13 de junio: (y II) "Pepe Aviones"

En pleno auge del turismo, Juan José Hidalgo, a la vez, conocido como “Pepe Aviones”, descubre el filón de los viajes y explota su eslogan: “Curro se va al Caribe”. Aunque Pepe Frías, el actor que dio vida a este personaje, el del anuncio, en realidad, nunca estuviera en El Caribe de vacaciones: “Sólo estuve en Cuba y Santo Domingo con Halcón Viajes para entregar un millón de pesetas al primero que me reconociera”. Pero gracias a él, miles de turistas españoles viajan a Cuba, República Dominicana, México, Argentina, Brasil...

A estas alturas de la película, Hidalgo se codea con los grandes de la política española y sudamericana y reconoce que los medios de comunicación son esenciales para sus negocios. Por eso mismo no duda en darles coba y publicidad. Necesita de ella y sabe perfectamente que es la única manera de estar bien con ellos e incluso de domesticarlos. En su relación con Antonio Asensio, con el que sintoniza desde el primer momento, sufre altibajos continuos. A veces se aman; otras, se odian. Participa en el fútbol-negocio, aún sin gustarle este deporte. “En el fútbol –confiesa– no hay amigos. Todos lo parecemos pero, al final, cada uno va a lo suyo”. Es un hombre decidido, capaz de ver oportunidades donde otros sólo ven problemas y dificultades. “Todo lo que a uno se le mete en la cabeza –suele decir– lo puede conseguir con ganas y con fuerza”.

En octubre del 2001, es nombrado Cónsul Honorario de la República Dominicana. En el 2005, recibe de mano del Rey de Marruecos la más alta condecoración del Reino y, en noviembre de 2006, Jesús Caldera, le entrega la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, concedida por el Consejo de Ministros. Hidalgo es ya uno de los primeros empresarios turísticos de este país. Con su flota de aviones chárter, sus medios de transporte y con una treintena de hoteles y servicios por el mundo, se gana las loas del Gobierno socialista. De vez en cuando, aparece alguna carta que le critica en algún medio de comunicación o en alguna web. Pero los incautos autores y lectores siempre ven avasalladas sus quejas y protestas por sus éxitos comerciales y sus servicios, ofrecidos con grandes alardes de publicidad en toda la prensa. De modo que sus fallos y errores pasan casi desapercibidos.

A sus 67 años, Juan José Hidalgo no parece tener intención de retirarse. Porque pararse para él es garantía de fracaso. En Globalia, las decisiones son delegadas. Todos pueden dar su opinión, pero él es el presidente ejecutivo y el que tiene la última palabra. Ello produce ciertas tiranteces con los miembros más jóvenes de su familia que copan importantes puestos. Como autodidacta y hombre austero que es, sin ningún título universitario y huyendo de la ostentación, tiene una imagen muy diferente y ciertas desavenencias con su hijo, Javier Hidalgo, licenciado en Empresariales por la Universidad de Pepperdine (California) y Director General de Globalia. Él es más conocido por su imagen desaliñada, su fama de “playboy” y por sus amigos, asiduos a la prensa del corazón. Ambos pertenecen a generaciones diferentes y eso se nota a la hora de llevar los negocios.

Al llegar estas fechas, Juan José Hidalgo mete su pie izquierdo en las aguas del Mediterráneo pero sin olvidarse nunca de marcar el paso con el derecho. Porque la vida, como dice la letra de la canción, puede darte sorpresas y él nunca se olvida de tener un ojo puesto en ella y el otro en sus negocios.