El Gran Wyoming: “Hay que ser de izquierdas a muerte”.
María Granizo cuenta desde
InfoLibre la historia de José Miguel Monzón, alias Wyoming, un personaje que lleva
catorce años poniéndonos cada noche frente a nuestro propio espejo, invitándonos
cada noche al Intermedio. Hijo de una farmacéutica y de un funcionario
franquista, estudio medicina y llegó a ejercer de médico, coqueteando con su
vocación de músico y ganándose el sobrenombre de El Gran Wyoming. José Miguel echa
de menos un tiempo de crío en el que se vivía el presente con mucha intensidad:
“Un tiempo en el que no existía pasado ni futuro, no existía más que lo que
había y se vivía en primer plano” en el madrileño barrio de Prosperidad,
marcado por la ausencia de una madre depresiva cuya enfermedad la obligó a
ingresa en un sanatorio. Una ausencia que le dejó para siempre la mirada
triste, incluso cuando se ríe, aunque “no tener a nadie encima” también le hizo
“librepensador”.
El mostrador de la botica
familiar fue su primer escenario. Allí no cantó ni tocó la guitarra, pero, con
bata blanca y melena, mientras despachaba y aprendía el catálogo de la
farmacopea, comenzó a enfrentarse a su timidez “patológica”. Por eso, Chechu,
así conocido por sus amigos, creó a Wyoming, “un personaje, mi conjunto
complementario. Él hace todo lo que yo no soy capaz. Y me ha servido, en la
vida, para todo”. Pero, antes de alimentar a su otro yo, el hombre al que le
encantan los bares de mala muerte dio sus primeros acordes con Calcetín, el
grupo folk con el que “ya daba la turra en el Colegio San Agustín”. Y, entre
murga y turra, hasta los 13 años coqueteó con La Falange: “Fui miembro de la
OJE, la Organización Juvenil Española. Era como los boy scouts, pero del
Régimen”. Haber vivido “al otro lado del jardín” es lo que hoy permite a Chechu
hablar “con propiedad”: “Soy un hombre que cae extremadamente mal a la derecha.
A mí no me gusta caer mal, me gustaría que la gente fuera razonable pero el
fascismo no es razonable. No lo ha sido nunca y yo, que me he criado en él, lo
sé. Vivimos en un mundo tan escorado a la derecha que, si tú eres partidario de
la igualdad, de la educación, de una sanidad universal y quieres justicia, si
quieres esas tres cosas, eres de izquierdas. Entonces, hay que ser de
izquierdas a muerte”.
De esta forma, María
Granizo, va descubriendo la imagen de ese personaje que se licencia en Medicina
e incluso ejerce de médico de pueblo, pero “subirse una vez al escenario de las
fiestas le bastó para darse cuenta de que la gente del lugar no veía bien que
quien les curaba las gripes cantara rock and roll. Y aunque hoy podría ejercer,
ya no acepto que me llamen doctor porque ‘uno es lo que hace’. Y, el que se
sube a un escenario ya no se baja”. Paracelso fue su primer grupo formal…A
partir de ahí, entró en la música y comenzó a molar tanto que, aún, en su
estado de whatsapp indica que sigue “molando”: “si alguien no se quiere exhibir
no se sube a un escenario. Yo ni era buen músico, ni cantaba, ni tenía ninguna
virtud especial, ni siquiera un pene de dimensiones extraordinarias. Y, sin
embargo, he podido vivir como artista durante toda mi vida”.
Contundente y sin
filtros, reafirma que “el pueblo que vota a sus verdugos no merece la pena”.
Pero agradecido a su suerte, a una genética saludable y al legado familiar,
levanta cabeza para refrendar que lo mejor de nuestro país, “de un país que fue
pobre pero no un país miserable”, es su gente, esa que nunca ha perdido “el
orgullo ni la alegría”. Por esa gente, por nosotros, por sus tres hijos de los
que le llega la juventud “por contagio”, confiesa que vive este tiempo de
pandemia con “amargura”. Su origen, “esta política miserable de intentar sacar
rendimiento en votos de toda esta desgracia”. Pero Chechu también sueña. Cuando
acabe el confinamiento, al hombre sensible, “al que le cuesta decir te quiero”
porque se reconoce en una generación “que no tiene la expresión de los afectos
en su ideario”, le gustaría reencontrarse con la Naturaleza, pasear por
espacios abiertos y hermosos como los de Canadá, “parece una broma de lo bonito
que es, se deja llevar por la perspicacia de Cary Grant y desde el sillón de su
casa se evade con la Luna Nueva de Howard Hawks” . Y, relajando mandíbula y con
generosa sonrisa, le dejamos disfrutar. Mientras, despedimos su Playlist
recordando que “volveremos” con más personajes, “pero no mejores”, porque es
imposible.
El Gran Wyoming: "Canadá, parece una broma lo
bonito que es" | La playlist de...
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