Esquire entrevista a Íñigo Errejón
Portada de Errejon en Esquire
El guardián ideológico de
Podemos y candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid hace yoga, es un
lector compulsivo y asegura que los tropiezos le han hecho madurar. Lo cuenta
en la entrevista exclusiva con Ana Pérez, en el número de julio de la revista
Esquirre. “Lo primero que llama la atención de Errejón, en las distancias
cortas, son sus diminutos ojos azules y su altura. Nadie que no lo haya visto
en persona sospecha sus más de 180 centímetros. Está delgado, pero lleva una
blazer que le da cierto empaque. Alguien con criterio le ha aconsejado que
abandone el jersey de caja, que acentúa su aspecto aniñado (el que tantos memes
ha generado) y se pase a la chaqueta. Todo un acierto”. El único ‘pero’ que le
ponemos es que el diputado de Unidos Podemos acepta posar para la revista con
varios modelos que llaman la atención. Son “prendas de temporada” de marcas muy
conocidas ante la cámara de la fotógrafa Sofía Moro. En la entrevista que
acompaña a las imágenes, el dirigente habla sobre sus aficiones, entre las que
destacan la lectura y el fútbol. También hay espacio para la política. Errejón
opina, entre otras cuestiones, sobre el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, al que
define “como una bicicleta: solo será estable si sigue avanzando”. Errejón
pretende ser una fuerza brújula que marque el horizonte y lo empuje hacia esas
transformaciones.
Íñigo cree que este es un
Gobierno de transición, “lo hace con la idea en la opinión pública española de
que España se puede transformar, eso será mejor para todas las fuerzas
progresistas. También creo que la gente está un poco cansada de que pensemos
solo en la competición entre colores y entre siglas. Lo que quieren es que
empecemos a transformar y a desbloquear cosas”. Íñigo advierte que “España es
un puzle por hacer en el que todos tenemos piezas. Y el que tenga la soberbia
de pensar que solo con las suyas reconstruye el puzle es que no ha entendido
nada. Yo no voy a renunciar a mis convicciones morales, pero, si para
avanzarlas, tengo que llegar a acuerdos con otros, lo haré. Rajoy no estaba ahí
por tener un proyecto nuevo, sino más bien por convencer a los españoles de que
más allá de él o había que tener miedo o todo sería un desastre. Es el momento
de demostrar que no es así”.
Íñigo Errejón piensa que
todos hemos aprendido del pasado, “no me duelen prendas en decirlo, y hay
muchas cosas que hemos aprendido por el camino. Las hemos aprendido con
aciertos, pero sobre todo con los tropiezos. Cuando llegamos y dimos el primer
paso a la política institucional, yo no venía con todo aprendido de casa. Venía
con mucho aprendido en clave intelectual, pero otras cosas las he aprendido
después. He madurado sobre todo gracias a los tropiezos y a los momentos
difíciles. He aprendido a anteponer la necesidad de acuerdo a las preferencias.
En cuanto a lo que hay de Catalunya, opina que los problemas de afecto entre
los pueblos no se solucionan con sentencias administrativas, sino
restableciendo los afectos. “Madrid y Barcelona son rivales históricos, pero hoy
en día están más juntas que nunca a través de Ada Colau y Manuela Carmena. En
las fiestas de la Mercé hubo grupos madrileños y a las de Madrid vinieron
grupos de Barcelona. Es verdad que esto no soluciona el problema, pero hay
personas en puestos de responsabilidad (no me parece una casualidad que sean
mujeres) que tienen gestos políticos que hacen mucho más por tender puentes que
por derribar muros. Y eso es un ejemplo que me gusta y quiero que se practique
más. Mi posición es muy clara: quiero que Cataluña siga dentro de España. Pero
eso no se puede hacer contra la mayoría de los catalanes, es un proceso de
seducción y de acuerdos. No a golpe de sentencias ni de porras, que son
máquinas de hacer independentistas. Sé que no es el camino más fácil, pero creo
que es el más sólido”.
Íñigo nació en la plaza
de los Cubos de Madrid (Argüelles) y en seguida sus padres se compraron un piso
en el pueblo de Pozuelo, que era algo diferente a lo que es ahora. Y allí
desarrolló toda su vida hasta que se independizó, yendo a un colegio e
instituto públicos. Su padre es funcionario y su madre fue administrativa en
una empresa y ya está jubilada. “Es verdad que pertenezco a una familia de
clase media, que viene de orígenes muy humildes (mi abuelo era cartero) y que
gracias a los estudios y al esfuerzo pudieron progresar. Mis padres fueron los
primeros (su padre estudió Políticas y su madre Biología) de sus familias que
fueron a la Universidad. Y fue una gran ilusión para mis abuelos, porque era un
síntoma de que podían aspirar a vivir mejor. Ahora la subida de las tasas está
convirtiendo el acceso a la Universidad, otra vez, en algo para familias más
privilegiadas. ¡Claro que yo he tenido derechos y facilidades que me han
permitido pensar, formarme, estudiar y dar clases en el extranjero! Tener un
país más justo no es un compromiso con el sufrimiento, sino con intentar
extender el bienestar. Ahora vivo en una casa de alquiler en el centro y cobro
tres salarios mínimos”.
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