El Gobierno cambia de política judicial en cuatro días.
El Juez Llarena.
Hace una semana, el
Ministerio de Justicia no asumía la defensa del magistrado del Tribunal Supremo
Pablo Llarena por la demanda civil presentada en Bélgica por Carles Puigdemont
y los ex consellers Meritxel Serret, Antoni Comin, Clara Ponsatí y Lluis Puig,
en la que le acusaban de falta de imparcialidad por unas declaraciones
realizadas en febrero, que consideraban ofensivas para su “honor” y su “integridad
política y moral” y que vulneraban la presunción de inocencia. El departamento
que dirige Dolores Delgado aseguraba que no asumiría “en ningún caso la defensa
del juez Llarena por los actos privados que se le atribuyen”. No obstante, decía
que se personaría ante la Justicia belga “si, en el momento de admitir a
trámite la demanda” la autoridad judicial belga “menciona entre sus argumentos
hechos o datos de la causa penal abierta en España” contra el expresident y los
exconsellers o si se cuestionaba la instrucción seguida en España en relación
al proceso soberanista catalán.
El Ministerio de Dolores
Delgado anunció que los Servicios Jurídicos del Estado defenderían la soberanía
de la jurisdicción de los tribunales españoles ante la justicia belga pero que “en
ningún caso” ello debía entenderse como una defensa personal del magistrado del
alto tribunal por “actos privados que se le atribuyen” en la demanda promovida
por el expresident de la Generalitat Carles Puigdemont y cuatro de sus
exconsejeros. Sin embargo, todas las asociaciones de jueces y fiscales de
España, a excepción de las progresistas Jueces para la Democracia (JpD) y Unión
Progresista de Fiscales (UPF), se adhirieron al comunicado en defensa del
instructor de la causa del 'procés' en el Tribunal Supremo, Pablo Llarena. Un
comunicado que fue igualmente firmado por las asociaciones de jueces Francisco
de Vitoria y Foro Judicial Independiente y por las de fiscales Asociación de
Fiscales y Asociación Profesional e Independiente de Fiscales.
Sin embargo, el domingo
por la tarde, en una nota de prensa, se hablaba ya de la contratación de un
despacho de abogados belga para velar por los intereses de Pablo Llarena, quien
había sido convocado a personarse el próximo día 4 ante el tribunal de
Bruselas. No hubo cambio de postura ni
rectificación, explicó la ministra Dolores Delgado el lunes en RNE. “Hemos
actuado con transparencia al margen de cualquier intoxicación interesada”,
añadía. Delgado aseguró que el Ejecutivo le defendería “hasta las últimas
consecuencias”. Delgado hizo hincapié en que solo había habido un estudio de
cada una de las acciones para realizarlas “bien”, y entendió que las asociaciones
de jueces y fiscales y los ciudadanos hubieran planteado sus dudas.
Pedro Sánchez zanjó el
debate sobre la defensa de Llarena: “No es una cuestión privada, es una
cuestión de Estado”. El Ejecutivo respondía así a la mayoría de las
asociaciones de jueces y fiscales que pidieron que el Gobierno asumiera la
defensa de Llarena, tras acusarle de “dejación de funciones”. Según destaca el
diario 'El País', la presión de jueces, fiscales y oposición forzaron a La
Moncloa a salir en defensa del juez Llarena. Los juristas pasaron
a la ofensiva contra Bélgica al no fiarse del Gobierno en su defensa del juez
Llarena. La mala traducción de las palabras del juez Pablo Llarena en la
demanda civil de Carles Puigdemont será el primer argumento que utilice el
ministerio.
Por su parte, el abogado,
Enrique Santiago, secretario general del PCE, se mostró en Cuartopoder muy
crítico con el Gobierno. “Que el Gobierno defienda a Llarena -dijo- cuestiona
la independencia judicial belga”. Podemos criticó que el Estado pague la defensa
de Llarena por declaraciones “de su ámbito privado” Y Pablo Echenique aseguró
que “cuando uno renuncia a hacer política y se esconde detrás de jueces y
fiscales” pasan “cosas tan absurdas como estas”.
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