvana y muy satisfactorio”.

Cuando Bruce compró el avión, trató de mantenerlo lo más funcional posible, con una importante excepción: los motores del avión fueron retirados. Comprar el avión con sus motores intactos lo habría costado mucho más, y, como no tenía ninguna intención de moverlo, una vez colocado en su pequeña extensión de tierra, decidió que vivir en traería sus beneficios, pero también sus desafíos. Debido a que el avión estaba presurizado, casi no había necesidad de limpiarlo desde el interior, ya que rara vez se llenaba de polvo. Aun así, al estar ubicado en medio de un bosque, se cubría con hojas y follaje, y requería algunas medidas de limpieza extremas. Por eso, cada dos años, Bruce lleva una manguera de agua de alta presión y mangueras para limpiar el cuerpo del avión y eliminar cualquier suciedad que pueda haberse acumulado en cualquier espacio. Este hombre vive en un avión en medio del bosque .

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