Charlie Rivel, caracterizado como Charles Chaplin, 'Charlot'
Todos conocemos el nivel
de fama que llegó a alcanzar Chaplin en las primeras décadas del siglo pasado.
Su personaje de vagabundo llegó a ser tan popular que era imitado como un arquetipo
de comicidad. En 1915, en un concurso organizado para imitadores de Chaplin, el
propio Chaplin participó. Su intervención no fue nada exitosa y ni siquiera se
clasificó para la ronda final del concurso. Tuvo lugar en San Francisco y Charles
Chaplin participó más por juego que por otra cosa, exagerando los movimientos o
gestos o haciendo algo para divertirse, lo que le llevó a perder. O quizá no…
quizá sus imitadores ya eran mejor que el propio Chaplin, metiéndose en la piel
del personaje que este había creado.
Pero lo más curioso de la
historia, no es solamente que 'Charlot' no ganase… sino averiguar quién ganó
realmente. ¿Se sorprenderían si les digo que ganó un payaso de Cubelles
(Barcelona)? El ganador fue Charlie Rivel (Josep Andreu i Lasserre), cuyo
nombre artístico era un homenaje a Chaplin. Al finalizar el concurso, Chaplin
se acercó a Rivel, y le dijo: “¿Es usted quien me imita a mí, o soy yo quien le
imita a usted?”.
Una de las anécdotas más
entrañables del payaso catalán es que Rivel entró en la pista del circo y aún
no había empezado su actuación cuando un niño empezó a llorar (probablemente
era la primera vez que veía a un payaso). Charlie no podía empezar su actuación
pues el público estaba más pendiente del escandaloso llanto del niño que del
payaso. Charlie se acercó con cautela al niño para hacerle una caricia e
intentar calmarlo, pero el efecto fue el contrario al llorar aún con más fuerza
entre las risas medio divertidas medio enternecidas del público adulto. Profundamente
conocedor de la psicología infantil, Rivel se retiró hacia el centro de la
pista y empezó también a llorar. El niño se calló en el acto, con unos ojos
abiertos como naranjas por la sorpresa de haber descubierto que aquel ser rojo
y amenazador se sabía expresar también con su mismo lenguaje tan transparente y
directo. Y Rivel continuó llorando.
Cuando, todavía lloroso,
se volvió a acercar hacia el niño, ya totalmente calmado, se sacó el chupete de
la boca y se lo dio a Charlie, en un acto de solidaridad primigenia. El llanto
de Rivel se agotó y el público arrancó en aplausos. El payaso aceptó el
ofrecimiento del niño y, hoy, aquel chupete histórico se conserva entre las
vitrinas del Museo Charlie Rivel de Cubellas
(Señor Alonso & Mister Hyde)
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