Así “forman” los Campamentos carlistas a niños desde los ocho años.
Se levantan y acuestan
con una oración, rezan el rosario, izan y arrían la bandera… Son algunas de las
rutinas diarias que realizan los niños, niñas y adolescentes y que cada verano
organiza la asociación Cruz de Borgoña en plena Sierra de Gredos. Cuentan con tres banderas que coronan el
espacio con tiendas de campaña en una estructura armada en forma de cruz. En
uno de sus extremos, la de España, en otro la de Castilla y León y en el
tercero, el más alto, la de la Cruz de San Andrés, usada por los carlistas
durante la Guerra Civil.
Marta Borraz habla en
ElDiario.es del campamento que arrancó el pasado 1 de agosto en Hoyo del Espino
(Ávila), organizado por la rama juvenil del carlismo ultraderechista, en España
“Su objetivo es ‘formar’ a los menores en esta ideología que aún pervive en
forma de organizaciones minoritarias. Una de ellas es la Cruz de Borgoña, que
realiza actividades para niños y jóvenes y tiene vínculos con la Comunión
Tradicionalista Carlista (CTC), cuyo lema es ‘Dios, Patria, Fueros y Rey’.
Aunque en sus páginas web no especifican posibles nexos, ambas comparten sede
central en Madrid, según el registro de asociaciones del Ministerio del
Interior.
CTC es, además, la
organizadora del Encuentro Tradicionalista de Familias, que se celebra el
último día del campamento como colofón final. Hasta entonces, los niños y niñas
pasan 15 días en los que hacen deporte o gymkanas y otras muchas actividades
marcadas por la ideología carlista y ultracatólica: todo ello puede verse en
imágenes difundidas en redes sociales, en las que se entremezclan los juegos y
las excursiones con las ofrendas, el llamado “rosario de las antorchas”,
canciones a los requetés –los tercios carlistas que lucharon con Franco–, niños
y niñas que se cuadran bajo un “¡Firmes!” e incluso talleres de plastilina en
los que los asistentes recrean figuras o banderas carlistas, que hoy día suelen
verse en manifestaciones franquistas y de extrema derecha.
Con independencia del
grupo al que pertenezcan, los asistentes al campamento llevan puestas las
clásicas boinas de los requetés, que se movilizaron nada más dar el golpe de
Estado de 1936 y tuvieron un papel fundamental como milicia armada durante la
Guerra Civil. Para los niños, boinas rojas; para las niñas, boinas blancas.
Además, Cruz de Borgoña se dirige a ellos como “pelayos” y a ellas como
“margaritas”, que fueron las dos ramas –juvenil y femenina respectivamente– que
tuvo el carlismo en los años 30 y durante la dictadura franquista.
“El objetivo es formar
para el mañana personas que, conociendo sus raíces, sean católicos coherentes y
comprometidos con la vida social”, declara la asociación sobre el campamento
que realiza desde 1986. Según explica en el folleto informativo, las colonias
cuestan algo más de 300 euros por persona y entre los talleres y jornadas
formativas a las que asisten destaca la formación católica, se muestra la
Historia de España y del carlismo y la formación “en virtudes”.
Preguntada sobre el
enfoque con el que se transmite el pasado, Cruz de Borgoña ha preferido no responder a ElDiario.es.
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