Julio Anguita: “La izquierda debe dar lecciones de educación y no caer en la provocación”.
“Por
fin, España tiene gobierno. ¿Lo ha celebrado?” Es la pregunta a la que contesta
Julio Anguita en la entrevista publicada en Insurgente.org: “Ni lo he celebrado ni lo he dejado de celebrar. Simplemente,
visto el espectáculo del otro día en el Congreso, lo que trato es que el lector
piense para qué tanto exabrupto y espectáculo vergonzoso por parte de la
derecha. Cómo sus señorías pueden llegar
a tanta degradación y cinismo. Pero o se corrigen o van a perder. La izquierda debe dar lecciones de educación, no caer en la
provocación. A la gente le gustan las buenas maneras. (…) Nuestra derecha
no es en absoluto homologable con Europa. Por la poca historia que conozco, me
recuerda a la peor época de Fernando VII. Intransigentes, distorsionadores de
la realidad, tendenciosos y mal educados en extremo. Le pediría a la izquierda
que diera ejemplo de educación. El pueblo necesita que sus políticos sean
duros, combativos, a veces acres, pero, por favor, educación. Han perdido todos
porque están acostumbrados a mandar y se han creído que el cortijo es suyo.
Creen que su política económica es la única verdadera, y, lo más cínico es
cuando se llaman constitucionalistas. Estos señores hablan de la Constitución
para defender al Rey y la unidad de España, pero es una constitución mal
entendida. En este tema, la derecha nunca ha tenido inteligencia. En el fondo,
le tienen pánico a la Constitución. El papel de la izquierda es ahora quitarles
esa falsa bandera, la impostura de que son constitucionales. Eso se hace con
inteligencia y colocándolos frente a la contradicción”.
¿Cuál
sería su receta para Cataluña? ¿Cuál debe ser el límite? “Siendo firmes con el independismo.
Sabiendo manejar los dos caballos del coche. En un momento, el pueblo catalán
tendrá que dar su opinión, vinculante o no. Ahora bien, una consulta pactada
entre todos desde la sensatez y en la que no decida un 52%. Hay que tener un
quórum mínimo. En Andalucía, el 28-F hubo que superar el censo. Pero los
catalanes tienen que evitar la vía unilateral, que es soñar. El independentismo
ha metido la pata y ha creído que podía luchar contra el Estado y que esto era
un cuento. Ha engañado a sus propios militantes. Una parte se radicalizó cuando
los indignados catalanes rodearon el Parlamento.Cuando en la historia de
Cataluña aparece la cuestión social, el nacionalismo se radicaliza. Para
defenderse de la cuestión social, le ha echado la culpa a Madrid. Cambó, por
ejemplo, financió la campaña de Franco, y hay que recordar el apoyo de la
oligarquía catalana a la dictadura de Primo de Rivera. Lo que nadie quiere ver
en este conflicto es el conflicto de clases. Si mañana hay una política de
izquierdas moderada –y digo moderada no porque yo lo sea, sino teniendo en
cuenta lo que hay–, si la gente tiene empleo y salario dignos, el
independentismo baja, porque detrás del independentismo hay mucha radicalidad
social disfrazada. El nacionalismo ha puesto la enseña para vehiculizar toda la
tensión social.
¿Será
muy difícil en esta legislatura acometer grandes reformas pendientes? “Va a ser
un combate en permanente cuerpo a cuerpo. Todos nos jugamos mucho. Tal y como
está el patio y los intereses económicos. No olvidemos que las grandes empresas
tienen partido, la derecha en todas sus versiones; que la Iglesia tiene su
partido, la derecha en todas sus versiones. Mire lo que están diciendo algunos
obispos: que se rece a la Virgen porque se está rompiendo España. Están en su
derecho, aunque me parecen expresiones de otro siglo. Hay una determinada parte
de la población que se instala en los lugares comunes de un sentido común muy
reaccionario… Eso está ahí, y van a estar esperando cualquier fallo, y nos va a
llevar a los militantes de izquierdas a tener que combatir con la palabra y la
razón. Aquí hago otra vez el llamamiento: esto es para que la izquierda se
movilice y no vale ninguna excusa… Movilizarse es atender, estudiar, razonar,
militar, reunirse con la gente, no levantar el puño 70 veces y cantar la
Internacional. Soy militante del PCE y de IU. Me siento miembro de Podemos, de
Equo, de los que digan que esto no puede seguir así. Esos son los míos.
Quisiera que, dentro de poco, nuestras organizaciones nos convocasen y dijeran:
espabilad. Si las organizaciones que van a gobernar no hacen eso, están
perdidas, porque no se gobierna solo con los medios de comunicación. La derecha
tiene fuerza, porque tiene a la banca, a la Iglesia, al capital. Nosotros
tenemos que tener la nuestra y estar organizados.
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