martes, 8 de noviembre de 2011

El “partido” entre Rubalcaba y Rajoy.

Rajoy y Rubalcaba, candidatos del PPSOE para las próximas elecciones.


Dibujo de la portada de ABC de ayer.


Protesta de Anonimous, indignados del 15-M y otros colectivos en la calle.



Ayer noche una veintena de cadenas de televisión retransmitieron el último “partido” antes de las próximas elecciones. Hizo de árbitro Campo Vidal, el presidente de la Academia de la Televisión, quien ya arbitró el primero de los encuentros entre Zapatero y Rajoy así como el que enfrentó a Felipe González y José María Aznar, en 1993. Esta vez ha jugado Rubalcaba contra Rajoy, dos huesos duros de la política que se expusieron a ganar o a perder en 90 minutos. Ambos son del norte peninsular, uno de Galicia y el otro de Cantabria, ambos tienen nombres que comienzan por R, ambos fueron ministros del Interior, ambos son barbudos y llevaban corbatas azules, ambos temen tanto perder como desean ganar, ambos jugaron en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid en horario de máxima audiencia. El “partido” fue retransmitido por una veintena de cadenas televisivas. Y ambos sabían que sonreír puede ser a veces tan rentable como enfrentarse a gritos con el contrario e intentaron evitar sus debilidades y sus puntos negativos.


Rajoy fue el primero en llegar, poco después de las nueve de la noche. Diez minutos más tarde llegaba Rubalcaba. Los dos fueron aplaudidos por sus fans y gritados por Anonymous, por indignados del 15-M y por otros colectivos que les esperaban en la calle. “El 20 de noviembre vota PPSOE y no hagas enfadar a los mercados ¡Vota Rubaljoy!”, decía un spot montado por Juventudes Comunistas ese mismo día. Pero ni unido, ni por separado, el PPSOE estaba dispuesto a compartir sus privilegios televisivos con el resto de candidatos de diferentes partidos. Y todo pasó como se había previsto, ignorando la protesta de Anonymous, grupo informático que se manifestaba a la misma hora y en el mismo lugar, mostrando “la falta de neutralidad a la que está sometido nuestro país” y denunciando la “pantomima tras la que se esconde una agresiva propaganda electoral”.

Los dos candidatos manejaron sus tiempos y facilitaron así las réplicas y contrarréplicas para hacerlo más ágil y dinámico. Y hablaron de economía y empleo, de políticas sociales, de democracia y de política exterior. Unos tiempos perfectamente cronometrados por dos árbitros de la Federación Española de Baloncesto contratados para la ocasión, teniendo en cuenta que, en el 2008, falló el cronómetro de uno de los candidatos, aunque rápidamente se puso en funcionamiento el segundo, instalado para estos casos. Dos unidades móviles siguieron puntualmente sus gestos y sus discursos. E incluso Campo Vidal, el presentador, tenía a su disposición corbatas de diferentes colores para poder elegir una a última hora y evitar que coincidiera con la que llevaban los candidatos.


Curiosamente, los dos aspirantes a gobernar llevan 30 años en primera fila, pero nunca han debatido sus diferencias cara a cara ni en público, ni en las Cortes, ni ante las cámaras. Rubalcaba, púgil más ducho y preparado que Rajoy, había preferido no hacer ensayos con esparrin. Y eso se notó. Según su equipo, tenía experiencia sobrada en debatir y sólo le preocupaban asuntos muy básicos que, a mi entender, no quedaron rebatidos por Rajoy. En cambio, éste había preparado el debate en el que soltó una serie de datos que no se había aprendido de memoria. Él fue el primero en intervenir mientras que Rubalcaba tuvo el último turno de palabra. Por lo demás, ambos litigantes supieron mantener el contenido de la contienda, atacando cada uno en el punto más débil del otro y contraatacándose sin piedad.

La forma de pronunciar las frases, de plantear preguntas, de contestar respuestas o de interpretar gestos fue lo más importante del debate. Rajoy insistió: ¿por qué todo lo que está usted proponiendo ahora no lo hizo ya mientras gobernaba? Rubalcaba, por su parte, se centró: “Usted quiere ser presidente sin haber explicado su programa. Los votos que obtenga no van a ser por sus ideas, sino por otros motivos”. E insistió en que hay que estar prevenido contra el deseo oculto del PP de privatizar la enseñanza y la protección social y la sanidad. Ambos se comprometieron a no abandonar a los parados y a intentar buscar salidas. “Yo voy a gobernar como Dios manda –dijo Rajoy –Así que voy a mantener esa línea. Y se permitió ser condescendiente con Rubalcaba. Éste llegó en varias ocasiones a desmontar a un Rajoy, nervioso, incapaz de salirse de un guión que no dejaba de leer. Y no dejaba de profundizar en el punto débil del mismo. El PSOE había perdido, hasta el momento, tres millones de votos. Pero, ¿eran recuperables? “Yo he visto –declara el veterano consultor, José Luis Sanchís–, mover un millón de votos en una noche. Fue con Adolfo Suárez, en uno de los espacios electorales gratuitos para los comicios de 1979. Pero también con el candidato Joaquín Almunia en 2000, al PSOE se le escaparon dos o tres millones de votos en campaña. Y en la última, de Rajoy contra Zapatero, probablemente hubo un movimiento de medio millón de votos a favor del PSOE. Una campaña electoral es una caja de Pandora. Puede pasar cualquier cosa”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El debate de ayer apenas admite el símil boxistico, pese a que el lema del psoe para esta campaña sea "pelea por lo que quieres" No hubo pelea,-en estricto sensu-, porque los intentos de Perez Rubalcaba por alcanzar a su adversario eran sólo juicios de intenciones. Futurismos aprioristicos. Insidias. Nada de lo que uno, no pueda defenderse con tan sólo un poco de cintura y manteniendo las distancias. El Sr. Perez Rubalcaba,- axfisiado en su delirio populista, se autoinfligió su propia paliza, resultando el combate nulo, por inferioridad de condiciones de este candidato, que no pudo ni supo pelear por lo que quería.

chiflos.