Catalunya, en vísperas de su Diada.
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, con el ministro de Interior, Fernando
Grande-Marlaska.
Las entidades
independentistas Assemblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural y la
Associació de Municipis per la Indepenedència (AMI), presentaron la semana
pasada los detalles de la manifestación que prevén realizar el martes, 11 de
septiembre, en Barcelona. “Esta manifestación -declara Elisenda Paluzie, presidenta
de la Comisión de la Movilización de la ANC- tiene que ser un punto de
inflexión porque llevamos meses de resistencia contra una ofensiva sin
precedentes”. Y explica la performance que se llevará a cabo, ya que las
movilizaciones de la Diada de los últimos años se han caracterizado por
incorporar algún tipo de actuación de los manifestantes. Marina Llansana,
vicepresidenta segunda de Òmnium Cultural, destaca que la Diada coincidirá con
“semanas de gran intensidad movilizadora” en las que se abrirá “un ciclo de
efemérides” para “conmemorar y recordar todo lo que hizo este pueblo”, así como
“toda la violencia que se vertió contra la sociedad catalana” el pasado otoño.
A su vez, indica que la manifestación servirá para “denunciar la vulneración de
derechos fundamentales que vivimos en el Estado español” y la “falta de
separación de poderes”, así como la “politización de la justicia”. Por otra
parte, el Gobierno español parece haber rebajado las tensiones mantenidas desde
el año pasado. El pasado jueves, Marlaska acordó con la Generalitat incluir a
los Mossos en la lucha antiterrorista y 'neutralizar' los espacios públicos.
Durante la rueda de prensa, Marlaska enfatizó el compromiso de “lealtad
institucional” entre Gobierno y Generalitat en pro de la seguridad ciudadana y
resaltó la colaboración que ha habido y seguirá habiendo entre las Fuerzas de
Seguridad del Estado y los Mossos. El ministro subrayó que no es
“extraordinario” el envío de 600 antidisturbios de la Policía Nacional para
reforzar la seguridad en Cataluña, ofrecidos para colaborar con los Mossos, si
bien el conseller Buch no lo ve necesario. “Torra -dice ElConfidencial- se
radicaliza con un micro delante pero luego, en las sesiones de trabajo como la
del pasado jueves, es como el osito de Mimosín, tal y como lo definen personas
del entorno independentista que participaron activamente en el 'procés' y en
los hechos de octubre. Ya pasó en Moncloa, con Pedro Sánchez. Por eso, la Junta
de Seguridad resultó plácida: los Mossos entrarán en el órgano de coordinación
de seguridad Citco —tardará un mes— y se reconoció la principal responsabilidad
de la policía autonómica en la cuestión de los lazos. No parecía la junta
presidida por un hombre que hacía dos días había dicho que llegaría ‘hasta el
final’ en su voluntad de implementar la república”. EL PAÍS señala que
“Gobierno y Generalitat pactan preservar la paz social en pleno conflicto de
los lazos amarillos”. Según el MUNDO, “Marlaska transige y deja en manos de
Torra retirar los lazos”. ABC dice que “Marlaska confía a los Mossos para la
'neutralidad' del espacio público”. Para LA VANGUARDIA, “el Gobierno y la
Generalitat echaron el freno a la tensión de la calle”. De igual modo, EL
PERIÓDICO destaca que “Interior y Govern liman la tensión por los lazos”.
Manifestación
de los CDR a favor de los presos, que obligó a cerrar la estación de Sants.
Cabe recordar que, un año
y dos días después de la última Diada de Catalunya, los CDR (Comités de Defensa
de la República) pretendían recuperar el pulso de la protesta en favor de los
políticos catalanes presos, de la proclamación de la independencia y de la
República al grito de “El poble está fins als collons de tot plegat” (El pueblo
está hasta los cojones de todo). Las Fuerzas de Seguridad temían que se volviera
a repetir un “otoño caliente”. Los componentes de los CDR pensaban organizar
una acampada que empezase el 11 de septiembre -día de la Diada- y finalizase el
3 de octubre -día que el Rey pronunció su discurso, en 2017-. Algunas de las
protestas y propuestas planteadas a lo largo de agosto trascendieron
públicamente a través de algunos perfiles de las redes sociales. Se trataría de
prolongar la sensación de presencia popular en las calles, a modo de aniversario.
