A propósito de las puertas giratorias (I)
La ley obliga a los altos cargos a abstenerse durante dos
años de ocupar puestos en entidades del sector privado afectadas por decisiones
en las que hayan participado.
El Artículo 15 de la ley del 30
de 2015 dispone que “Los altos cargos, durante los dos años siguientes a la
fecha de su cese, no podrán prestar servicios en entidades privadas que hayan
resultado afectadas por decisiones en las que hayan participado. La prohibición
se extiende tanto a las entidades privadas afectadas como a las que pertenezcan
al mismo grupo societario”. Además, en esos dos años, les obliga a informar a
la Oficina de Conflictos de Intereses sobre las actividades que vayan a realizar.
A cambio, los afectados reciben sustanciosas indemnizaciones al dejar su puesto
de trabajo.
Pero, al contrario de lo que se
pretendía, el ejemplo de puertas
giratorias no solo no se ha frenado sino que ha seguido aumentando en nuestro
país con total impunidad. Jesús Sánchez Martos, por ejemplo, acaba de dejar la
Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Polémico en sus declaraciones,
reprobado por el Parlamento autonómico y enfrentado a muchos de los sindicatos
y a parte de su equipo, Sánchez Martos tenía el perfil menos político de todo
el gabinete de la presidenta regional. Pues bien, el Gobierno del que acaba de
salir también le ha encontrado un hueco en otra fundación, tal y como adelantó
la Cadena SER. Será el nuevo director de la Fundación para el Conocimiento
Madrid, cuyo objetivo tan loable es “contribuir a hacer de la calidad de la
educación superior, la ciencia, la tecnología y la innovación un elemento clave
de la competitividad y el bienestar de los ciudadanos”. Cobrará por ello 82.491
euros anuales. Muchas de estas fundaciones son unas grandes desconocidas para
la ciudadanía, con unos objetivos confusos y rimbombantes. Como la fundación
que ahora dirigirá Sánchez Martos. La Audiencia Nacional investiga, desde junio
de 2016, dentro del marco del caso Púnica los trabajos que este ente público
encargó a uno de los principales investigados, Alejandro de Pedro. El juez
instructor pedía toda la documentación, ya que manejaba indicios de posibles
irregularidades en los contratos desarrollados por Alejandro de Pedro y sus
empresas Eico Online y Madiva Editorial para la Fundación para el Conocimiento
Madrid+d.
Desde el Gobierno de Cifuentes,
también recalcan que la Comunidad de Madrid ha hecho importantes esfuerzos para
recortar la estructura de empresas públicas y fundaciones, buscando mayor eficacia
y eficiencia. Ya no existen, por ejemplo, fundaciones tan variopintas como la
Fundación Dos de Mayo (cerrada en julio de 2014), constituida en el año 2007
por Esperanza Aguirre para organizar los actos conmemorativos del bicentenario
del 2 de mayo y la Guerra de la Independencia, y que también aparece ahora
dentro del caso Púnica porque el juez investiga si se utilizó para financiar
irregularmente al PP de Madrid. O la Fundación para el Mecenazgo y el
Patrocinio Social, que llegó a ser dirigida por Santiago Abascal (hoy líder del
partido político VOX), una entidad sin ánimo de lucro de participación pública
y privada que, en su último año de actividad, manejó un presupuesto de 252.000
euros (de los que 183.000 procedían de
la comunidad) y que solo tenía dos personas en plantilla, entre ellas el propio
Abascal. Esta fundación, según se llegó a tratar en la Asamblea de Madrid, tuvo
unas pérdidas de 440.000 euros en sus últimos cinco ejercicios contables (2008
a 2012).
Mañana (Y II) Las puertas
giratorias son… sanísimas.
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