Los ocho segundos de Catalunya republicana independiente.
La jornada catalana del martes
pasado, comenzó con una calma rara. Europa entera miraba hacia Barcelona. Más
de 1.000 periodistas acreditados observaban cuanto iba aconteciendo en el Palau
de la Generalitat mientras unos helicópteros seguían desde el aire a las
multitudes que abarrotaban la calle. La Delegación del Gobierno estaba vallada
desde hacías días por furgones de policía, y sus agentes vigilaban, armados con
metralletas. A mediodía, una caravana de tractores, convocados por la Unió de
Pagesos, el sindicato mayoritario en el campo catalán, había irrumpido por la
Diagonal, repleta de esteladas en medio de una ciudad aparentemente ajena a todo.
A las seis de la tarde, el pleno de la Generalitat debía dar comienzo, se
aplazó una hora. En Madrid, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de
Santamaría, había mantenido el último rifirrafe con el portavoz del PDeCat,
Josep Lluís Cleries. “Están ustedes a tiempo de tomar una decisión justa. Apelo
a su conciencia”, dijo Santamaría. El senador nacionalista cerró su
intervención sin responder a la vicepresidenta, con un “Visca Catalunya
llibre”. “Desde sus redes sociales, el presidente del Consejo Europeo, Donald
Tusk, reclamó a Puigdemont no volar el último puente hacia el diálogo. “Era –escribió Jose Precedo y Yeray S. Iborra
en Eldiario.es– como si todo el mundo, lejos del movimiento independentista,
tratase de impedir in extremis que Puigdemont llevase a cabo su plan anunciado,
el mismo que acometió junto a Esquerra y la CUP, en septiembre de 2015. El
Govern mantuvo sus planes en secreto hasta el final. La misma mañana, su
portavoz y consejero de presidencia, Jordi Turull, ni siquiera había anticipado
nada a la prensa durante la comparecencia para informar de la reunión del
gabinete. ‘Las deliberaciones son secretas’, se limitó a responder… El canal 24
horas de TV3 retransmitió su salida en directo con la solemnidad de una jornada
histórica. Amplificaron su señal dos pantallas gigantes instaladas por la
Asamblea Nacional Catalana en la explanada del Arc del Triomf, muy cerca del
Parlament… Un grupo de jóvenes portaban botellas de cava para ‘brindar por la
independencia’. Si asoma la imagen de Mariano Rajoy en la tele, la muchedumbre
silbaba. Si era el presidente valenciano, Ximo Puig, pidiendo no declarar la
independencia, más abucheos…”
Una multitud, congregada en el
paseo Lluís Companys, siguiendo, en una pantalla gigante, la comparecencia de
Puigdemont.
Sobre las siete de la tarde,
estalló otra ovación para la presidenta de la Cámara catalana, Carme Forcadell,
quien había leído una declaración institucional contra la violencia machista,
que se ha había cobrado la vida de tres mujeres en Catalunya, durante el último
mes. Al fin, Puigdemont, pasó a la tribuna y, en medio de aplausos de aclamación,
tras una larga exposición, pronunció: “Asumo presentarles los resultados del
referéndum, el mandato del pueblo de que Catalunya se convierta un Estado
independiente en forma de república. [...] Las urnas, el único lenguaje que
entendemos, dicen sí a la independencia y este es el camino que estoy dispuesto
a transitar”. Segundos más tarde, la euforia se cambiaba por signos de decepción,
incredulidad y desaliento con la continuación del president: “Proponemos
suspender durante unas semanas la declaración de independencia para entrar en
una etapa de diálogo”. La pitada se hizo general y la tristeza se dibujó
en los rostros de una mayoría. Había sido la independencia más corta de la historia.
Ocho segundos de reloj. Al menos, la de Lluís Companys, en 1934, duró 10 horas,
lo que tardó el Ejército español en entrar a detenerlo. Puigdemont continuó
todavía hablando pero el número de caras de incomprensión seguían aumentando.
Cuando concluyó, pareció recibir más aplausos que abucheos, pero la multitud
salió en estampida. Y, entre los que se quedaron, hubo voces que abroncaron a la
portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas. La decepción se había apoderado de los
que aún aguardan. “Si llegan a declarar la independencia –comentó un
empresario–, nos mandan a los militares. Lo hemos dejado en manos de terceros
que medien y me parece bien”.