Los CDR realizaron sus preparativos con suma cautela. Pero algunos perfiles
individuales sí indicaban que empezarían con actos movidos y preocupantes. Uno
de ellos anunciaba que “El 11 de septiembre, llenamos la Diagonal y ya no nos
movemos de allí hasta conseguir la libertad de los presos, el retorno de los
exiliados y la proclamación de la República”. Y, entre los 16.257 votos
recabados en una encuesta, un 83% asegurana su intención de secundar la
iniciativa, un 8% la rehusaba y un 9% consideraba que los participantes no
serían suficientes para que los planes salieran como algunos esperaban. Entre
las comunicaciones públicas, había referentes como el canal Acampada per la
Llibertat, que reivindicaban su independencia de siglas políticas e incluso de
otros grupos que coincidían con los mismos fines. Y no faltaron las arengas
como: “Os necesitamos a todos, tanto si vais por libre como si sois militantes
de aquí o de allá. Este 11 de septiembre ha de ser el más grande, el más
reivindicativo. Es la fuerza de un pueblo que quiere libertad para todos”.
Torra
amenaza con un otoño de infierno.
La primera impresión que
uno tiene al mirar hacia Catalunya es la de una cofrontación de una tensión
máxima, y no sólo por los lazos amarillos. Diariocrítico comenta que el
president Quim Torra está jugando con la amenaza de soltar a los políticos
presos del procés soberanist, aprovechando que están en cárceles catalanas, a
sabiendas de que el rumor ha calado en Madrid y que existe un fuerte temor en
algunos sectores de la administración de que puedan suscitar verdadera
preocupación. Aunque nadie crea que el Govern catalán se atreva a tal extremo,
Torra ha conseguido su objetivo, que es tensionar aún más la situación y que
todos estén pendientes de tal posible acción. “No contestaré a esa pregunta,
porque será el pueblo de Cataluña quien la contestará -dijo el president a la
prensa-. Interpretando el sentir de los catalanes, propondré a la Cámara las
decisiones que se tengan que tomar”. Desde Bruselas, donde compareció ante la
prensa junto a su predecesor, Carles Puigdemont, Torra jugó más con
insinuaciones que con anuncios concretos, y contó: “Estoy dispuesto a llegar
tan lejos como él, que se puso a disposición del pueblo de Cataluña y, a través
de sus representantes, tomaron pacíficamente la decisión que tenía que
tomarse”. En todo caso, desde Madrid la
tensión se ha convertido en una planificación defensiva. Según varios medios,
el Ministerio del Interior ha iniciado el refuerzo de agentes de Policía
Nacional en Cataluña con el envío de unos 600 efectivos (frente a los 12.000
enviados el año pasado), que irán llegando poco a poco a la región para la
semana de la Diada, dentro de dos días. Se espera que las concentraciones en la
calle puedan ser muy tensas y haya confrontación entre distintos sectores de la
sociedad. 'El País' eleva esa cifra y habla de más de 1.000 policías y guardias
civiles para estos días.
Quim Torra y su lazo amarilllo.
