“El complicado verano del rey”
David Torres titulaba el
pasado martes en Público “El complicado verano del rey” en el que recordaba que
este es su más complicado verano. “Tan complicado que ha ido a pegarse un viaje
en lancha por la bahía de Palma de Mallorca junto a su madre, la reina Sofía.
De inmediato, a los comentaristas especializados en la narrativa de esta
peculiar familia les ha faltado tiempo para preguntarse dónde se encontraban su
esposa, la reina Letizia, y sus hijas. Pues dónde iban a encontrarse, lo más
lejos posible de la reina Sofía. Se ve que muchos periodistas no están al tanto
de las últimas noticias, ni siquiera de las que ellos mismos publican”.
“Las especulaciones sobre
si Letizia y las niñas habrían abandonado Mallorca y estarían esperando para
reunirse con el rey en algún otro destino veraniego han filtrado de alarma y de
zozobra la almibarada prosa monárquica. Es lógico, porque para la mayoría de la
gente, un agosto complicado consiste en intentar encontrar trabajo o en llegar
a fin de mes sin empeñar la camisa, lo cual demuestra el considerable esfuerzo
que deben hacer los prosistas cortesanos a estas alturas del milenio. Se echa
de menos al anterior protagonista, que daba mucho juego literario. Con Juan
Carlos en acción no había peligro de aburrirse, entre amantes de alto copete,
osos borrachos tiroteados, broncas al chófer y elefantes reales y simbólicos.
“En efecto -reconoce
David Torres-, lo más complicado de ser rey es distinguir si uno está
trabajando o de vacaciones. A mí me sucede lo mismo, debo advertir, porque
entre unas cosas y otras me paso los veranos dándole a la tecla. Para el rey
Felipe VI no es una tarea sencilla distinguir entre la devoción y la
obligación, con tanto paseo en yate, tanta cena de gala, tanta sesión de fotos
y tanto besamanos. Incluso al verlo en bañador surgen muchas dudas. De ahí que
en verano la abigarrada novela de los borbones se atasque y parezca que no
ocurra nada, cuando lo que ocurre es lo de siempre.
“Tampoco es fácil
-finalizaTorres- inventar peripecias para un personaje como Felipe VI, teniendo
en cuenta que lo más dramático que le ha sucedido este verano, aparte de una
pequeña operación de espalda, es salir a dar un rulo en lancha con su madre.
Raymond Chandler decía que, cuando se le encasquillaba la escritura de una
novela, pegaba una patada en la puerta y hacía que en la habitación entrara un
tipo armado con una pistola. En la gran novela de los borbones, el último
equivalente chandleriano a la patada en la puerta ha sido la filtración de las
cintas de Villarejo, un fascinante giro de guión donde la princesa Corinna
aseguraba que el rey emérito mantenía propiedades y cuentas en el extranjero a
nombre de terceros. Sí, es muy emocionante, pero el prosista cortesano no puede
detenerse en comparaciones y minucias que lo conducirían inevitablemente a los
aledaños de la novela negra, no a menos que quiera conocer en sus carnes las
visicitudes de un verano auténticamente complicado”.
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