Rajoy abandona definitivamente la política.
Rajoy se marchó del Congreso
antes de que el PP haya elegido un sucesor.
Rajoy visitó ayer Santa Pola junto a Francisco Riquelme.
El expresidente del
Gobierno Mariano Rajoy, acostumbrado a tenerlo todo, renunció el pasado día 15
a su acta de diputado y abandonó la política de forma definitiva. Una vez
confirmada su baja, solicitó su reingreso en el Cuerpo de Registradores de la
Propiedad, volviendo a su antiguo puesto de trabajo en Santa Pola (Alicante),
el mismo que dejara hace casi treinta años. Francisco Riquelme, el registrador
que le ha guardado la plaza a en Santa Pola e íntimo amigo del expresidente, es
el protagonista en la sombra que ha ocupado “provisionalmente” la oficina
alicantina durante todo este tiempo en el que Rajoy se dedicó a la política. Se
conocieron a finales de los setenta, cuando Rajoy, con 24 años, se convirtió en
el registrador más joven del país. Ya en los ochenta, el expresidente del
Gobierno le dijo: “Tengo unas ideas que pueden ser buenas para España”. Cuando
el gallego se fue a ponerlas en práctica, Riquelme se quedó al frente de la
oficina de Santa Pola.
Rajoy se marchó antes
incluso de que el PP haya elegido un sucesor. El ex presidente dejó de ocupar
su escaño en el pleno del Congreso. El todavía líder el PP había anunciado que
dejaría la política, pero se daba por supuesto que no renunciaría a su acta
hasta después del congreso extraordinario del partido, el 20 y 21 de julio. Pero,
una vez apartado de la carrera más larga de la historia de España en la que fue
concejal del ayuntamiento de Pontevedra, presidente de su Diputación en 1983, y
ocupara casi todos los cargos públicos que podía desear, pasando por ministro
de Administraciones Públicas y presidente del Gobierno, sobreviviendo
políticamente a dos derrotas electorales, a la abdicación de un rey, Gürtel,
Bárcenas, Púnica y a una crisis económica sin precedentes, Rajoy volvió a su
principio.
El ex presidente era
titular del Registro de la Propiedad de Santa Pola, en la provincia de
Alicante, antes de pasar a la política. Ahora, a sus 63 años, ha renunciado a
formar parte del Consejo de Estado, al que tendría derecho como ex presidente,
y que le reportaría un sueldo vitalicio de 5.000 euros al mes y ha solicitado volver
al cuerpo de registradores de la propiedad cuyo sueldo medio suele ser de
15.000 euros mensuales por unas 25 horas de trabajo a la semana. En ese puesto
podría trabajar hasta los 65 años (actualmente tiene 63). Podría solicitar un
traslado a otras provincias en las que haya plazas sin cubrir. Los
registradores tienen una Comisión de Servicios que garantiza que no pierdan la
plaza. La “mala fama de estos funcionarios se debe a que en los años 70
trabajaban muy poco, solo iban un día a la semana a la sede”, por lo que se
decía que “solo iban a cobrar”. Ahora, realizan firmas digitales, por lo que
tienen que estar todos los días de la semana en su puesto de trabajo. Y, si
bien los registradores, en general, no le tienen especial cariño a Rajoy, ya
que cuando era vicepresidente del Gobierno, en 2003, durante el mandato de José
María Aznar, dio un tijeretazo a las tarifas de registro de un 35% y, en el
gremio, se decía que “Rajoy podría haberlo evitado”, ha optado, o lo han
obligado, por volver a él.
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