En una conferencia
pronunciada por presidente de la Generalitat, el martes, 4 de septiembre, en la
Sala Grande del Teatre Nacional de Catalunya, Quim Torra detalló la nueva hoja
de ruta del independentismo para Catalunya y volvió a hablar de la movilización
permanente y, sobre todo, de los presos y exiliados políticos. Igualmente, abogó
por reconquistar la iniciativa política, por constituir un Foro Cívico, Social
y Constituyente y por recuperar las 14 leyes tumbadas por el Tribunal
Constitucional. Pero, una vez más, el presidente de la Generalitat se centró en
apelar al diálogo con el Gobierno español, reclamando a Pedro Sánchez que
acepte un referéndum de autodeterminación. Aunque dejó claro que “sólo un
referéndum acordado, vinculante y reconocido internacionalmente” serviría para “resolver”
el conflicto e hizo un llamamiento a su homólogo estatal a “arriesgarse”. Torra
tampoco puso ningún plazo para alcanzar el referéndum. Aseguró que sólo aceptaría
“la absolución” de los encausados, y en ningún caso una condena de quien ha
sido acusado de “delitos inexistentes”. En caso de que la sentencia sea
finalmente condenatoria, Torra avanzó que se pondría “a disposición del pueblo
de Catalunya, a través de sus representantes legítimos en el Parlament, para
tomar las decisiones de país que haya que tomar”. E hizo hincapié en que el 80%
de la población catalana es partidaria del referéndum de autodeterminación, el
mismo porcentaje de ciudadanos que se opone a la represión del Estado y que
tampoco percibe la monarquía como una institución propia. Después de unas
semanas marcadas básicamente por la batalla de los símbolos, el presidente de
la Generalitat consideró fundamental que el independentismo recupere la
iniciativa política. Propuso una “marcha por los derechos civiles, sociales y
nacionales de Catalunya” que termine el día de la sentencia del juicio de los “presos
políticos” y que debe reunir todos aquellos sectores que ya se movilizaron el 3
de octubre del año pasado contra la represión del Estado. Paralelamente, Torra
planteó que las instituciones se encarguen en los próximos meses de desplegar
su programa de gobierno. Asimismo, volvió a insistir en el proceso
constituyente, una idea que se arrastra, desde hace varios años, pero hasta
ahora no se ha materializado en nada concreto. En resumen, unos objetivos que
podrían satisfacer a buena parte del independentismo.
Torra abraza al presidente del Parlament,
Roger Torrent, recuperando el referéndum acordado como gran objetivo.
En una entrevista en
Catalunya Ràdio, recogida por Europa Press, Torra insistió en que no acatarían
una sentencia que conllevase penas de cárcel para Puigdemont y los
exconsellers, aunque aseguró que la estrategia de si esto ocurría todavía no
estaba decidida. Preguntado sobre si tenía la intención de facilitar la salida
de los presos ante una eventual condena, afirmó: “Depende de la fuerza que
tengamos, de la coordinación que hayamos sido capaces de mantener, de
circunstancias excepcionales, de que el Parlament decida qué quiere hacer”. Por
otro lado, rechazó un adelanto electoral en Cataluña y confió en que se
aprobarían los Presupuestos de 2019: “No tengo ninguna intención de convocar
elecciones. No veo el motivo de por qué. Los Presupuestos los ganaremos,
buscando el apoyo de la CUP y de los Comuns”. Pidió “un altísimo grado de
coordinación de Govern, sociedad civil,” que permitieran materializar la
República, y reiteró que no aceptaba unas sentencias que no fueran
absolutorias. Asimismo, rechazó que las acciones que emprendiese su Ejecutivo o
que las movilizaciones populares puedan influir en el caso estudiado por el
Tribunal Supremo: “Que nadie sea tan mezquino de atribuir lo que podamos hacer
a la responsabilidad del anterior Govern”. Sobre el riesgo de que el Gobierno
central vuelva a activar el artículo 155 de la Constitución si avanzaba en el
desafío independentista, Torra aseguró desde Bruselas, en una rueda de prensa
conjunta con el expresident Carles Puigdemont, que estaba dispuesto a llegar
“tan lejos como el president Puigdemont”. Sin embargo, evitó, hasta en cuatro
ocasiones, responder a las preguntas que le pedían una aclaración sobre la
posibilidad de abrir las cárceles en las que están los políticos
independentistas presos, en caso de que fueran condenados por los Tribunales. “En
este punto -sentenció- no contestaré a ninguna de estas preguntas, porque será
el pueblo de Catalunya quien las conteste”.
