jueves, 21 de mayo de 2020

Ian Gibson: “Organizar caceroladas ahora es de gente malvada, desquiciada y fanática”.



A los 18 años, Ian Gibson, un adolescente irlandés, hizo su primer viaje a España y se enamoró de “una península llena de secretos y enigmas”. Tres años más tarde, en 1960, obtuvo la licenciatura en Literatura española y francesa en el Trinity College de Dublín y, poco después, se inicia como profesor de español en una universidad de Belfast. En 1978, se vino a España para ya quedarse definitivamente en su patria, en su tierra, en su país, porque nació donde le tocó nacer, pero eligió ser español, convirtiéndose en un patriota español con sangre irlandesa.

Biógrafo de Lorca, Dalí, Buñuel o Queipo de Llano y narrador e investigador de la Guerra Civil, amó este país cuando de jovencito, en una librería de Dublín, encontró el Romancero Gitano. Ahí comenzó el idilio. Luego, continuaría el amor apasionado con Federico, con Machado con el Quijote y hasta con los boquerones en vinagre. Cada vez que puede se escapa al campo a volcar su segunda gran afición y pasión, la ornitología.

Se trata –según Luis Valenzuela, que le entrevista en ElPlural.com–, de “un intelectual que no solo quiere a España, sino que le duele como le dolió a Machado, Unamuno u Ortega. Y por esas heridas de dolor supuran frases como que ‘Ningún país decente dejaría a más de 100.000 víctimas de una dictadura en cunetas’. Un intelectual auténtico de bellos rizos británicos, tez clara y rostro irlandés que cree que ahora es un buen momento para plantear una unión con Portugal, otra pasión, la fusión luso-hispana, que compartimos”.

Hoy, desde hace dos meses, confinado en su casa de Lavapiés, su pueblo, leyendo, escribiendo y trabajando, pasando muchas horas encerrado, Gibson reconoce que “no estoy sobrellevando nada bien mi confinamiento. ¡Tengo ganas de mar, de volver al Coto de Doñana, de subir al Generalife! Siempre he tenido que convivir con una profunda angustia en relación con la muerte y ahora, en medio de esta plaga y con mis 81 años a cuestas, se ha recrudecido.  Quizás mi único consuelo es haber podido dedicar gran parte de mi vida a investigar y contar algo del misterio llamado Federico García Lorca, cuya obra me acompaña siempre”.

Gibson cree que nada va a ser ya lo mismo, que la “nueva normalidad” será todo menos que “normal”, por lo menos para los de su generación.  “Quisiera creer que la humanidad va a aprender mucho de lo ocurrido, que optará, pasado lo peor, por una vida más sencilla, más en contacto con la Naturaleza, pero me cuesta tener esta fe, esta confianza. El ser humano es terriblemente egoísta y le cuesta aprender de su experiencia”. Y piensa que la derecha española es lamentable, probablemente la más nefasta de Europa. “Es incapaz de afrontar la vergüenza del régimen franquista, su criminalidad.  Y de reconocer la realidad histórica de un país cuya alma es mestiza. ¿Dónde está la derecha moderada, culta, civilizada?  No se vislumbra por ninguna parte. No dice nunca nada, si es que existe.  A mí esta situación me tiene desesperado porque impide el progreso de un país que amo”.

Gibson dice que organizar caceroladas en estos momentos tan dramáticos en vez de arrimar el hombro “es no solo de gente malvada sino desquiciada, fanática. Pienso siempre en Antonio Machado y su llamada al diálogo. No se puede dialogar con una persona que se niega a hacerlo”.

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