Carles Puigdemont anunció la declaración de unilateral de independencia…, inmediatamente
suspendida.
“Las botellas de cava de la
fiesta del independentismo estaban descorchadas, pero medio llenas o medio
vacías, y, no acabadas, no dio tiempo a completar el brindis –comenta Sato Díaz
en Cuartopoder–. Los miles de
independentistas concentrados en el Paseo Lluís Companys, convocados por la ANC
y Òmnium, pasaron del cielo a tierra firme, del sueño a la dura realidad, en
cuestión de segundos, los que duró esa Catalunya independiente que quedó
suspendida en favor de una solución dialogada y acordada con el Estado. Ocho
segundos hasta que fue suspendida. Según la Wikipedia, Catalunya fue el estado
independiente más efímero de la historia. Tras el Pleno, los diputados de la
mayoría independentista, JxSi y CUP, firmaron una declaración en la que se decía
explícitamente: ‘Constituimos la República catalana, como estado independiente
y soberano, de derecho, democrático y social’. Los representantes
independentistas habían prometido que el referéndum del 1-O sería vinculante y,
por lo tanto, tenían que darle una salida airosa a los más de dos millones de
votos por el ‘sí’, depositados en las urnas durante una jornada violenta
marcada por la brutalidad policial. Un número de votos que, a ojos de muchos,
no eran suficientes para proclamar la independencia. Aun así, nadie celebró
ninguna proclamación de la República Catalana y la frustración abrazó a un gran
sector de la población que, durante las últimas semanas, estuvo en pie, en las
calles, al lado del Govern, defendiendo el referéndum, sus resultados, las
instituciones y la independencia catalana. Condenando los recortes en derechos
y libertades impuestos por el Gobierno de Rajoy en su intento de frenar el
referéndum. No hubo celebración, porque el subtexto era claro, no hubo ninguna
declaración de independencia por el momento. Juego retórico, escenificación
política dirigida por Carles Puigdemont. El president intentó ganar tiempo,
abrir paso a la negociación y a la mediación política. Puigdemont no declaró la
independencia en el Pleno y, antes de que eso ocurriera, la suspendió”.
Carles Puigdemont, asediado por las cámaras, firmando el documento en el que se compromete a impulsar una
república catalana.
“Asumo el mandato del pueblo de
que Catalunya se convierta en un Estado independiente en forma de república”,
esas fueron las palabras de Puigdemont, seguidas de una interrupción de ocho
segundos. La teatralización estuvo, al parecer, motivada por una importante
llamada de última hora. En el diario La Vanguardia, Enric Juliana habló de que
la llamada que ayudó al president a frenar fue la del presidente del Consejo
Europeo, Donald Tusk. La CUP mostró su descontento. Y, en un acto de serenidad
y contención, aunque contundente, sus miembros advirtieron: “La confianza en el
Govern ha quedado tocada, pero no rota”. Pidieron plazos a Puigdemont para que
el diálogo y la mediación se materializase. Quim Arrufat, exdiputado e
integrante del Secretariado Nacional de la CUP, advirtió de que, en caso de que
Puigdemont les fallara, tenían herramientas para presionar por la república: la
huelga, la misma que paralizó Catalunya el pasado 3 de octubre, y la
movilización en forma de Comités de Defensa del Referéndum, los mismos que
hicieron posible la consulta del 1-O con el Estado enfrente, intentando
mediante todos los medios, desarticularla. Si Rajoy seguía por el camino escogido
hasta ese momento, podría agarrarse al artículo 155 y crear una verdadera lucha
a muerte contra los independistas catalanes. Se había llegado a momentos
límites de tensión política. La extrema derecha y su discurso tenían cada vez
más presencia en España, tal y como se observaba en acciones violentas, después
de la manifestación del domingo, en Barcelona, o del lunes, en Valencia. Y una
proclamación clara de la independencia por parte de Puigdemont habría llevado a
una espiral de una tensión difícil de predecir. El choque político y social
parecía imparable. Puigdemont había cortado, por el momento, con esa espiral y
así se interpretó en el extranjero. Pero Rajoy quería volver a entrar en ella. ¿Intentaría
el presidente del Gobierno alargar la tensión con Catalunya y, de esta manera,
tapar la relación del PP con la corrupción? La alcaldesa, Ada Colau, pidió a
Puigdemont que no declarara la independencia y éste, al parecer, le escuchó.
