Sánchez, tras la visita al Museo de la Memoria, en Chile, renuncia al Valle de los Caídos como lugar de reconciliación.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su
visita al museo de la memoria de Chile.
Sánchez, tras ser condecorado con el Cóndor de
los Andes por el presidente, Evo Morales.
El pasado martes y
miércoles, Pedro Sánchez hizo en Chile una parada en el Museo de la Memoria y
los Derechos Humanos, impulsado por Michelle Bachelet para honrar a las
víctimas de la dictadura chilena. El presidente español quiso hacer una parada
en este museo y se reunió con Isabel Allende, la senadora socialista hija de
Salvador Allende, el presidente derrocado por el régimen pinochetista. Y
reconoció que esa visita y reunión obedecía al debate abierto en España sobre
la retirada de los restos de Franco en el Valle de los Caído. El memorial fue
levantado en 2010 bajo la presidencia Michelle Bachelet a instancias de la
Comisión de la Memoria –tras la caída del régimen– para honrar a las víctimas
de la dictadura en un país que ya no tolera las justificaciones del régimen de
Pinochet, el general. El monumento a la memoria obligó a dimitir a Mauricio
Rojas, el ministro de Cultura del Gobierno conservador de Sebastián Piñera, después
de que la prensa chilena recuperase unas declaraciones suyas publicadas en un
libro, en 2015, en las que calificaba de “montaje” el monumento a la memoria. Además,
hace solo unos días la Corte Suprema chilena ordenó la incautación de 1,6
millones de dólares de bienes de Pinochet procedentes de dinero robado al
erario público y escondido en un banco de Estados Unidos por el dictador
chileno. En junio, el mismo tribunal ya había decretado el decomiso de 5,1
millones de propiedades de la familia del genocida.
Tras una reunión con
empresarios españoles (OHL, Acciona, Aenor, o Codorníu, entre otras) y con los
presidentes del Congreso y el Senado, Sánchez mantuvo un encuentro con la
senadora socialista Isabel Allende, hija del presidente chileno que se suicidó
en el Palacio de la Moneda cuando llegaban los golpistas el 11 de septiembre de
1973. Tras esta visita y encuentro en Chile, Pedro Sánchez renuncia a convertir
el Valle de los Caídos en un museo de la memoria colectiva, como propuso el
PSOE a finales de 2017 en una proposición de ley vetada por el Ejecutivo de
Mariano Rajoy porque estimaba que aumentaría el crédito presupuestario en más
de 200 millones de euros. “La opinión del Gobierno -señaló Pedro Sánchez en
rueda de prensa conjunta con el presidente de Bolivia, Evo Morales- es que el
Valle no puede ser un lugar de reconciliación. Tiene que ser un lugar de
reposo, un cementerio civil para las víctimas de la contienda y el franquismo.
Ésa es la propuesta y la opinión del Gobierno”.
La posición fijada por
Sánchez desde Bolivia supone un giro a la línea que venía manteniendo. En una
conversación informal con los periodistas que le acompañaban, Sánchez achacó la
dificultad de resignificar el Valle de los Caídos por la connotación que ya
tiene este monumento en el que está enterrado Franco. Sánchez apostó por dejar
el Valle como “cementerio civil”, manteniendo la actual Basílica custodiada por
una abadía de monjes benedictinos. Pero, ahora que está en el Gobierno, ve más
conveniente crear en otro lugar un museo de la Memoria, al estilo del que visitó
en Santiago de Chile, dedicado al golpe de Estado contra Salvador Allende y a las
víctimas de la represión de la dictadura de Augusto Pinochet. Sánchez considera
que Chile está más avanzado que España en esta cuestión, puesto que los
chilenos ya pusieron en marcha hace años su Comisión de la Verdad, una
iniciativa que el PSOE también incluyó en su proposición de ley de 2017. El
jefe del Ejecutivo mantuvo, en cambio, la voluntad de establecer esta Comisión “que
sea lo más plural posible, incorpore todas las perspectivas históricas sobre la
guerra civil y la dictadura” para que, “de una vez por todas se cierren esas
heridas”. Sánchez pensó en un principio que la exhumación de los restos de
Franco sería una tarea más sencilla de lo que finalmente ha resultado, lo que
atribuye a la “inexperiencia” del nuevo Ejecutivo. No obstante, en la rueda de
prensa, defendió la decisión de trasladar los restos del general a otro lugar
porque “ninguna democracia puede rendir tributo a un dictador”. Desde la
oposición, acusan al presidente del Gobierno de estar gobernando, de nuevo, a
bandazos.
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