“Desmontando a Eduardo Inda” (I)
Eduardo Inda.
Jesús Parra Montero,
catedrático de Filosofía, escribe en Nueva Triuna.es el artículo ‘Desmontando a
Eduardo Inda”, en el que dice: “En sana y justa compensación no tendría que
molestar que, a quien tanto opina y califica a los demás, otros puedan
calificarle y opinar de él. Me refiero a uno de los opinadores (¿periodista?)
que más se prodiga en tertulias y saraos deportivos: Eduardo Inda. Resulta
también, cuando menos, extraño que, para gestionar la política, haya necesidad
de miles de ministros, diputados, senadores, concejales, asesores… y para
opinar sobre ella, apenas dos docenas de tertulianos, y siempre los mismos (…)
“Asistí hace días a la
presentación del último libro de Nicolás Sartorius ‘La manipulación del
lenguaje’. Un breve diccionario en el que advierte contra la manipulación del
lenguaje y sus engaños, al envolver con palabras realidades que significan lo
contrario de lo que pretenden significar. Es, como Sartorius dice, una ‘batalla’
contra la manipulación del lenguaje o contra el ‘universo de la mentira’;
subraya la necesidad de que los medios de comunicación limpien y cuiden su
lenguaje. Es también una crítica a esos medios de comunicación que compran
estos conceptos falsos y los difunden; es una obra muy recomendable para
Eduardo Inda y otros tantos parecidos tertulianos.
“Las 66 expresiones que
desarrolla la obra son representaciones distorsionadas, absolutamente
estúpidas, pero que la gente (sobre todo políticos y periodistas) compra y las
convierte en verdad. Es una forma de hacer periodismo que no relata los hechos
como han sido, sino que son cocinados y presentados desde los sentimientos, las
emociones, los impulsos, la excitación o el sectarismo. Quien adecua la verdad
en función de sus intereses, a veces ni siquiera es consciente de que miente
pues no entiende lo que es la verdad. Sostenía Nietzsche que ‘la mentira más
común es aquella con la que uno se engaña a sí mismo, pues pretender engañar a
los demás puede ser un intento estúpido y vano”. Con otro lenguaje, pero con
parecido acierto, alertaba Fray Luis de León: ‘En la oscuridad y en el miedo es
fácil dominar a las almas, pero no con la verdad’. Si queremos disfrutar de una
democracia honesta, al ver cómo se miente y se humilla a la verdad, estamos
obligados siempre a estar vigilantes y críticos contra este tipo de políticos y
periodistas, que se consideran veraces, por lo mucho que opinan y con la
contundencia y verborrea con que lo hacen. Esto es lo que le sucede a Inda y
algunos jóvenes y nuevos políticos; un número cada vez mayor de ciudadanos no
soportan ya sus engaños.
“El engaño y la mentira
molestan e incordian cada vez más; son un insulto a la inteligencia ciudadana.
La batalla de las ideas se empieza ganando o perdiendo por el lenguaje. ¡Qué
fácilmente seducen quienes retóricamente lo saben manejar y utilizar! Con facilidad
alcanzan el objetivo primordial del poder y el mando quienes, interviniendo
hábilmente y con medios arteros en la política, en el periodismo o en la
sociedad… para servir a sus propios intereses o de partido, mediante la
manipulación del lenguaje, transforman la mentira en verdad. Sin profundidad
filosófica, sino con evidencia palpable, la realidad está ‘ahí’, fuera de
nosotros y pertenece a todos; si queremos opinar, nuestra palabra debe
adecuarse a ella: esa es la verdad. Descartes no pensó así; con su ‘pienso
luego existo’ nos situó por encima de la realidad; para él ésta existe en
función de si la pienso; mas no la podemos construir en función de si la
pensamos o no; convertiríamos la verdad en pura subjetividad inestable. De ahí
que haya que dejar claro que ni la política ni el periodismo, ni cualquier otra
profesión, poseen su propia moralidad; la ética nunca puede establecerse por
interés exclusivo de parte. Por higiene democrática, se impone criticar a
aquellos medios de comunicación, periodistas y tertulianos que compran la
mentira y la difunden. Más que gloria del periodismo son su miseria Da grima
escuchar su soberbia intelectual sosteniendo sus opiniones y elevándolas a la
categoría de dogmas sin atisbos de duda alguna. (…)
“Una vez más se repite aquello de que una
mentira se hace verdad si se reitera mil veces, aunque no es inútil advertir
que, por la ‘ley de repetición’, es posible que la excesiva reiteración de un
mensaje y el empacho del mismo puedan producir una reacción contraria. De ahí
que un periodismo nada reflexivo, poco objetivo y muy impulsivo -puede suceder
también en política-, es probable que llegue a hastiar, aburrir y cansar. Es lo
que sucede con el señor Inda en su labor periodística; no comenta la noticia,
la pervierte y falsea, y si añade impulsividad a su falta de control, hastía y
aburre a quien le escucha.
“La pregunta que muchos
nos hacemos es radical: ¿Es Eduardo Inda realmente un periodista? A priori,
creíamos que quienes habíamos superado esa pandemia de engaño y mentiras que
fue la prensa y el periodismo del ‘Movimiento franquista’, con la democracia,
veríamos una legión de periodistas profesionales al servicio del derecho a una
información veraz, independiente y crítica del poder; hoy, en cambio, no es
así. Eduardo Inda (y muchos periodistas que están en nuestro universo mental)
es un mal ejemplo. Un importante número de periodistas y tertulianos son
lacayos del poder (económico, político y religioso), carecen de independencia y
autocrítica, manipulan la información a conveniencia, inventan la noticia o la
deforman, utilizan la posverdad como modelo de información, practican el
corporativismo… Y cuando un sentimiento tan importante como la confianza se
quiebra, algo en nuestro interior fallece. Esto ocurre porque la mentira y la
falsedad ponen en duda mil verdades, haciendo que nos cuestionemos incluso las
experiencias que creíamos verdaderas”
(Mañana, continuará)
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