Miquel Iceta, primer secretari del PSC, también tuvo un tono conciliador, sobre
todo, comparándolo con las declaraciones de José Luis Ábalos, secretario de
Organización de Organización del PSOE, quien veía decepcionante y deshonesta la declaración
de Puigdemont y se alineó con el Gobierno. El PSOE se aproximó mucho al PP,
aunque las discrepancias internas eran muy grandes. Pero Rajoy recogió el
guante o prefirió la confrontación. Y, tras los segundos de la declaración de
Puigdemont, llegó el coitus interruptus para una gran parte del
independentismo.
Anna Gabriel, se rebeló contra Puigdemont por
haber “suspendido la voluntad de dos millones de catalanes”.
La diputada de la CUP, Anna
Gabriel cargó en su intervención del martes contra el president de la
Generalitat, Carles Puigdemont, por haber “suspendido la voluntad de 2 millones
de catalanes”. Después del Pleno en la cámara, la CUP admitió que la
declaración firmada no tenía validez jurídica y anunciaba que dejaba el
Parlament: “Creíamos que hoy tocaba proclamar solemnemente la república
catalana, y quizás, hemos perdido una oportunidad histórica. Pero esta
proclamación solemne de la república no ha llegado, y lo hemos sabido una hora
antes del pleno, y por eso, no podemos aceptar la suspensión”. Así comenzaba
Anna Gabriel su discurso, lamentando no haber podido realizar lo que tenían
pensado. La CUP quería proclamar de forma coral con sus diputados, en 10
idiomas diferentes, la independencia de Cataluña, después de que lo hiciera el
president. Pero no pudo hacerlo, al pedir Puigdemont al Parlament suspender los
efectos de la declaración de independencia. “Nosotros –declaró Gabriel– no
somos un actor principal en la historia de este país; lo es la gente. Delante
de esta gente, la vía para conseguir las libertades es la desobediencia, y no
podemos aceptar la suspensión de nada”. La diputada de la CUP le reprochó al
president haber pedido diálogo y una mediación. “Mediación y negociación, ¿con
quién? ¿Con el Estado, que sigue persiguiéndonos y amenzándonos, que despliega
sin vergüenza cuerpos policiales y militares? Ni nosotros ni mucha gente vamos
a renunciar. No hay derrota que valga. Estamos dispuestos a defender la
república catalana. En el nombre de las personas que llevan un nuevo mundo en
el corazón, seguiremos luchando por la república”. Tres días más tarde, la CUP
remitía una carta al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en la que
le exigía “la proclamación de la república”. “Si pretenden seguir aplicando las
previsiones del artículo 155 de la Constitución española, que lo hagan con la
república ya proclamada”, continuaba el texto, que emplazaba a responder al
requerimiento del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, situándose en el
ejercicio del derecho de autodeterminación. La CUP consideraba que responder al
requerimiento de cualquier otro modo supondría “avalar todas y cada una de sus
amenazas, su menosprecio y su represión”, y volver a la legalidad
constitucional que, según la formación, una mayoría de catalanes decidió
romper. “Permanecer inmóviles a sus amenazas, sus negaciones y su autoridad, no
nos permitirá existir como pueblo, no nos permitirá gobernarnos ni avanzar en
la consecución de más derechos y libertades”, argumentaban, y finalizaban que,
aunque una eventual república catalana no cuenta con el apoyo de otros Estados
y mercados, sí que contaría con el apoyo de la gente.
CaixaBank
tralada su sede a Valencia y la Fundaciòón bancaria La Caixa y Criteria a
Palma.
La Editorial Planeta anunció hace
unos días que cambiaba su sede fuera de Catalunya, sumándose a un relevante
listado de empresas que ya han dado pasos en esa dirección. De las 7 compañías
catalanas que cotizaban en el Ibex, sólo queda ahora una, Grifols, la cual
también está meditando su marcha de la región catalana. Las últimas en marcharse
de Cataluña en cuanto a cambio de domicilio social han sido Catalana Occidente,
eDreams e Indukern. Este mismo miércoles AXA Seguros confirmaba que también se
apuntaba a este éxodo. Los cambios de sede comenzaron con la salida de
CaixaBank y Sabadell. Gas Natural Fenosa, Aguas de Barcelona, Colonial,
Abertis, Cellnex e Idilia Foods –propietaria de Cola-Cao y Nocilla– adoptaron
la misma decisión. Otras empresas que ya ha hecho efectivo su traslado de sede
son las aseguradoras Segur, Caixa, Adeslas y Vidacaixa (a Madrid) y MGS (a
Zaragoza); las gestoras de fondos Trea Asset y GVC Gaesco (que, según apunta
ABC es propiedad de la familia Vallbé, vinculada a Òmnium Cultural) y otras
como San Miguel, Torraspapel, MRW o Lleidanet.
