jueves, 8 de enero de 2015

Las vacaciones del rey Juan Carlos I, en California.

 El rey padre en  Beverly Hills (California)  ¿Qué pintaba allí el rey padre en vez de ir a Brasil. Foto de Chance.
 
 El rey Juan Carlos I, en una visista oficial a Colombia.
 
Felipe VI recordaba el martes pasado, durante la celebración de su primera Pascua Militar como monarca, la labor desarrollada por su padre al frente de la Corona al que dedicó un “homenaje de gratitud y respeto” que, a su juicio, “merece de todos”. Don Juan Carlos I pasaba el fin de año lejos de España, eligiendo Los Ángeles en donde se le pudo ver en uno de los restaurantes más lujosos de Beverly Hills, The Ivy, conocido por albergar al mayor número de celebridades por metro cuadrado. El monarca decidió pasar la última noche del año a miles de kilómetros de España y comenzar su primer año como rey emérito, disfrutando de su estancia en California, lejos de los quebraderos de cabeza de su patria.

Desde su abdicación, don Juan Carlos ha asistido a contados actos oficiales, no queriendo irrumpir en el ámbito de acción de su hijo en estos primeros meses del relevo de la Corona. El Buscón escribe en Vozpópuli que don Juan Carlos recorrió, en este tiempo, algunos buenos restaurantes españoles y se desplazó subrepticiamente a varios países en el extranjero. Este final de año fue fotografiado en la terraza del restaurante The Ivy. Un destino lejano y que requiere un largo vuelo. El rey padre, a lo que se ve, está en excelente forma física. “Y si es así –escribe El Buscón–, las quejas del mundo diplomático y empresarial español sobre la ausencia de una representación de alto nivel en la toma de posesión de la presidenta brasileña se hacen más lógicas y razonables. ¿Por qué no acudió el rey padre a Brasilia a la asunción de Dilma Rousseff? Nadie del Gobierno estuvo en la cita. Nadie, tampoco, de la Casa Real. Brasil representa, junto al Reino Unido, el primer destino de las inversiones españolas en el extranjero. Hay muchos intereses económicos depositados en el coloso iberoamericano como para no tratarle con más atención. La representación española se ciñó al embajador en Brasil, Manuel de la Cámara, un funcionario de primer nivel. Pero nadie más. ‘Es el mismo nivel que otros países europeos – explican en Exteriores–. Pero ¿es que España pinta lo mismo en Iberoamérica que Alemania o Francia? ¿Estamos todos locos o son unos incompetentes?, decía un empresario español cuya compañía está presente en la zona”.

Ni el Gobierno ni la Casa Real han dado explicaciones al respecto. “Quizás la fecha de la toma de posesión, el 1 de enero, resultaba algo incómoda. Pero ya que don Juan Carlos andaba al otro lado del charco, quizás podría haberse acercado a saludar a la mandataria brasileña. Ya acudió a Colombia, tras su abdicación, a la toma de posesión de Juan Manuel Santos. También era un reelecto, como Rousseff. Pero ahora el rey padre ha optado por el plácido descanso en el lujoso entorno californiano. Nadie sabe con quién fue ni en qué avión viajó. Tampoco se sabe cómo y dónde pasó las navidades la Familia Real. La transparencia choca con la privacidad del entorno de lo que dicen privado. Como si los reyes tuvieran algo privado”.
 
El Buscón recuerda lo que se dijo, en su día, de la sustitución de Felipe VI por su padre, Juan Carlos I, en las labores de representación en Iberoamérica. En especial, en las tomas de posesión de altos mandatarios. “El entonces Felipe no fallaba una. Allí estaba siempre, en buena muestra de su entrega y sacrificio, por minúsculo que fuera el país en cuestión. Pero, de momento, ese plan no se ha concretado. Hoy Don Juan Carlos sigue residiendo en el Palacio de la Zarzuela, a la espera de una mudanza sin fecha decidida. Y ha recibido el pasado año, como estipulan los Presupuestos, unos emolumentos por valor de 292.752 euros. Si su voluntad es colaborar en todo lo posible con su hijo, bien podría haberse acercado hasta Brasil. Ni Zarzuela ni Moncloa han estado en esta ocasión demasiado hábiles. Don Juan Carlos, deseoso, a lo que se ve, de ejercer su vocación de trotamundos gastronómico, seguramente habría estado encantado. Su patria y la Corona, además, estarían doblemente agradecidas”.


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