jueves, 9 de julio de 2009

Volar, volar y volar.


Desde que existen las compañías aéreas, salvo conocidas excepciones, no han dejado de volar y de hacer negocios con sus vuelos. Primero, adquiriendo naves más grandes y llegando a puntos más remotos. Luego, cuando los vuelos ya no podían crecer más ni llevar más viajeros, se las ingeniaron para hacer las plazas más estrechas, volando como latas de sardinas. Algunas pretenden incluso cobrar cada vez que un pasajero pide un vaso de agua o quiere ir al servicio. Al paso que vamos, van a cobrar los vuelos de nuestros propios pensamientos.

Hoy, Ryanair, la aerolínea irlandesa de vuelos económicos, estudia la posibilidad de vender billetes a pasajeros dispuestos a viajar de pie en rutas de corto recorrido. Según Stephen McNamara, su director de comunicaciones, “se trata de una nueva idea encaminada a reducir aún más las tarifas aéreas y a ofrecer al consumidor más opciones”. El directivo explica que Ryanair ha abordado con la empresa Boeing la viabilidad de un proyecto que modificaría la parte trasera de los aviones para instalar una serie de “asientos verticales”, similares a las sillas de una barra de bar. “De esta manera –agregó–, el pasajero podrá sentarse y abrocharse el cinturón o bien permanecer de pie cuando las condiciones de vuelo lo permitan y éste no supere los 90 minutos de duración”. Según fuentes de Ryanair, ésta última iniciativa no es una broma ni una maniobra publicitaria, aunque Boeing haya negado ya a Ryanair los “asientos de pie”.

Michel O’Leary, director ejecutivo de esta compañía, ya sorprendió al sector durante este año tras proponer cobrar por el uso de los retretes a bordo o sugerir la introducción de un “impuesto de obesidad” para tasar a los pasajeros con sobrepeso. Al paso que vamos no me extrañaría que alguna compañía tratase de cobrarse en especies los vuelos que cada uno pretenda hacer con su propia imaginación, utilizando para ello la compañía de marras u otra cualquiera. Porque aquí lo importante, me dirán, no es el vuelo imaginario que cada uno esté dispuesto a realizar, aunque sea al espacio sideral de la imaginación creadora, sino el modo cómo se consiga o el nombre del aparato que nos permita desplazarnos. Porque ha llegado el momento en que volar, no importa dónde, sea lo más habitual y práctico del mundo. Lo importante para los futuros mercaderes del espacio es el modo de desplazarnos, aunque sea con la mente anquilosada o con la nave repleta de inminentes muertos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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