Una
estelada preside la Plaça del Diamant,
en Grácia.
“Gràcia es –según explica Antonio
Pascual, en ElConfidencial–, en cierto modo,
un pueblo de 50.000 habitantes con las calles en damero, como el
Eixample, pero sin sus grandes avenidas, y varias placitas donde los vecinos de
toda la vida conviven con modernos de variado pelaje en aparente armonía. Hay
tiendas de tatuajes, barberías y ese tipo de negocios que proliferan en los
'barrios instagram', como Dalston en Londres o Lavapiés en Madrid, con una
salvedad: no puedes pasear cinco minutos sin encontrarte de frente con una
alusión a la independencia. Las paredes están empapeladas de carteles rojos que
dicen ‘Sense desobediencia no hi ha independecia’, una llamada al desacato que
se toma con mucha naturalidad en el barrio. Mientras fotografío uno, en un cubo
de basura, una mujer espera paciente con la bolsa a que termine. ‘Están por
todo el barrio, los puedes encontrar más bonitos’, me dice. Se llama Adela,
tiene 53 años y trabaja como comercial en una aseguradora médica. Siempre ha vivido
en Gràcia. Me señala el fondo de la plaza, donde hay pintada una 'estelada'
gigante en el acceso del ascensor de un aparcamiento subterráneo, en la Plaça
de la Revolució: ‘Y ahí tienes más parafernalia para hacer fotos, cada día nos
pintan algo nuevo’, dice… Gràcia es un distrito con tradición progresista y un
tejido asociativo fuera de lo común. La que más peso político tiene es
Endevant, a la que pertenece la diputada Anna Gabriel. ‘Solo te diré una cosa:
si Puigdemont nos traiciona, o nos termina de traicionar, desobedeceremos a
este y a los gobiernos que vengan’, afirma un treintañero en la Plaça de la
Vila, debajo de la Torre del Reloj, donde el jueves por la noche se reunieron
decenas de vecinos en asamblea para aunar fuerzas. Los reunidos, erigidos en el
Comité de Defensa del Referéndum, decidieron continuar pase lo que pase hasta
alcanzar la República Catalana”.
“Aunque el mensaje es radical
–prosigue Antonio Pascual–, de desobediencia a las autoridades, la rebelión de
Gràcia es muy tranquila. Las de los bares terrazas están a rebosar y los
turistas corren en cueros porque la zona ha ganado fama internacional en
materia de despedida de solteros. Mientras unos australianos corren en
calzoncillos por la plaza, Montse, una vecina de 39 años, controla a sus hijos,
que juegan al fútbol en la Plaça de la Vila. ‘¿Sabes lo que dicen en Barcelona
de nosotros, no?, explica. Que en Gràcia somos lo que más de Barcelona en todo.
Si interesa el feminismo, somos los más feministas. Si interesa el
independentismo, los más independentistas’, dice la barcelonesa entre risas.
‘Ahora más en serio, la sensibilidad de Gràcia es distinta con respecto a otros
barrios. Por estas calles paseaban las parejas de lesbianas cuando eso no se
veía más que en Suecia’, sostiene, ‘así que es importante lo que sucede en el
barrio, porque la historia nos dice que los demás distritos suelen venir
después’. En cualquier caso, apunta el relato de varios vecinos, el barrio da
por sentada la independencia, si bien no las formas. Montse discute cada día
con su marido y su hermano en casa, ambos partidarios de una desconexión
radical y ajenas a las autoridades, ‘ciudadana’, dice, pero ella aboga por el
consenso: ‘Yo llevo cantándole a mi familia eso del 'Despacito, suave, suavecito’,
para que entiendan que no se puede ser tan bestia, pero cada vez hay más gente
que piensa como ellos en Gràcia, que ve cerca un objetivo de muchos años y se
quiere lanzar de cabeza. Sinceramente, espero que si la independencia sale
adelante, y estoy convencida, se haga bien, pactada, y, si no, mejor guardarnos
la ocasión para cuando pueda hacerse”
Charlie
Hebdo se burla del procés. Los
catalanes, más tontos que los corsos, según la revista Mongolia.
