martes, 21 de abril de 2009

Llamadas sospechosas.


Un mensaje recibido en mi correo electrónico me advierte de lo que puede ocurrir cuando alguien me llama a casa o me deja el mensaje de que mi número telefónico está en su identificador de llamadas. “Son llamadas sospechosas –me previene el mensaje– de gente extraña que llama a las casas particulares en estado alterado y/o molesto, argumentando que en su celular entran llamadas de nuestro número residencial con amenazas de muerte. Insiste con vehemencia que es nuestro número telefónico el que aparece en su identificador de llamadas. Y me advierte de que esto es un truco de algunos delincuentes para obtener información privada de la persona que contesta a la llamada y que tenga mucho cuidado con las respuestas”.

El correo me explica que la persona que contesta a la llamada se ve presionada y tratará de explicar que no es posible. Pero aquí está el peligro, pues en las siguientes respuestas puede que demos sin querer la información que los delincuentes precisan.

- Esto no puede ser. Aquí no hay ningún hombre.
- Pero si yo vivo sola, con mi hijo.
- La casa está sola, hasta la noche.
- Los señores no están.
- Mis papás no están.
- Solamente está la empleada.
- Yo rento y estoy solo.
- Estuve fuera todo el día…

Información que “ellos” precisan. Para esto se sirven de varios trucos, argumentando que llaman de un banco o institución o que simplemente que tienen el número registrado en su visor. La persona que llama insistirá con más argumentos, y seguirá con la conversación para obtener más información y tomar nota de todo lo que le dice la persona que contesta a la llamada.

A los pocos días, otra persona vinculada con la anterior, llama nuevamente para decir: “Les tenemos bien controlados, sabemos exactamente a qué hora entran y salen, quién está en la casa, cuántos hijos tiene… Y, si no quiere que le pase algo a sus hijos o a su esposa (o), a sus papás, etc. tiene que darnos tantos euros”.

“Al contestar a las llamadas –me aconseja el mensaje electrónico–, no permita que el delincuente se adueñe de la situación. Interrumpa su discurso con firmeza. Dígale que posiblemente piratearon su número telefónico y sugiérale que llame a las autoridades, porque usted hará lo mismo de inmediato. Y, para evitar más diálogo, corte la llamada. Recuerde, sobre todo, que no debe decir nada que le pueda exponer a usted o a su familia”.
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El escolta de Castro. Capítulo XVI. La Casa de los Misterios. El coronel Sánchez sigue descubriendo el Punto O. Desde la “Casa de los Misterios”, el chequeo telefónico monitorea todas las casas de Fidel. Todo el mundo sospechoso es escrupulosamente grabado y nadie sabe quién está espiando a quien.


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