Cuando el fútbol se juega en femenino.
Las mujeres futbolistas
de Primera División han demostrado sus conquistas sociales, peleando durante
más de año y medio y con una huelga de por medio hasta conseguir firmar el
primer convenio de fútbol femenino de nuestra historia. Se trata del primer
paso para seguir trabajando por dignificar un deporte que tradicionalmente ha
estado muy masculinizado. Mientras los hombres disponían de muchas categorías,
desde chupetín hasta senior, los equipos formados por mujeres hasta el 2008 apenas
eran reconocidos más allá de la juvenil y la senior y su número ha sido muy
reducido.
La discriminación no fue
y sigue siendo sólo cuestión de categorías. También afecta en el momento de compaginar
trabajo y deporte. Hay quienes, al trabajar de camareras y
no poder cambiar constantemente los turnos, están obligadas a dejar de ir a los
entrenamientos. “Por ello –dice Dina
Bousselham, responsable de Feminismos y LGTBI de Podemos en la Comunidad de
Madrid–, es fundamental dignificar el deporte femenino, equiparando las
condiciones laborales a las del deporte masculino, y creando mecanismos que
garanticen la igualdad. No es sólo que cobremos menos, sino que nos enfrentamos
a dificultades para practicar y disfrutar de cualquier deporte en igualdad de
condiciones”.
“El fútbol –recuerda en Cuatopoder.es – ha sido y es un
campo de disputa social donde se visibilizan las luchas que hay en la sociedad.
Cuando a Iñaki Williams, jugador del Athletic, le insultan por ser negro y
mucha gente entiende que esos insultos no tienen cabida en la sociedad, se
evidencia que el racismo opera en todos los espacios sociales, incluido el
fútbol. Cuando a Roman Zozulya le llaman nazi (algo que es una evidencia) y la
Liga sanciona al Rayo Vallecano, hay una cuestión política detrás. Y cuando Ada
Hegerberg o Megan Rapinoe reciben el Balón de Oro Femenino y no tienen la misma
visibilidad que cuando lo recibe Messi o CR7, está claro que detrás opera el
patriarcado.
“Pese a todas las
dificultades, las futbolistas han conseguido un convenio colectivo que sienta
las bases para transformar la sociedad: un convenio que refleja la pelea por la
igualdad y la justicia, que pone en el centro la necesidad de defender los
cuidados, la conciliación familiar y laboral, que promueve prácticas para que
las mujeres dejen de sufrir discriminación o acoso en el deporte, para
facilitar decisiones personales como la maternidad –que no tienen que ser un
impedimento profesional– y, sobre todo, para demostrar que el fútbol también se
conjuga en femenino”.
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