Mafalda, más de medio siglo cuestionando.
Optimismo.
Ciencia
Igualdad.
Los valores de la familia.
El 29 de septiembre de
1964, nacía oficialmente Mafalda. Fue en la revista argentina Primera Plana.
Dos años antes, el dibujante Joaquín Salvador Lavado, conocido como Quino,
recibía un encargo para una estrategia publicitaria. Tenía que idear una tira
cómica del estilo de Charlie Brown, pero protagonizada por una familia
convencional -padre, madre, hijos- cuyos nombres empezasen por M. Así se
establecía la relación con Mansfield, una marca de electrodomésticos de la
empresa Siam Di Tella. Pero, al tratarse de un anuncio encubierto, la campaña
no convenció y, dos años después, Mafalda apareció en la mencionada revista
argentina.
El nombre de esta niña de
seis años, de respuesta rápida y preguntas incómodas, proviene del personaje de
la película “Dar la cara”, de David Viñas (1962). Tiene un padre que trabaja en
una oficina y es fanático de las plantas y una madre que se convierte en ama de
casa cuando deja sus estudios para casarse. Su mascota, a la que saca a pasear
atada con una cuerdita, es una tortuga que se llama Burocracia. Le gustan los
Beatles, posee una bola del mundo a la que cuida y que da pie a muchas de sus
cavilaciones. Odia la sopa porque “es una alegoría de los gobiernos militares
que nos teníamos que comer todos los días por estas latitudes”, según explica
su autor en una entrevista.
En 1965, las tiras de
Mafalda se mudaron al periódico El Mundo, donde aparecía seis veces a la
semana. A partir de ahí se fueron incorporando nuevos personajes. Susanita encarna
a la burguesía que toma el café por la tarde y contribuye a las obras sociales
con lo que les sobra. Obsesionada con casarse y tener hijos, es el polo opuesto
de Mafalda, quien sueña con hacer una carrera para “no ser una mediocre”. La
cabeza pensante de Miguelito, que vive con una progenitora, obsesionada con el
orden y la limpieza, fue la penúltima en aparecer. Libertad, hija de padres
'progres' y casi tan contestataria como Mafalda, completa el grupo. Vive en un
apartamento muy pequeño con su padre, que trabaja en algo que odia y con su
madre, traductora de francés. Además de amigos, Mafalda también tiene un
hermanito.
La última tira de Mafalda
se publica el 25 de junio de 1973 en la revista Siete Días. En 1977, el propio
Quino le explica a Joaquín Soler Serrano, en el programa de entrevistas “A
Fondo”, que había terminado con su personaje porque se estaba empezando a
repetir. “Eso me pareció deshonesto, no quería que mi historieta fuera como
esas que tienen ya 40 años y que uno las lee por costumbre y ya sabe cómo van a
terminar.”. El primer libro, que recoge 240 tiras de Mafalda por orden de
aparición, se publica en Argentina en 1966. La primera tirada, de 5.000 copias,
se agotó en dos días y su éxito se empezó a dispersar por América Latina. En
1969, Mafalda dio el salto a Europa. La visionaria Esther Tusquets la trajo a
España un año después. Su editorial, Lumen, sigue publicando sus historietas.
En las primeras tiradas tuvieron que incluir la advertencia “para adultos” en
la cubierta a instancias de la censura franquista.
Mafalda fue traducido a
20 idiomas y da vueltas por el planeta, impresa en papel, en camisetas, tazas,
libretas y todo tipo de comercialización. Cuando empezaron a comercializarse,
Quino no estaba cómodo. Confiesa que “eso lo tuve que hacer en contra de mi
voluntad. Pero me vi obligado porque empezaron a aparecer muñequitos y posters
piratas”. Varias estatuas de la niña se sientan ahora en diferentes partes del
mundo. La más conocida es la de Buenos Aires (ahora también la acompañan
Manolito y Susanita), obra de Pablo Irrgang, al igual que la réplica que
descansa en Oviedo. Esta se inauguró cuando Quino visitó la ciudad para recoger
el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, en 2014.
Las viñetas de Mafalda
siguen teniendo vigencia en la actualidad. Los problemas sobre los que
reflexionaba esa niña argentina siguen estando ahí, algunos más presentes, si
cabe. Y Mafalda sigue estando indignada.
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