Con la Iglesia hemos topado.
Imágenes de la Seo de Zaragoza, de la iglesia de San
Juan de los Panetes, de la Mezquita de Córdoba, y de la Giralda de Sevilla.
Según cifras oficiales,
se calcula que la Iglesia católica posee unos 100.000 inmuebles en España, habiéndose
apropiado de templos, ermitas, fortalezas, murallas, frontones y quioscos. Ello
supone que, de aplicarse sentencias como la que acaba de dictar el Tribunal
Europeo, tendría que tributar unos cinco millones de euros. Pero la curia siempre
ha gozado de bonificaciones de este tipo, acogiéndose a los concordatos del
Estado español con la Santa Sede. Así que pobre de aquel Gobierno que ose
meterle mano a la fiera, argumentando, una vez más, aquel viejo dicho
castellano de que “con la Iglesia hemos topado”.
La inmatriculación es una
figura jurídica que permite a las personas físicas y jurídicas anotar a su
nombre en el registro, en un trámite que cuesta en torno a treinta euros, la
posesión de fincas tanto urbanas como rústicas (solares, edificios, viviendas,
locales, campos) cuya propiedad pasa a adquirir si, en un máximo de treinta
años, nadie documenta que es otro el propietario. Eso ha sido y sigue siendo
posible, siempre que se demuestre documentalmente la posesión. El diputado
socialista Antonio Hurtado estima que han podido ser en torno a 40.000, aunque
investigaciones como las de los ayuntamientos de Zaragoza, que detectó 49 en la
ciudad, las 401 de Córdoba, las 2.023 de los gobiernos de Aragón o las 1.086 de
Navarra apuntan que cualquier estimación puede resultar errónea.
Sin embargo, una reforma
de la Ley Hipotecaria en 1998, bajo el Gobierno de José María Aznar, permitió
que, hasta 2015, las instituciones eclesiásticas pudieran autocertificar esa
posesión, lo que dio lugar a una inaudita actividad registral por parte de la
iglesia, que anotó a su nombre en ese periodo miles de fincas urbanas y
rústicas de todo tipo. Y, aunque la cosa había comenzado antes, en los años 80
y 90, los registradores comenzaron a aceptar esos autocertificados como prueba
suficiente pese a que la legislación vigente, datada en 1946, prohibía
expresamente inmatricular edificios dedicados al culto. Eso dio lugar a una
primera oleada de inscripciones que incluyó monumentos emblemáticos en muchas
ciudades.
El Gobierno central, que quiere
revisar esa frenética actividad inmobiliaria de la iglesia, se muestra decidido
a recuperar para el dominio público los edificios que formaron parte de la
misma, muchos de ellos declarados como “pertenecientes al Tesoro Artístico
Nacional” desde 1931, caso de las catedrales de Zaragoza, Málaga o Palma. Los
trabajos de las entidades agrupadas en la coordinadora “Recuperando”, permitieron
sacar a la luz buena parte de esas inmatriculaciones, entre las que destacan, la
mezquita de Córdoba, la Seo de Zaragoza, el templo de San Juan de los Panetes,
el Monasterio de Santa Cruz de la Zarza, en Ribas de Campos (Palencia), las Murallas
de Artá, (Mallorca), la Giralda de Sevilla,
la Iglesia-fortaleza de Xàbia,(Valencia) el Santuario de la virgen en
Cabra (Jaén) la Plaza de Fuensanta, (Cordoba), la iglesia de San Juan en Zaidín
(Huesca)la iglesia de San Francisco en Palencia, un frontón, un quiosco y un
teleclub. Entre las propiedades inmatriculadas por la iglesia hay casos
escandalosos como un frontón en el barrio rural zaragozano de Garrapinillos, un
antiguo despacho de loterías conocido como el Quiosco de San Hipólito, en
Córdoba, o el local de un teleclub en Priego, en esa misma provincia andaluza.
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