Los periodistas españoles rechazan el discurso del miedo.
La
Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) señala en un comunicado su
preocupación ante algunas de las reacciones que se han producido tras los
brutales atentados contra el semanario francés Charlie Hebdo y un supermercado
judío, que alientan a recortar libertades públicas como si esto fuera
imprescindible para combatir el terrorismo. La FeSP condenó desde el primer
momento estos atentados y desligó de esa condena a cualquier otro colectivo o
cualquier creencia religiosa.
La
FeSP llama la atención sobre la actitud de algunos medios de comunicación y de
algunos tertulianos que, con sus titulares y opiniones, no contribuyen a la
imprescindible convivencia social sino, por el contrario, parece que estimulan
a la violencia de Estado y propician el odio entre las personas. Y considera
igual de preocupante “la difusión de la perversa teoría que contrapone la plena
vigencia de las libertades a la necesidad de normas de seguridad eficaces para
prevenir la violencia terrorista”. Consciente o inconscientemente, añade, esas
opiniones alimentan la tendencia de algunos políticos y gobernantes que
pretenden imponer soluciones simplistas a problemas complejos.
Sostiene
la FeSP que está demostrado que los ataques a las libertades ciudadanas no se
pueden combatir de manera eficaz con normas restrictivas de esas mismas
libertades: “Quienes defienden estas soluciones, por lo general no es que
cometan un error sino que tratan de aprovechar una situación de angustia social
para imponer de manera perversa sus tendencias represoras”. La Junta Ejecutiva
Federal de la FeSP, en coincidencia con la opinión de los periodistas
franceses, de sus organizaciones representativas y de la Federación
Internacional de Periodistas (FIP) y su filial europea (FEP) –a las que
pertenece–, se dirige a los informadores, a toda la ciudadanía y a los
gobernantes: “Reiteramos –sostiene la FeSP– la más rotunda condena de los
atentados perpetrados en Francia, como de cualquier acto terrorista, en este
caso dirigidos contra la libertad de expresión, uno de los pilares de la
democracia. Pero rechazamos el maliciosamente extendido discurso de la
necesidad de una seguridad extrema, porque los informadores queremos trabajar
con seguridad pero no bajo un permanente control policial. Exigimos, más que
nunca, la plena vigencia de las libertades para los medios de comunicación y
toda la sociedad. Rechazamos los mensajes del miedo y del odio, que solo pueden
traer más violencia y una existencia vigilada y bajo sospecha. Denunciamos el
peligroso incremento de las desigualdades sociales y el efecto devastador de
las discriminaciones como primer síntoma de violencia. Instamos a todos los
compañeros y compañeras de la información a una seria reflexión sobre nuestra
responsabilidad profesional, para evitar convertirnos en mensajeros del odio. Y
exigimos a los gobernantes que cumplan con su obligación de garantizar la
seguridad ciudadana sin ceder a la presión de los sectores ultraconservadores
que agitan la falacia de que vivir seguros es contrario a vivir con libertad”.
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