El semanario francés Charlie
Hebdo ha dedicado su portada de su último número, publicado el miércoles 11 de
octubre, a la situación que se vive en Catalunya, después de que el president
del Govern, Carles Puigdemont, asumiera “el mandato del pueblo para la
declaración de independencia, pero la suspendiera unas semanas para entrar en
una etapa de diálogo”. Bajo el titular “Les catalans plus cons que les corses”
(Los catalanes, más tontos que los corsos), la revista satírica francesa
presenta una viñeta en la que aparecen tres independentistas encapuchados y
armados, en una mesa con un mantel blanco en el que se ve una cabeza de moro de
color negro portando una banda blanca en la frente. Es una escenografía que
recuerda a las de los movimientos terroristas que reivindican la secesión de la
isla francesa, como el Frente Nacional de Liberación de Córcega. “Exigimos un
debate”, afirma uno de los encapuchados en un bocadillo. En su editorial, la
revista satírica realiza un duro alegato contra las intenciones
independentistas catalanas que atribuye a motivos económicos: “Catalunya
reclama la independencia porque no quiere seguir pagando a otras regiones de
España menos ricas que ella (...) La lengua, la cultura, las tradiciones están
bien para las postales, pero el dinero está mejor”, asegura. El semanario dice
que, “si todas las regiones de Europa que poseen una lengua, una historia y una
cultura originales, empezaran a reclamar la independencia, el viejo continente
se haría pedazos”, y asegura que, con las 200 lenguas que hay en Europa, “¿por
qué no proclamar tantas declaraciones de independencia como vinos y quesos hay
en Europa?”. La publicación asegura que una independencia solo es legítima “cuando
supone la liberación contra la tiranía y la opresión”, pero duda de que
Cataluya tengan hoy “un destino trágico” del que deban liberarse. Charlie Hebdo
también critica en su editorial que cierta izquierda europea se haya postulado
del lado catalanista y se pregunta “por qué la identidad cultural reivindicada
por los catalanes tendría que ser tenida en cuenta y no la identidad cristiana
defendida por los xenófobos europeos”. Y reflexiona: “La independencia de
Catalunya no tiene como objetivo liberar a esta región de una tiranía que ya no
existe, ni permitir a su economía tener una prosperidad que ya tiene, y menos aún
tener el derecho de hablar una lengua autorizada hace mucho tiempo”. La revista
la encuadra en la “obsesión identitaria que se extiende por Europa” y que se
traduce en un “nacionalismo de derechas y de izquierdas que tienen un punto en
común: el nacionalismo”.
Y ¿cómo ve la prensa extranjera
la movida catalana? “Puigdemont apuesta por el apaciguamiento; la independencia
tendrá que esperar”, titula el parisino Le Figaro. “Europa respira, no habrá
revuelta en Barcelona”, titula el Bild,
el diario más difundido de Alemania. “Puigdemont frena el impulso de la
secesión y seca potencialmente el tenso enfrentamiento político con Madrid”,
escribe en su primera página la edición europea del Wall Street Journal. El editorial del Suddeutsche Zeitug abunda en esas ideas y va
más allá: “Puigdemont ha elegido el camino de la razón. Rajoy tendría que
seguirle. La crisis está aún lejos de ser resuelta pero una solución política
es posible. España no debe humillar a los secesionistas derrotados” dice uno de
los diarios más respetados de Alemania. Otro de ellos, el Frankfurter
Allgemeine, además de titular que la independencia ha quedado suspendida, no ve
precisamente las cosas fáciles: “Los separatistas ahora no tienen plan y el
gobierno se ha negado a permitir cualquier diálogo”, escribe en su editorial. Le
Soir, el primer periódico de Bélgica, conservador, afirma: “Proponer el debate
es un deber de estado. Existen buenos argumentos contra la secesión de
Catalunya. Pero no basta con referirse a la constitución. Las constituciones
deben ser siempre objeto de debate”. Aparte de reseñar que el euro se ha
reforzado esta mañana, tras conocerse la suspensión de la independencia
catalana, el Financial Times se muestra
poco optimista al respecto de que se abra enseguida una negociación: “La
posibilidad de un diálogo inmediato con Madrid es muy pequeña. La gran cuestión
en estos momentos es cómo va a reaccionar el Gobierno español. Y podría
decretar el artículo 155”. Otros diarios europeos se hacen preguntas como “¿Ha
habido presiones extranjeras sobre Puigdemont para que modificara su postura?”.