Joan Tardà: “Es estúpido imponer la independencia al 50% no
independentista”.
Tras el discurso con el
que Quim Torra dio arranque al curso político, el Gobierno respiró, aliviado.
En Moncloa siguieron “atentamente” su comparecencia pero el presidente catalán
no dijo nada nuevo y se quedó atrás en las expectativas que se habían generado.
El Ejecutivo, según Irene Castro en Eldiario.es, ve ahora más cerca la
previsión del presidente: un otoño de movilización sin ruptura. “Con eso y la
posición rebajada de ERC, Moncloa gana tiempo. Para el Gobierno, lo fundamental
es que se mantenga la vía del dialogo que inauguraron Sánchez y Torra en su
reunión del pasado 9 de julio”. Meritxell Batet, ministra de Política
Territorial, aprovechó su comparecencia en el Congreso para recordar que la
portavoz de la Generalitat, Elsa Artadi, se reunirá con el secretario de
Estado, Ignacio Sánchez Amor, para ir fijando la agenda de los asuntos a tratar
en el diálogo abierto entre las dos administraciones. Un día después se
reunirán los equipos de trabajo establecidos este verano para abordar ya
concreciones: traspasos e insfraestructuras, según fuentes del ministerio. Ni
una palabra dedicó Batet al esperado discurso de Torra. En Moncloa aseguran que
están tranquilos y que siguen la hoja de ruta iniciada en línea de lo que fue
la primera reacción de la portavoz del Consejo de Ministras, Isabel Celaá, en
la que emplazó al diálogo y le advirtió de que “las sentencias hay que
aceptarlas”. En una rueda de prensa en Estocolmo, Sánchez dijo: “Los
gobernantes, aunque no compartan las sentencias, tienen que acatarlas. Hoy, en
Catalunya, no está en juego la independencia, está en juego la convivencia”.
Para el Ejecutivo, es importante rebajar la crispación y para eso exigen a
todas las partes “más responsabilidad y menos gesticulación”. Y que el Govern
retome la actividad legislativa. “Lo que tiene que hacer el Govern es abrir una
gran conversación entre los nacionalistas y los no nacionalistas. "Lo que
dice [Torra] puede satisfacer a una mitad de catalanes, pero no a la otra
mitad”, concluyó Sánchez, para quien la solución debe girar en torno a un nuevo
Estatut en el que conferir mayor autogobierno a Catalunya. Torra aceptó el
diálogo, pero con el referéndum sobre la autodeterminación como fin
último. “Lo que no vale es decir que los
catalanes tienen que pasar por las urnas a fin y efecto de que decidan un nuevo
Estatut de autonomía como dicen ustedes. El 50% de autonomistas se sentirán
satisfechos; pero ¿qué hacemos con el otro 50%? ¿O acaso el otro 50% va a
desaparecer? Creo que ustedes se quedan en la mitad del discurso”, dijo el
portavoz de ERC, Joan Tardà, en la comisión de Política Territorial. “Si hay
algún independentista ingenuo o estúpido que cree que puede imponer la
independencia al 50% de catalanes que no lo son, es evidente que está
equivocado”. A pesar de ese escollo, en el Gobierno reiteran que, mientras
tanto, el Govern permanece sentado en las negociaciones concretas.
El expresidente de la Generalitat y líder
de Junts per Catalunya (JxCAT), Carles Puigdemont.
