Boris Johnson: de pasota a víctima del coronavirus.
Boris Johnson, líder del
Partido Conservador y primer ministro del Reino Unido, una de las
personalidades más reacias a decretar el confinamiento, cayó en la trampa
creada por él mismo y se ha visto arrollado por la pandemia del coronavirus. “Ahora,
estoy aislado, pero seguiré liderando la respuesta del Gobierno mediante
videoconferencias, mientras luchamos contra el virus. Juntos, venceremos esto”,
proclamó en su cuenta de Twitter. El líder político y periodista británico puso
la economía por delante de la vida y la muerte de sus conciudadanos y, al
final, se ha visto contagiado por el virus. “En las últimas 24 horas, noté
síntomas y he dado positivo en coronavirus”, reconoció el primer ministro británico
a través de un vídeo publicado en su perfil de Twitter. Otra de las personalidades
contagiadas es el ministro de Sanidad, Matt Hancock, que reveló también su
situación. Y el príncipe Carlos, que también dio positivo esta semana en las
pruebas.
El discurso, los gestos y
las medidas del Gobierno británico ha ido variando, hasta llegar con relativo retraso
a iniciativas como el confinamiento que ya han sido adoptadas previamente en
otros países europeos. El 3 de marzo, cuando divulgó su plan de acción, Johnson
presumió de dar la mano “continuamente”, incluso en una reciente visita a un
hospital donde ya había casos confirmados de coronavirus. Dos días más tarde,
tras la confirmación del primer fallecido, se limitó a decirle a la población
que se lavara las manos y siguiese con su vida “como de costumbre”. El 12 de
marzo elevó el tono de su discurso, al hablar de “la peor crisis de salud
pública en una generación”. “Muchas más familias van a perder a sus seres
queridos antes de tiempo”, señaló, en una de las frases que más le ha
perseguido en estas últimas semanas. En las dos semanas posteriores, ya
defendió el “distanciamiento social” e instó a la población a quedarse en casa,
pero inicialmente lo hizo de forma muy leve, recomendando el aislamiento de
quienes pudiesen tener síntomas o de aquellas personas que hubiesen estado en
contacto con contagiados de coronavirus. Y el domingo, con los lugares públicos
de nuevo llenos, Johnson defendió la actividad al aire libre como algo “crucial”
para la salud física y mental de la ciudadanía. Un día más tarde, el 23 de
marzo, impuso el confinamiento domiciliario y prohibió las reuniones de más de
dos personas, amenazando con actuaciones de la Policía a quienes incumplan las
medidas.
Sus errores y recelos por
el miedo al hundimiento irreparable de la economía del Reino Unido o la
subestimación del peligro al que se enfrentaba el país le han pasado una
factura que no esperaba. Ahora, en este teatro político del momento, sólo falta
que el presidente norteamericano, al que Boris Johnson le imita en su verborrea
política, se levante un día y declare su contagio. Claro que Donald Trump ya
dijo hace unos días que había dado negativo en una prueba para determinar si
estaba infectado con el nuevo coronavirus y sigue “libre de síntomas” después
de haber estado en contacto con una delegación del Gobierno brasileño de la que
varias personas contrajeron la enfermedad. Por algo es el presidente, como Boris
Johnson es primer ministro británico. Pero éste no ha negado el contagio,
mientras que Trump es capaz de todo con tal de asegurar su trono. Por lo menos,
el Reino Unido, que ha perdido un tiempo vital para responder a la pandemia, ha
aprendido la dolorosa lección de que, a todos los efectos, dejó hace tiempo de
ser una isla. Y Trump, ¿qué ha aprendido él de la crisis?
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