Vox: ¿un Ku Klux Klan ultra católico?
El presidente de Vox, Santiago Abascal, en un mitin de
la formación ultra.
Antonio Gómez Movellán. Presidente de Europa Laica
Lejos de desaparecer con
la secularización social, las religiones persisten en la vida pública por su
inmenso poder corporativo. Así lo explica Antonio Gómez Movellán, presidente de
Europa Laica en Público en un artículo así titulado.
“En Estados Unidos y en
Latinoamérica, los evangélicos, en sus diversas corrientes, han impregnado la
vida política influyendo en la promoción de ciertos candidatos electorales. En
Brasil, la denominada bancada evangélica ha condicionado las decisiones
políticas por décadas. Actualmente, el ascenso del neofascista Bolsonaro ha
estado apoyado en la movilización evangélica, pero de igual forma que, en las
elecciones de 2002, el apoyo de los evangélicos a Lula fue crucial para su
victoria. En otros países latinoamericanos, el evangelismo y también el
catolicismo condiciona fuertemente la vida política (…) En nuestro país, la
injerencia de la iglesia católica en la vida política es muy fuerte y en cierta
medida esta incrustada en el propio sistema político por los Acuerdos con la
Santa Sede de 1979. Su presión sobre la
voluntad de los legisladores ha sido evidente… Si en se ha retrasado tanto una
ley de aborto libre y si aún hoy no está claramente asumido por la sanidad
pública es por esa razón; pasa lo mismo con la ley de eutanasia y la ley
restrictiva del divorcio o el matrimonio homosexual. Además, la Iglesia
católica ha influido en la vida política para mantener y ampliar sus
privilegios como corporación. Pero también la iglesia católica y sus sectas han
trabajo directamente en el interior de los partidos políticos. (…) Solo hace
falta ver diariamente las páginas de nuestro observatorio laicismo.org donde
políticos socialistas se dan codazos con los del partido popular para ocupar
las primeras filas en las procesiones y fiestas religiosas y pese a ello el
partido socialista se viene declarando, en los últimos años, un partido
laicista con responsables de laicidad en sus ejecutivas.
“Las presiones informales
desde el episcopado han sido permanentes y sectas católicas han penetrado
fuertemente en las estructuras de sus partidos políticos y en sus gobiernos. En
tiempos de Aznar, por ejemplo, en su Consejo de ministros eran numerosos los
miembros del Opus Dei o de los Legionarios de Cristo. En los partidos
nacionalistas, la influencia de la iglesia católica es muy notoria, siempre
intentando legitimar el nacionalismo político con un halo católico. La
influencia en la política regional, por parte de algunas sectas católicas, es
llamativa en Navarra con el Opus Dei o en la Comunidad de Murcia con los Kikos.
La influencia de las sectas católicas en la magistratura y en el alto
funcionariado tiene un gran impacto en la política.
“En la novísima
ultraderecha emergente, la influencia del catolicismo se plantea desde dos
perspectivas: la primera es que Vox se
constituye como partido confesional católico y pretende identificar la Nación y
el Estado con el catolicismo. De ahí la fervorosa defensa que realizan del
Valle de los Caídos. Además, identifican los valores occidentales y de Europa
con el cristianismo, haciendo destacar esta errónea apreciación en todo su
argumentario xenófobo, al calificar el islamismo como una religión atrasada y
violenta. El discurso ultra reaccionario contra las políticas de igualdad de
hombres y mujeres y contra la igualdad de derechos de homosexuales y
transexuales les entronca con una defensa de los movimientos pro vida y en
defensa del modelo familiar católico. Gran
parte de su base activista proviene de estos movimientos y de organizaciones
como Hazte Oír; según algunos, existen conexiones con otros grupos como
Abogados Cristianos y similares o medios de comunicación como Intereconomía o
fundaciones como la Fundación Denaes…
“Algunos obispos
españoles ya han alertado, en varias ocasiones, sobre el peligro de
infiltración de esta secta en los movimientos populares católicos y, pese a los
desmentidos que ha realizado el líder de Vox. Santiago Abascal, algunos
periodistas como Francisco Quevedo y Carlos Dávila, involucrados durante años
en empresas periodísticas ultraconservadoras, han relacionado directamente a Vox
con la secta el Yunque. Pero a diferencia de la influencia de los evangélicos
en la política de Latinoamérica, esta versión ultra católica reaccionaria que
representa Vox, no parece que pueda desarrollarse, por el momento, más allá de
los lindes de la ultraderecha acompañada de ciertos sectores del movimiento
ultra católico. Paradójicamente, Vox parece favorecer a la izquierda ya que su
irrupción en el mercado electoral erosiona y fragmenta el voto de derechas;
pero también cumple una función: derechizar aún más a la derecha española que
tiene, ahora, que competir con este lenguaje neofranquista, ultracatólico y
ultraliberal”.
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