Democracia a palos.
En el editorial del pasado día 2
de octubre, Público dice textualmente: “La brutalidad policial causó el domingo
1 de octubre docenas de heridos y contusionados en Cataluña (844, según el
conteo quizá exagerado del Gobierno catalán). Hubo 2.200 colegios electorales
abiertos, y 313 fueron cerrados por la policía, en muchos casos usando porras y
pelotas de goma contra una ciudadanía inerme. Pese a estas escenas terribles,
cientos de miles de ciudadanos pacíficos formaron largas colas en muchos
lugares de Cataluña. A los problemas organizativos y a la ausencia de garantías
democráticas, que se daban por descontados, se sumaron la violencia disuasoria
y desproporcionada del Estado y una ejemplar movilización popular. Ambas cosas
convirtieron el referéndum ilegal convocado por la Generalitat en el mayor
éxito internacional del Govern hasta la fecha. La penosa actuación de las
fuerzas del orden enviadas por el Estado español ayudó lo suyo, y supone una
catástrofe política para el Gobierno del PP, y una inquietante amenaza para el
proyecto democrático común, seriamente tocado, este día y los anteriores, por
el abuso de poder, los registros sin órdenes judiciales y los ataques a los
derechos fundamentales.
“Hoy sabemos a carta cabal que
cerca del 40% de los catalanes no respetan el ordenamiento constitucional, y
que ya no basta con invocar la ley y mirar hacia otro lado. El Gobierno de
Rajoy pretende hacernos creer que ayer no pasó nada en Cataluña; como respuesta
a esa estupidez basta el sarcasmo de la prensa mundial. Si es peligroso su
despiste, más todavía lo es su puesta en escena: el contraste entre la
pasividad policial en las manifestaciones españolistas y la agresividad
mostrada en Cataluña resume la línea de un Gobierno inútil, que nos ha llevado
a una situación explosiva.
“Todos los medios internacionales
importantes han subrayado el uso de la violencia indiscriminada por parte de
las fuerzas del orden, a las que la jueza había ordenado actuar con mesura. Al
erigirse en bombero pirómano, Rajoy ha convertido una consulta sin valor legal
ni respaldo internacional en un acto político de repercusión europea y con un
apoyo social cada vez más amplio: el no-referéndum será trascendente a corto y
medio plazo y, hoy mismo, ya lo ha cambiado todo y lo ha superado todo, incluso
cualquier análisis emitido con anterioridad”.
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