El Bild cree, sin dudas, que sí. “Hubo
diplomacia secreta hasta el último minuto”, afirma el diario alemán. ¿Y debe
haberla? El Suddeutsche opina sin ambages que sí: “Sería mejor que Rajoy
siguiera la parábola del hijo pródigo, pero, si eso no ocurre, Europa debe
interferir”. Por el momento, ningún diario cita la posibilidad de que también
La Moncloa esté recibiendo peticiones de moderación.
El martes, en un “cara a cara”
con Daniel Cohn Bendit durante la Feria del Libro de Frankfurt retransmitida
por varias televisiones, Emmanuel Macron rechazó varias veces la mediación
extranjera que pedía su interlocutor. Pero éste insistió y, finalmente, al
presidente francés se le escapó esta frase: “Por ahora, no”. Le Monde publicó
un análisis sobre este asunto y sobre la postura de Macron: “¿Por qué el asunto
catalán fascina tanto al resto de Europa?” se pregunta el texto. “Porque más
allá de las fronteras de España se ha instalado el sentimiento de que no es una
crisis puramente catalana o simplemente española, sino profundamente europea”. Y
sobre la posibilidad de una intervención, añade: “Catalunya ofrece un caso
práctico ideal para conciliar las virtudes de “los fragmentos de Europa”, “los
encantos de la diversidad” y “la suerte inédita del multilingüismo” con una
“Europa soberana, unida y democrática”. (Los entrecomillados son frases
textuales del discurso sobre su proyecto de reforma de la Unión Europea que
hace cuatro días pronunció el presidente francés). Los principales medios
internacionales recogen la comparecencia del presidente catalán en el Parlament
y destacan la suspensión de la declaración de independencia. The New York Times,
periódico estadounidense. destacaba en
su titular que el presidente catalán manifestó que Cataluña “se ha ganado la
independencia, pero hace una llamamiento al diálogo con Madrid”. El diario The
Guardian dice que “el presidente catalán, Carles Puigdemont, ha sacado a la
región del borde de un enfrentamiento sin precedentes con el Gobierno español
al anunciar que suspenderá una declaración de independencia para proseguir las
negociaciones con la esperanza de resolver la peor crisis política de España
durante 40 años”.
El francés Libération subraya
claramente las intenciones finales de la Generalitat, al destacar las palabras
de Puigdemont: “Catalunya será independiente en forma de una República”. En su
noticia, el diario explica que el presidente catalán ha “aplazado” su
declaración. En su portada, se incluye el titular “Barcelona juega en tiempo de
prórroga”, junto a una foto en la que aparecen independentistas concentrados en
el exterior del Parlament con caras de decepción. El Financial Times señala la
llamada al diálogo, mientras Le Monde afirma que “Puigdemont temporiza”, en
medio de una gran “ambigüedad”. El diario francés completa la cobertura de la
noticia con un directo con lo que acontece en España.
Según Jordi Évole, el guionista del Porcés
trabajo con Hitchcock.
La comparecencia de Carles
Puigdemont el pasado martes en el Parlament, donde suspendió la declaración de
independencia en busca de un mayor diálogo, generó opiniones de todo tipo. Una
de las que más recorrido tuvo en redes sociales fue la vertida por Jordi Évole.
El presentador de ‘Salvados’ dedicó varios tuits a analizar el último giro dado
por el conflicto catalán. En opinión del periodista, el guión del procés
parecía el propio de una película del rey del suspense, Alfred Hitchcock. “El
guionista del procés –escribió Évole–
trabajó con Hitchcock”. Siguiendo en clave audiovisual, Évole cree que
la declaración de independencia interruptus del presidente catalán supone un
punto y aparte en esta historia, como si del final de una serie de televisión
se tratara. Y que “el show debe continuar”. Asegura también, hablando ya en
materia puramente política, que existe “la sensación de que había algunos no
independentistas con más ganas de DUI (Declaración Unilateral de Independencia)
que algunos independentistas”. Añade que “hubiese sido un error” tanto
aprobarla como que el Gobierno apostara por decretar “el 155”. Por tanto, “sigue el procés” y Évole apela a
que haya “diálogo” y “menos tensión” entre las partes implicadas en el mismo.
