La tercera vía de Lula, una opción para construir la paz en Ucrania y evitar “una tercera guerra mundial”.
El miércoles pasado, el presidente
de Brasil, Luiz
Inacio Lula da Silva defendió en su visita a Pedro Sánchez una “tercera vía” de
diálogo para detener la guerra de Ucrania, apuntando a la raíz del problema y buscando
una solución política al conflicto que enfrenta a Kiev y Moscú. “Sin un alto el
fuego es imposible continuar”, dijo Lula da Silva ante el presidente del
Gobierno español, quien insistió en que Rusia es la agresora y Ucrania la
agredida en este conflicto. En la reunión saltaron diferencias insalvables
entre la posición europea y la brasileña sobre la guerra de Ucrania.
El mandatario brasileño
condenó la invasión de Ucrania por Rusia, pero también rechazó la opción
europea de dejar a Moscú fuera de la ecuación, sobre todo porque tanto Europa
como Estados Unidos tienen su propia responsabilidad en la ignición del
conflicto. Y esto no gusta en Europa. Tampoco en España. Pero, en Madrid, Lula
insistió en la necesidad de “intentar encontrar un denominador común para
llegar a la paz”, con un movimiento de países neutrales empeñados en promover
la negociación y, así, evitar una tercera guerra mundial en la que podría
desembocar esta crisis.
Para Lula la clave está
en promover la paz desde un foro internacional de países interesados en el fin
de la guerra en lugar de seguir armando a Ucrania, como están haciendo Estados
Unidos y los países europeos, entre ellos España. En Portugal, Lula ya lanzó un
preocupante llamamiento a las partes implicadas, no solo a Ucrania y Rusia,
sino también a los países occidentales que sostienen con dinero y armas el
conflicto: “Paren mientras hay tiempo”, exigió, “la guerra no debería haber
comenzado. Rusia no debería haber invadido, pero invadió. Ahora, en vez de
escoger un lado, quiero escoger una tercera vía, la reconstrucción de la paz”.
La visita de Lula da
Silva a Madrid ha puesto de manifiesto las diferencias que le separan de los
países europeos. Tanto el líder brasileño, como su anfitrión, el presidente del
Gobierno español, Pedro Sánchez, han subrayado la necesidad de que se ponga fin
al conflicto ucraniano. Pero ahí se acabaron los puntos en común. Sánchez, como
el resto de sus colegas de la Unión Europea y de la OTAN, defiende a capa y
espada el “plan de paz” de Zelenski, que exige la retirada total rusa de los
territorios ocupados, incluida la Crimea anexionada por Moscú ilegalmente en
2014. El Kremlin considera esta península como territorio inalienable de Rusia
y jamás aceptará su desgajamiento de la Federación Rusa.
Lula y Xi Jinping lideran
la apuesta por el alto el fuego. Pekín difundió su propio plan de paz con
ocasión del primer año de guerra, el pasado 24 de febrero. Pero, al igual que
la propuesta brasileña, la apuesta china ha recibido el rechazo occidental, que
la considera virada hacia Moscú, socio estratégico de Pekín. Aunque China ha
defendido la inviolabilidad de la soberanía territorial, no ha condenado la
invasión rusa de Ucrania y ha abogado por la retirada de las sanciones
internacionales que pesan sobre Moscú. Pero ya lo dijo Lula en Portugal: “Quien
cree en soluciones militares para los problemas actuales lucha contra los
vientos de la historia”.
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