miércoles, 1 de septiembre de 2010

El Gobierno de Sarkozy quiere expulsar a los extranjeros por robar o mendigar.


Sarokozy insiste en expulsar a los gitanos.


Eric Besson, ministro francés de emigracion.



Policías franceses evacúan a una familia de gitanos en el norte del país galo.


Parte de Francia se siente orgullosa de su gobierno, que pretende expulsar del territorio a todo extranjero que robe o mendiga agresivamente. Es la manera que tiene Sarkozy de preservar su nación para los elegidos y hacerla más grande. Una Francia que persigue a los ladrones y rechaza la mendicidad agresiva. Daniel Cohn-Bendit, líder del Mayo del 68 y actual diputado europeo ecologista, asegura que Sarkozy, con estas medidas contra la inseguridad, no sólo juega con el discurso de la extrema derecha, sino que “está tomando a los franceses por unos gilipollas”.

Mientras que Eric Besson, ministro de Inmigración, anuncia su intención de ampliar los criterios de expulsión de los extranjeros, una maniobra destinada a facilitar la expulsión de romaníes de Europa del Este, tres ministros de Sarkozy se atreven a poner en duda estas decisiones: El ministro de Asuntos Exteriores, el titular de Defensa y el mismo primer ministro. El ex socialista Bernard Kouchner admite que ha considerado la posibilidad de dimitir; el segundo, Hervé Morin, denuncia los discursos “del odio, el miedo y el chivo expiatorio”, abogando por “una sociedad apaciguada” y el tercero, François Fillon reconoce que tiene diferencias de “sensibilidad” con Sarkozy, quien lanzó la ofensiva antigitanos. Pero los tres siguen trabajando juntos bajos las órdenes del presidente de la República, cuya política es denunciada por la izquierda como racista y xenófoba e incluso por no pocos republicanos conservadores, airados.

Besson presenta una enmienda al proyecto de Ley sobre inmigración, a debatir en el Parlamento a finales de este mes, para que tanto la “amenaza al orden público debido a actos repetidos de robo o la mendicidad agresiva” sea motivo de expulsión. De esta forma piensa luchar “de una forma más eficaz contra las redes de inmigración clandestina” que, según él, “explotan a ciudadanos búlgaros y rumanos”. Besson defiende ante la Comisión Europea que estas medidas para expulsar a los gitanos rumanos y búlgaros son acciones que respetan “escrupulosamente” las normas europeas. Califica de “tonterías” las acusaciones” y tacha de “ridículas” las críticas.Y niega que haya un “plan contra los romaníes o contra los nómadas”. Francia, alega, aplica la legislación comunitaria “en todas sus disposiciones” y advierte de que le corresponde a París decidir el “modo” en que transpone las leyes europeas. Besson pide a la UE y a sus gobiernos que compartan “principios esenciales”, entre ellos el que la libertad de circulación y estancia es un derecho “formidable”, pero “que no puede ser incondicional”. Y pone como ejemplo la “explotación” de menores obligados a mendigar o a delinquir.

El ministro de Interior, Brice Hortefeux, se siente orgulloso de haber desmantelado 128 campamentos de gitanos y de haber expulsado en un mes a 977 de sus ocupantes. Pero su gran enemigo, Dominique de Villepin, ex primer ministro, habla de “una mancha vergonzosa y una falta moral contra la República”. Y Hortefeux recibe al presidente de la Conferencia Episcopal, André Vingt-Trois, en un intento de aplacar parte de las críticas vertidas por la Iglesia. Mientras tanto, el ministro de Defensa, Hervé Morin, declara: “No estamos aquí para atizar los odios, para buscar a chivos expiatorios”. Y, en la radio, reitera sus dudas sobre la buena conducta del Gobierno en materia de inmigración. Desde las ondas, Fillon intenta restar importancia a sus palabras. Por su parte, Kouchner comenta que piensa en dimitir por las medidas tomadas contra los gitanos. Pero corrige, poco después: “Es importante seguir; irse es desertar”. Horas después, el ministro de Inmigración, Éric Besson, anuncia que el Gobierno reformará la legislación vigente para poder expulsar a los extranjeros que “amenacen el orden público en actos reiterados de robo o mendicidad agresiva”. Todo da la impresión de un guirigay en un patio de gallinas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Es triste pedir, pero más triste es robar" Así reza el tópico cartel de algunos mendigos, quienes a partir de ahora podrán añdir "Y más triste aún que me expulsen." Esto de la mendicidad agresiva hace suponer que pedir con vehemencia es equiparable a robar. En ese caso que se sancione a algunos banqueros, politicos, ejecutivos y vendedores de todo tipo de cosas, y sobretodo a los pedigüeños por excelencia que son los fanáticos de la fe. Estos útimos, no paran de pedir y son muy cansinos y reincidentes oiga.
chiflos.

Santiago Miró dijo...

Muy acertada tu propuesta,Chiflos, que comparto totalmente

Marcos Lanza dijo...

Se ha cargado la FRATERNIDAD del lema de la Republica se ha pasado tres pueblos