El expresidente de la
Generalitat Carles Puigdemont y los 'consellers' que fueron miembros de su
Govern hicieron el pasado jueves un llamamiento al soberanismo para movilizarse
masivamente en la próxima Diada, sin caer en “provocaciones”, para avanzar en
el “largo camino” hacia “una república” catalana. Puigdemont, con los
'consellers' destituidos el pasado 27 de octubre, firmaron comunicado conjunto
con motivo de la Diada en el que aseguran que, en Cataluña, el 1-O comenzó “una
nueva era”. “Ese día, decidimos mirar al futuro. Hemos emprendido un camino que
sabemos largo y complejo hacia una república de personas libres. El camino de
nuestro futuro”. En el mismo, plantean que esta Diada se celebrará en unas
circunstancias “excepcionales”, por lo que “es más importante que nunca que se
repitan todos los éxitos de las Diadas anteriores”. Advierten “una gran
participación, un espíritu de concordia y transversalidad y un insobornable
compromiso con la no violencia. Conocemos suficientemente bien la estrategia de
la provocación que impulsan los que en todo este tiempo han actuado para
disolver el espíritu cívico y pacífico del pueblo catalán”. Según los miembros
del Govern anterior, “lo han intentado a través de algunos de los aparatos del
Estado, a través de un poderoso apoyo de propaganda, a través de poderosos
apoyos económicos, y ahora lo intentan, estimulando confrontaciones que buscan
alterar la convivencia. Caer en estas provocaciones es lo que persiguen los
adversarios de la democracia, que quieren quitarnos la palabra e imponer la
fuerza”. “No nos desviemos ni un milímetro de una actitud que toda Europa ha
podido ver y respetar”, insisten los firmantes, que se definen como “miembros
del Gobierno de Cataluña injustamente destituidos por el 155”. De cara a esta
Diada, llaman a “reforzar los valores de la república” y a reivindicarlos “con
más fuerza que nunca”, demostrando que, “pese a las dificultades, el dolor y
las incertidumbres, nada nos puede robar la esperanza ni el coraje”. Expresan,
desde “la cárcel o exilio” su agradecimiento a las muestras de apoyo recibidas.
Y llaman a “reforzar este compromiso con una cadena de acciones de
solidaridad”, porque “desde los muros de las prisiones y desde la distancia del
exilio”, el apoyo recibido les ayuda a “mantener intactos” sus compromisos.
Juan Carlos Escudier
escribe bajo el título “El bucle” que Torra miró al soslayo,
fuese a Waterloo y no hubo nada. “La marcha que debía comenzar sin que se
conozca origen y destino, querría emular la de Luther King sobre Washington
pero bien podría parecerse a la de Mao en China huyendo durante un año de las
tropas de Chiang-Kai-shek. Quedó en el aire una especie de amenaza sobre lo que
ocurriría en caso de una sentencia condenatoria a los dirigentes encarcelados,
decisiones que, según dijo, Torra comunicará en su momento al Parlament y a la
ciudadanía… Tras escuchar al president, en Moncloa se lanzaron suspiros de
alivio. De lo que Torra dijo y, sobre todo, de lo que no dijo, caben extraer un
par de conclusiones. La primera es el difícil equilibrio que mantiene el
independentismo, cuyas diferencias ya son visibles y podrían adornar el rosario
de la aurora en cuanto el apetito de Puigdemont por merendarse a ERC se
manifieste a las claras o cuando los republicanos se cansen de las acusaciones
de traición que se les lanza por defender el gradualismo y la bilateralidad
frente al todo o nada. La segunda es la necesidad mutua que Generalitat y
Gobierno se tienen. Es verdad que la continuidad de Pedro Sánchez depende del
apoyo parlamentario de los partidos catalanes, pero también lo es que provocar
su caída podría ser contraproducente si el resultado final es facilitar la
llegada al poder de una coalición PP-Cs. Este temor a que el remedio sea peor
que la enfermedad es lo que permite a Sánchez amenazar con reeditar el 155
cuando es obvio que la intervención no figura ni en sus sueños ni en sus
pesadillas. El bucle prosigue su curso infinito”.
Las imágenes más
sorprendentes y las fotomontajes de esta semana:
La revista ‘¡Hola!’ habla
sobre la vuelta al trabajo de los reyes y desata el cachondeo.
