La guerra del Rayo Vallecano: un estadio (vacío) contra su directiva.
Directiva y afición del
Rayo Vaticano llevan años enfrentados y el último episodio del desencuentro ha
sido el estreno en casa en la máxima categoría: solo fueron 583 personas, de
las 2.000 entradas a la venta. Raúl
Martín Presa, presidente del Rayo que acabó ascendiendo de
categoría, fue duramente abucheado. El presidente de Federación
de Peñas, Antonio Castilla, mostró frente a él su indignación: “Este hombre no
consulta nada con la afición representativa y hace lo que le da la gana. Es
como un dictador. Se cree que el Rayo es una empresa, pero un club de fútbol
tiene una parte social”. El último conflicto deriva de que los abonos no se han
podido renovar aún, y las entradas para el primer partido se pusieron a un
precio fijo de 25 euros por lo que solo se vendió la cuarta parte.
“Medio millar de
aficionado —comenta Víctor Honorato en ElDiario.es— acudió al estreno en
Primera División en medio del continuo enfrentamiento entre la directiva que
preside Raúl Presa y los seguidores del equipo, que se revuelven desde hace
años contra una gestión que consideran de espaldas a ellos y al barrio. Las
jugadoras del equipo femenino empezaron la pretemporada sin contratos laborales
en vigor, firmados a última hora tras protesta de la Asociación de Futbolistas
y amenaza de inspección de la Seguridad Social. El club achacó el problema a
que los encargados del trámite se habían ido de vacaciones sin permiso. Al
enterarse, el jefe de contabilidad dimitió del cargo. No era la primera vez que
la situación de las jugadoras llamaba la atención. En diciembre de 2020, la
plantilla se quejó de que después del partido solo les hubiesen dado un
bocadillo de jamón york. El club dijo que, desde el punto de vista dietético,
el tentempié cumplía los requisitos.
“En oposición frontal a
Presa está Accionistas ADRV, la plataforma que engloba a los aficionados que
poseen una participación minoritaria en el club. Este sector apunta a que los
problemas vienen de lejos. Presa, hijo de un empresario con negocios de
serigrafía, tomó en 2011 el relevo de la familia Ruiz-Mateos, que había hecho
del club una carta más del castillo de naipes que demostró ser su holding
empresarial. Tras un acuerdo opaco y el pago de una cantidad simbólica, el
flamante directivo, con el asesoramiento jurídico del por entonces abogado
Javier Tebas, hoy presidente de la Liga, sacó al equipo del concurso de
acreedores en tiempo récord, previo ascenso a Primera. Y Jesús Fraile,
apoderado con la anterior directiva está pendiente de entrar en prisión por no
pagar el IRPF y el IVA del Rayo en varios ejercicios de la última etapa de
Ruiz-Mateos. También está condenada en firme Teresa Rivero, esposa del
empresario jerezano y antecesora en el cargo de Martín Presa.
Vallecas es un barrio
obrero, de fuerte tradición izquierdista, que se manifiesta en la afición del
equipo. Con todo, en la época de los Ruiz-Mateos, recalcitrantemente de
derechas, se había llegado a una entente, pese a todos los desmanes
financieros. La masa social tenía cierto cariño por Teresa Rivero, a la que se
recuerda llevando a los nietos al estadio para el roscón de Reyes, o paseando a
los jugadores por el barrio en autobús. Con Presa, nada de eso se ha repetido,
con el agravante del fichaje de Román Zozulia, jugador ucraniano que se
identificó con los sectores fascistas del golpe de estado en su país, en 2014.
La contratación se llegó a firmar, pero ante las airadas protestas de
Bukaneros, la peña más radical, el club desistió del fichaje. Hoy en día, todavía se recuerda cómo la
presencia en el palco de dirigentes del partido ultraderechista Vox incendió
los ánimos, o cómo unas 300 personas protestaron simbólicamente yendo a “desinfectar”
el estadio, vestidos con trajes aislantes.
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