“Amenábar y los novios de la Muerte”
Francisco Franco y Millán Astray, los novios de la muerte.
Con este título publica Aníbal
Malvar en Público un artículo en el que comenta cómo una asociación de
veteranos de la legión ha amenazado al cineasta Alejandro Amenábar con llevarlo
a los tribunales si no cambia el guión de la película que acaba de empezar a
rodar en Salamanca. Amenábar se puso a rodar la historia de José Millán, el
fundador del cuerpo, y su trifulca universitaria con el pensador Miguel de
Unamuno, cuando aquel pronunciara “Muera la inteligencia, viva la Muerte” y el
rector de la Universidad contestó, sin amedrentarse: “Venceréis, pero no
convenceréis”. “Los veteranos legionarios -comenta Malvar-, en lugar de
mandarle a Amenábar un glorioso tercio con su gloriosa cabra, se han conformado
con enviarle un burofax. Si la película no les gusta, aseguran que la llevarán
a los tribunales, y, tal y como andan últimamente nuestros tribunales, no será
de extrañar que el director de ‘Los Otros’ acabe en el trullo como un vulgar
rapero o periodista”.
Los legionarios se han
ofrecido a supervisar el guión, “cual hacían los simpáticos censores
franquistas y posfranquistas que vigilaban la recta moralidad ideológica en los
platós de Cifesa. No me cabe duda de que los legionarios se han venido arriba,
entre otras circunstancias, tras asistir este abril a la escena en la que
podíamos ver a cuatro ministros –incluido el de Cultura– entonando en Málaga su
himno oficioso, El novio de la Muerte. Amenazan los legionarios, además, a la
productora de la película, Movistar +, a la que solicitan ‘que atempere
cualquier exceso de Amenábar y que valore las consecuencias comerciales que
tendría para su actividad empresarial el dar pábulo a un mito que ha sido
desmentido a todos los niveles’. Lo que no especifican es cómo se sustanciarán
esas ‘consecuencias comerciales’, si con una asonada, el fusilamiento de los
espectadores del filme, o el despliegue de los tercios y sus cabras a las
puertas de las salas de exhibición. En España todo es posible”.
Aníbal Malvar comenta
cómo hemos interiorizado la regresión (y la represión) “hasta el punto en que convivimos
plácidamente con la censura y con sentencias disparatadas contra raperos y
documentalistas, y de todo el acervo cultural patrio vamos eliminando de
nuestro vocabulario artístico toda expresión que exceda el ‘a por ellos, oé’.
Méndez de Vigo anda buscando por toda España al primero que lo entonó para
otorgarle un sillón en la Real Academia. El ‘A por ellos’ es hoy nuestra más
preciada herencia cultural”. El autor de este articulo nos recuerda cómo “el
otro día, el grupo ALE-Los Verdes nos invitó a varios periodistas, escritores,
trabajadores de televisiones públicas, raperos y artistas en general con causas
pendientes o ya condenados para que habláramos en Bruselas, en el Parlamento,
de la situación de la libertad de expresión en España. Fue la primera vez que
un músico europeo condenado por una canción compareció en la egregia sede. Ni
en los países más ultra de nuestra atribulada Europa se había dado antes un caso
semejante, nos dijeron. Ahora, a los artistas y creadores ya no solo les
enviamos a jueces sin bozal, sino que también se les une la Legión española”. Y
termina con un alusión a, que hoy está en horas bajas, “pero nadie le puede
negar que ha hecho bien este trabajo, ay, españoles. Hoy nuestro país ya ha
reescrito a Machado, y no vivimos entre una España que muere y otra España que
bosteza. Hoy solo hay dos tipos de españoles: los silenciosos y los silenciados”.
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