El encuentro del Papa Francisco y Yolanda Díaz unen a la izquierda y resucita el odio de la derecha política y mediática.
La vicepresidenta segunda
y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, visitaba el pasado sábado al Papa
Francisco. En un encuentro con el Pontífice, que duró 40 minutos, ambos
hablaron de la decencia del trabajo y de la necesidad de disponer de marcos
legislativos que lo prioricen como mejor herramienta de inclusión social. “Hoy
me he reunido con él en el Vaticano –escribió en su twitter– para dialogar
sobre el trabajo decente, la crisis de la Covid-19 y el futuro del
planeta. Construir un mundo más
solidario y más justo solo es posible con diálogo entre diferentes en favor del
bien común. Hay esperanza”.
Yolanda Díaz sintonizó
con Francisco, el Papa argentino que muchos, también dentro de su partido han
elogiado y calificado como un referente mundial en temas de justicia social y
lucha contra la desigualdad. En este contexto, se mantuvo la reunión entre el
católico más poderoso del mundo y la política más valorada en España. Díaz
regaló al Papa una copia del libro de poesía en gallego 'Follas Novas', escrito
por Rosalía de Castro, así como una estola fabricada con material reciclado y
bordada por religiosas de las Carmelitas Descalzas de un convento de Alcalá de
Henares (Madrid). Francisco, por su parte, le entregó un rosario, varios libros
y copias de sus principales textos magisteriales, como hace habitualmente
cuando recibe a los mandatarios.
A petición del Vaticano,
añadió Díaz, no ha trascendido el grueso del contenido de la reunión. Jorge
Mario Bergoglio está acostumbrado a ser calificado como “comunista” siempre que
recuerda que “el trabajo es un derecho humano” o reivindica “las tres T”
(techo, tierra y trabajo) para los desfavorecidos; o critica a la Unión Europea
por su política sobre los refugiados, como hizo en su reciente viaje a Lesbos.
El encuentro entre el
Pontífice y la vicepresidenta segunda se produjo a dos días de que comience la
visita 'ad limina' de los obispos españoles, en la que se reunirán con el Papa
y con los responsables de los dicasterios vaticanos para analizar la situación
de nuestro país y de su comunidad cristiana. El hecho podría
ayudar a acercarse a un electorado más centrista o, incluso, conservador, lo
que entronca de lleno con la estrategia planteada por la vicepresidenta. Especialmente,
en un momento en que Francisco es blanco de críticas desde un sector del PP y
Vox.
La derecha política y
mediática no soporta a Francisco. Se han encargado de dejarlo claro en
innumerables ocasiones desde que aterrizó en el Vaticano, en 2013. El estilo
del jesuita no es el de la cúpula eclesial española, alineada desde hace
décadas con el espectro político más conservador del país. De hecho, la
ofensiva de la ultraderecha de Vox ha dedicado numerosas referencias al
argentino, al que no reconocen como legítimo pontífice. Basta recordar aquel “ciudadano
Bergoglio” con el que Santiago Abascal se refirió al Obispo de Roma tras las
loas de la izquierda a sus encíclicas durante la fallida moción de censura de
Vox. Allí, tanto el presidente Sánchez como Pablo Iglesias –que, pese a sus
intentos, jamás logró el mano a mano con Francisco que sí ha conseguido Díaz– alabaron los escritos papales.
Uno de sus más destacados
representantes de la ultraderecha católica, el eurodiputado de Vox, Hermann
Tertsch, denunció “el odio manifiesto de este Papa a España”, en su opinión, “una
prueba más de un carácter indisimulable de bajeza e indignidad”. Tertsch no se ha
ahorrado epítetos en las redes sociales: “Que quede claro, Bergoglio, que se
puede ir Ud al mismísimo carajo o a destinos aún peores, pero si fuera a
Santiago, que Dios no lo quiera, sí va a España, que quede claro. Hartos ya estamos
muchos de contener las palabras ante quien no se contiene en expresar todos sus
viles sentimientos”.
Por su parte, el ex
portavoz de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, dejó una frase al Papa para el
recuerdo: “Trece años en los jesuitas me impiden decir en este momento lo que
verdaderamente pienso”.
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