4 de junio. Los Príncipes apoyan las corridas. Alaska, no.
A excepción de la Reina Sofía, la familia real se aclimata bien a las corridas, pese a ser un espectáculo de violencia gratuita. Ignoro si los monarcas pagan, como cada quisque, su entrada en las plazas pero, en fechas que se repiten, el Rey Juan Carlos hace acto de presencia y aplaude desde las gradas. Aunque nunca se le ha visto solo en las arenas, frente a las astas del toro, que para eso dicen que es necesario un valor sobreañadido del que el monarca no disfruta. Siguiendo el ejemplo real, los Príncipes de Asturias también aparecieron en la primera corrida de la Prensa, la de San Isidro, el pasado 27 de mayo en la plaza de toros de Las Ventas. "La anterior vez que vinimos –reconoció don Felipe– fue de novios, a la Corrida de la Beneficencia".
Ese día, el cielo de Madrid volvía a amenazar con lluvia, como cuatro años atrás, pero don Felipe y doña Letizia, no tuvieron que resguardarse bajo un enorme paraguas negro. Tampoco, en esta ocasión, faltaron las mismas miradas y sonrisas de complicidad de siempre. Más que el soporte al “Festejo Nacional”, así llamado por los forofos de los toros, hay quien dice que los Príncipes, con su presencia, pretendían sólo apoyar la Corrida de Beneficencia. Algo que tampoco comprendo del todo. Porque lo mismo podrían apoyar unas carreras suicidas de beneficencia o cualquier acto o espectáculo cruento en pro de los necesitados, sin que su acto justificara su presencia en los mismos. También se encontraba en el tendido la Infanta Elena, una gran aficionada a este "deporte" sangriente, como su padre, el Rey, y su abuela paterna, la Condesa de Barcelona, conocida como “la Primera Aficionada de España”.
Terminado el acto en que se llevaron al toro por delante, los Príncipes se trasladaron hasta la sala cultural situada en el interior de la plaza madrileña, para entregar el premio “Oreja de Oro” a Miguel Ángel Perera, ausente, y a Antonio Chenel, “Antoñete”, galardonado por sumar un total de cuatro orejas en la Corrida de la Prensa de 1966. Un premio que la Asociación de la Prensa (de la que formo parte, sin comulgar con ella en esas lides) otorga cada año al triunfador de la tarde. “Antoñete” fue premiado con 42 años de retraso, algo que el ex torero se tomó con humor. “Más vale tarde –dijo – que nunca”.
Días más tarde y compartiendo su oposición con las corridas, la cantante Alaska mostraba, en un mural contra las corridas, su figura desnuda con tres banderillas clavadas en la espalda. Fue durante la presentación de la nueva campaña anti-taurina de Peta (Asociación británica para defensa de los animales) y AnimaNaturalis. La cantante e icono de los años ochenta ilustraba un cartel que rezaba: "La verdad al desnudo: la tauromaquia es cruel". "Creo que la tauromaquia –justificaba Alaska– no está bien para nada, así que debía hacer y decir lo que pienso a todo aquel que quiera escuchar". La cantante de Fangoria añadió: "No tenemos derecho a hacer daño a nadie, ni a un niño, ni a un perro, ni a un toro". La cantante alegó que estaba dispuesta a aceptar cualquier medida que pudiera paliar el sufrimiento de los animales.
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