jueves, 17 de enero de 2019

Las primeras medidas de Bolsonaro ponen en peligro los derechos humanos en Brasil.



En su primer día como presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, un capitán en retiro que asumió el cargo presidencial, aprobó una serie de medidas que ponen en jaque el cumplimiento de los derechos humanos en el país latinoamericano. Firmó una serie de decretos que van desde bajar el salario mínimo por debajo de lo acordado, la exclusión de las personas LGTBIQ+ de las políticas de derechos humanos o delimitar las tierras de los indígenas. Igualmente, planteó posibilidad de asentar una política de “armas para todos”. El reciente presidente del gigante sudamericano nunca ha ocultado la poca simpatía que siente por los indígenas. Bolsonaro llegó a afirmar que “un gran problema que tenemos aquí, y que tiene que ser visto con bastante cautela, es que las políticas indigenistas y ambientales no trabajan en pro de Brasil, trabajan en pro de intereses extraterritoriales”; además de recalcar que quiere “integrar el indio a la sociedad” para que “sea igual a nosotros”. Bolsonaro arrebató a la Fundación Nacional del Indio (Funai) su poder para transferirlo al Ministerio de Agricultura, quien podrá a partir de ahora, delimitar y definir cuáles son las tierras indígenas brasileñas. Este hecho supone que actividades prohibidas, como la minería, podrán estar abiertas. Una situación que pone en riesgo, tanto a la población que habita dichas tierras, como a la fauna y la flora.

El presidente ultraderechista, además, redujo el salario mínimo de los brasileños. Si el gobierno saliente de Michel Temer lo había presupuestado en 1006 reales (227,18), el nuevo Ejecutivo pretende bajarlo a 998 reales (225,87). Cuarenta y ocho millones de brasileños reciben este salario mínimo y se verán afectados por los reajustes del flamante Ejecutivo. Por otro lado, acorde a su abierta postura homofóbica y transfóbica, Bolsonaro cerró la Secretaría de Educación Continuada, Alfabetización, Diversidad e Inclusión (Secadi), creada por Lula da Silva, en 2004. Asimismo, el nuevo ministerio de la Familia, Ciudadanía y Derechos Humanos, comandado por la pastora Damas Alves, una ultra evangélica, excluyó a todos los miembros de la comunidad LGTBIQ. Cabe destacar que Bolsonaro declaró que prefiere ver morir a un hijo en un accidente de tráfico a que esté “con un bigotudo”. En este sentido, aconsejó, si un hijo “empieza a ser 'gay’”, darle “una buena tunda” para corregirlo. A su juicio, “el 90% de los hijos adoptados por (parejas de hombres) van a ser homosexuales y se van a prostituir”.

Sus seguidores esperan que reduzca la burocracia y reactive la economía, enfrente la violencia de los narcotraficantes y dirija un gobierno libre de sobornos. Otros, por le contraído, temen que provoque un baño de sangre al aumentar la disponibilidad inmediata de armas y al desmantelar las victorias sociales de las minorías.

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