Rajoy sobreactuará, y se equivocará.
“Rajoy sobreactuará, y se
equivocará”, anuncia Juan Laborda en Vozpópuli. “Se cumplió la hoja de ruta
diseñada por quienes han trazado como objetivo la independencia de Cataluña.
Olvídense de la CUP, que acabará finalmente cediendo ante Junts per Sí, y
recuerden el artículo publicado en Ara, el día 2 de octubre, por Andreu Más
Colell, ‘El primer dia del que ve després’. Les refresco su propuesta:
‘suspensión activa y temporal de la unilateralidad’. No es ahora cuando los
independentistas realmente querían declarar la independencia, que sabían que
era imposible, sino en 2019. Según su relato, por esas fechas, se darán las
condiciones perfectas, los astros entonces sí que estarán alineados. Por un
lado, el cuento separatista ganará adeptos allende nuestras fronteras, porque
consideran que el ejecutivo de Rajoy sobreactuará. En palabras de Mas Colell,
los movimientos de Rajoy permiten ganar adeptos a la causa dentro y fuera de
Cataluña. Con cierta sorna los sediciosos braman que ‘Rajoy es un infiltrado de
la CUP’. Además, por esas fechas, habrá una recesión económica global, que, en
el caso de España, será de aúpa. Si Rajoy sobreactúa, el ínclito monclovita les
estará sirviendo en bandeja de plata la independencia. Es una hoja de ruta
maquiavélica, muy bien estructurada. En realidad no quieren dialogar sino ganar
el tiempo suficiente para que la manzana caiga del árbol por su propio peso. La
paciencia como arma, y los errores del contrario como estrategia”. Laborda
parte de una premisa. El diálogo propuesto por los independentistas es un falso
señuelo. Aspiran en realidad a cumplir con su épica final, la independencia. A
partir de esta conjetura, ¿cómo debería actuar el ejecutivo central? Con
tremenda inteligencia emocional, encaminada a desinflar sus apoyos aquí y allá,
en Cataluña, Europa y el resto del mundo. La aplicación del artículo 155 ahora
sí que sería contraproducente. Hace varios meses era la solución, en el momento
actual es un error de bulto. “Ya saben mi opinión –concluye Laborda–. Se
necesita una refundación del Estado, una enmienda a la totalidad de nuestra
querida España. Ello pasa por un proceso constituyente amplio de regeneración.
El problema de Cataluña y del resto de España es el de una desigualdad
autodestructiva, fruto de ciertos privilegios que aportan beneficios, riqueza y
poder. Esos privilegios se han ganado en base a favores, a la actuación de
lobbies, de rentistas, con la connivencia del entramado institucional. Basta ya
de subsidiar a grupos de presión o a ciertos grupos electoralmente influyentes.
Basta ya de leyes que benefician a oligopolios y monopolios patrios. Basta ya
de que los ciudadanos españoles no seamos iguales ante la ley. Basta ya de
tanta corrupción. Aquellos que aspiren a dirigir la España democrática,
incluida Cataluña, tienen la obligación de someter a la consideración del
pueblo español sus proyectos para refundar el Estado. Si se actúa así, el
independentismo se desinflará como un suflé. Sin embargo, nada de eso pasará.
Los nacionalismos tienen eso, enarbolarán cada uno su bandera, y no habrá
regeneración alguna. Puede incluso que sobreactúen. Y al final, en plena
segunda fase de la Gran Recesión, todo terminará enconado y, ahí sí, los
independentistas separatistas plantearán de verdad la DUI”.
José Sanclemente.