Papá, he ido al médico y me ha dado la baja por síndrome postvacacional
ja, ja, ja…
- Hijo, ¿Cómo
llevas la #vueltaaltrabajo?
- ¿Qué es trabajo?
- Eso que hacen los plebeyos para mantenernos
- Papá, ahora ya no les llamamos plebeyos
- ¿Y cómo les llamáis?
- Pringaos.
@Fairlane4
Wyoming acoge en el plató de 'El Intermedio' los
'restos' de Franco.
Wyoming regresó este
lunes 3 de septiembre a La Sexta con la 14ª temporada de ‘El Intermedio’. El
presentador aseguró que volvía con un talante conciliador y con la promesa de
seguir siendo “el azote del Gobierno, aunque haya cambiado”. El Gran Wyoming
comenzó el programa con una sorpresa, acogiendo los ‘restos’ de Franco. “Hemos
decidido albergar temporalmente el cadáver embalsamado de Francisco Franco.
Creo que se sentirá muy a gusto, se encuentra en un polígono alrededor de algo
que siempre le ha gustado mucho, ¡cunetas!”, explicó.
Wyoming y Dani Mateo con la cabeza de Franco.
Dani Mateo hizo todo lo
posible porque el muñeco del dictador estuviese a gusto en el plató. Tras
tirarlo al suelo sin querer, el cómico intentó “reanimarlo” con un boca a boca.
Pero, sin mucho éxito. “¡Lo he terminado de matar!”, aseguró. La Fundación
Franco se querelló contra Wyoming por parodiar la exhumación del dictador.
El Jueves. Trasladan el cadáver de Franco a la bancada del Partido
Popular. “Como en casa no va a estar en
ningún lado”, afirman en el PP.
Ante
la noticia de la querella que la Fundación va a poner sobre el cómico, la actriz
Anabel Alonso ha opinado en Twitter que “deberíamos querellarnos contra la
Fundación Franco simplemente por existir”.
La
boca del Logo.
A veces, ocurre que un
intento por censurar algo en las redes acaba por lograr lo contrario: su difusión
masiva. En este caso, el intento por censurar algo acaba por lograr lo
contrario, su difusión masiva, gracias al efecto Streisand. El martes pasado
volvió a suceder. El juez ordenó la detención del actor Willy Toledo por no
acudir a declarar al juzgado tras la denuncia de la Asociación Española de
Abogados Cristianos, organización que le denunció por una supuesta vejación de
los sentimientos religiosos “por cagarse en Dios y en la Virgen María”. Durante
la jornada, el efecto Streisand volvió a hacer de las suyas y, como protesta,
periodistas, políticos y tuiteros convirtieron el hastag #MeCagoEnDios en
Trending Topic, uno de los más comentados del día.
Mastrolo. Expresión gráfica de mi sentimiento
@BobEstropajo #MeCagoEnDios
#MeCagoEnDios puede ser
una blasfemia pero nunca un delito. Que hoy un juez pretenda detener a Willy
Toledo es una muestra más de la regresión autoritaria y el peligro que corre la
libertad de expresión. Mi solidaridad con Willy y tantas otras víctimas de los
torquemadas del siglo XXI.
@MiguelUrban
De El Jueves. Carmen Martínez-Bordíu
reclama el título de 'Bisnieta de la Grandísima Puta'.
La mafia de la luz.
@Bob Estropajo.
El humor en la prensa de
esta semana: El Roto, Peridis, Pat, Bernardo Vergara, Manel F. Malagón, Don
Cástulo…
Torra y su idea de diálogo.
Pablo Casado avisa.
Parece que les importa mucho a los que no les importa.
Trabajar en política cuesta menos.
Qué ideota.
Pep Roig, desde Mallorca:
Viaje al fondo de un político, La estacada cultural, Ciberrealidad, El peligro de ser libres, Margen,
Menos trapos, Panorama condicional…
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