“Los catalanes tenemos que hablar”,
afirma José Sanclemente en Eldiario.es. Se trata del economista y experto en
medios de comunicación. Presidente de Imagina Medi, Sanclemente se dedica a la
asesoría de empresas periodísticas. El socio de Rocaeditorial, miembro del
comité asesor del Grupo La Información, presidente de Diario de Prensa Digital
y editor de Eldiario, declara: “Varios de mis hermanos (somos seis), mis
cuñados y sus hijos se declaran independentistas, buena parte de mis amigos
también. Algunos de mis colegas de profesión consideran que la independencia de
Catalunya es plausible y que jamás estaremos tan cerca de conseguirla como en
el día de hoy, a pesar de que Puigdemont la haya aplazado. No suelen emplear
argumentos objetivables para su independentismo. Me refiero a que, para ellos,
no es relevante lo material, lo económico o lo estrictamente racional. No digo
que no valoren las incertidumbres de un futuro inmediato bajo una República
catalana. Las valoran, pero prefieren unos años de penurias si el objetivo
final es que Catalunya sea un país independiente. Lo identitario y emocional
está por encima de cualquier debate sobre la autodeterminación catalana, por
ello resulta difícil rebatir sus razonamientos si no tienes una especial
sensibilidad nacionalista. No vale para moderar su opinión que las empresas
catalanas se domicilien fuera de aquí, ni que se anulen reservas de hoteles
como si estuviésemos en guerra, ni que la Unión Europea diga que Catalunya no
entrará en su club, nada de eso amilana a mis amigos, familiares y colegas
independentistas. En los últimos días esto ha sido más complejo, incluso los no
nacionalistas hemos empatizado con algunas de sus tesis emocionales, gracias a
la violencia inútil del gobierno español el día del Referéndum, del mazazo que
supuso el discurso del Rey e incluso de una parte de la manifestación
españolista en Barcelona que representó a algunos catalanes silenciosos, pero
también a una España rancia que parecía haber desaparecido hace tiempo (…)
Algunos no nacionalistas –a los que suelen llamarnos equidistantes como mucho
antes se llamó revisionistas a los militantes de izquierda que se olvidaron de
la revolución proletaria y comulgaron con la transición española tras la muerte
de Franco– estamos ahora más en contra de la actuación del Gobierno y del
consabido Estado de derecho que de la ilegalidad de las leyes emanadas de la
mayoría del Parlament catalán, y eso que la ilegalidad no tiene medias
tintas.(…) Apelemos al diálogo entre los catalanes con todos los apellidos, los
llamados equidistantes y los independentistas, los que lo están pasando mal
porque en este proceso se sienten desamparados, los que dudan y los que tienen
tan claro que no les importa que el presente de Catalunya sea incierto porque
el futuro será mucho mejor. Hay algo en lo que una buena parte de mis amigos,
mi familia, mis colegas estamos de acuerdo y es que esto se tiene que arreglar
votando en un referéndum legal y transparente, sin represión policial y con
urnas transparentes. Es necesario para restaurar nuestra convivencia, a pesar
de todo. Ojalá nos dejen los políticos y los medios de comunicación sectarios”.
Las fotomontajes de la semana:
Tremending. ¡Trata de inpedendizarlo, Carles!
Puigdemont declara la independencia en diferido en forma de simulación.
Se
queda @acidoenlared
Puigdemont. Bueno, bueno, bueno... A ver cómo os digo yo esto...
Puigdemont se hace caca.
“Ya llega la independencia. Ya llegaa. Yaa
lleegaaa. Anacleto Panceto @Xuxipc
Independencia
interruptus. La decisión de Puigdemont de proclamar la independencia de
Catalunya, para, inmediatamente después, suspenderla.
¡No hay independencia!... ¡Vuelven los Simpson!
¿Cómo quieres que te pele?
¿Se ha
terminado ya el #2Oct? @noabraspaz 2 oct.
Rajoy impone duras sanciones a Puigdemont.
Nuevo
El Paquito@padiru48_2
Cambio en la carta.
Así es la camiseta que ha diseñado Andreu Buenafuente, con una de las míticas frases de Mariano Rajoy. El humorista ha escogido una de las citas célebres del autor de “Cuanto peor, mejor” o “¿Y la europea?”. Pero para el momento actual, ha considerado la más oportuna la referente a los catalanes.
El humor en la prensa de esta semana: El Roto, Forges, Peridis, Pat, Manel F., Vergara, Pedropol, Atxe, Ferrán, J. R. Mora, Malagón…
Pep Roig, desde Mallorca: A medias, Epejismos, Lo imposible, Ni sí, ni no; sino todo lo contrario, Misión imposible y Sólo la calle es nuestra.
Rajoy: “Me gustan los catalanes porque hacen cosas”
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