miércoles, 27 de marzo de 2019

López Obrador pide a Felipe VI que España se disculpe por “los abusos de la conquista” de México.


López Obrador, presidente de México.


Felipe VI y el presidente mexicano, López Obrador, junto a su esposa, Beatriz Gutiérrez, en México.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, reconoce que envió una carta al Gobierno español con la intención de que Felipe VI pida disculpas por los atropellos que considera que se cometieron durante la conquista. “Envié ya una carta al rey de España y otra al papa para que se haga un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos”, dijo a través de un vídeo publicado en redes sociales.  En ella pide por carta a Felipe de Borbón y al papa Francisco que pidan perdón por los abusos perpetrados durante la conquista. El Gobierno español lamenta la publicación de la carta con este argumento: “La llegada, hace quinientos años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporánea”

La intención de López Obrador es que las autoridades españolas reconozcan los abusos cometidos durante la conquista para lograr una especie de reconciliación histórica de cara a 2021, cuando se cumplirán 200 años de la independencia de México. “Es tiempo ya de decir que vamos a reconciliarnos, pero primero pidamos perdón”, dijo el presidente mexicano, quien aseveró que él también se disculpará en nombre del Estado mexicano por “la represión a los pueblos originarios” que hubo tras la independencia del país. Para López Obrador, esta “conquista o descubrimiento” fue en realidad una “invasión”. “Y se cometieron muchas arbitrariedades. Se sometió a los pueblos, lo que ahora conocemos como nuestra América. Todo el continente nuevo, recién descubierto. Fue una invasión”.

Las palabras de López Obrador, del ala izquierdista, sentaron muy mal en el entorno del Gobierno socialista español, quien “no ha comprendido esta acción diplomática tan negativa y ofensiva hacia España, tras las buenas relaciones entre ambas naciones. López Obrador tuvo un encuentro de lo más cordial con Pedro Sánchez, cuando el español visitó el país americano hace apenas dos meses. Sólo hubo entonces un único punto de discrepancia: Venezuela. Entonces se dirimió la postura española contraria a Nicolás Maduro, exigiéndole que renunciara en favor de Juan Guaidó, y López Obrador le afeó esta posición recordando que lo mejor era una actitud de no intervención.

“Estamos en Comalcalco -dijo López Obrador en un vídeo subido a redes sociales, al visitar esta localidad del estado de Tabasco-, vamos a Centla a conmemorar 500 años de la batalla de los españoles contra la resistencia de los mayas-chontales”. Allí, los indígenas fueron derrotados por las tropas del español Hernán Cortés y López Obrador recuerda que éste se impuso “con la espada y la cruz” y realizando “matanzas” de indígenas, recordando el papel también de la Iglesia Católica, que construyó “iglesias encima de los templos” originales. “Es tiempo ya de decir que vamos a reconciliarnos -insistió-, pero primero pidamos perdón”.

Quien no ha reaccionado ni dicho nada ha sido la Casa Real. El jefe de Estado se encuentra actualmente de visita oficial en Argentina, donde fue recibido por el presidente, el conservador Mauricio Macri. No parece que tenga intención de aceptar la petición de López Obrador y pedir perdón por las matanzas perpetradas durante la conquista.  “Podría pensarse -escribe Juan Carlos Escudier, en el artículo ‘López Obrador no desvaría’, en Público- que la exigencia de López Obrador es un disparate porque es evidente que no es de recibo exigir cuentas a un país por los atropellos y matanzas que se cometieron en su nombre cuando reinaba Carolo, pero es que no se trata de eso en absoluto. Lo que se pretende es aprovechar la efeméride para  realizar una reparación histórica a las comunidades indígenas, sometidas a la opresión y el exterminio no sólo en los tiempos en los que en España no se ponía el sol sino también después de la independencia, un sojuzgamiento que incluye a yaquis, mayas y también a los miles de chinos que se usaron como esclavos y que fueron torturados y asesinados, víctimas de las políticas racistas de los gobiernos mexicanos posteriores a la Revolución. En definitiva, no se trata de reescribir la historia sino de efectuar un ejercicio de catarsis para cerrar las heridas que aún se consideran abiertas”.

La petición del López Obrador no puede ser un desvarío porque, de serlo, habría que pensar que el Rey no estaba en sus cabales cuando, en noviembre de 2015, se dirigió a la comunidad sefardí, con motivo de la ley por la que se concedía la nacionalidad española a los descendientes de los judíos expulsados de España en 1492, para agradecerles que hubieran hecho prevalecer el amor sobre el rencor y expresarles lo mucho que se les había echado de menos. “Regresa formalmente al tronco común de la nación una de sus ramas que, en su día, fue tristemente separada”, dijo Felipe VI en aquel acto de reparación. “Los que sí desvarían son los que entienden la petición de López Obrador como un desafío diplomático y lo atribuyen a la educación del presidente, imbuido de la desazón identitaria de aquellas generaciones de mexicanos que en el laberinto de soledad que dibujó Octavio Paz se negaban a aceptar que eran hijos de la gran chingada, de aquella Malinche amante de Cortés, del mestizaje.

“El Gobierno mexicano no quiere compensaciones económicas por el saqueo sistemático y por el etnocidio, sino contribuir a una reparación moral que sus propias autoridades están dispuestas a conceder a quienes no han dejado de sufrirlo… Nadie pretende criminalizar a España porque eso sería tanto como criminalizar a México. Basta leer los informes de la relatora de Naciones Unidas para contemplar la realidad indígena actual, una población sometida a todo tipo de acosos y amenazas, cuando no a una violencia extrema por oponerse, por ejemplo, a la construcción de un gasoducto. Se pide un acto de honestidad para que, en cada aniversario, haya realmente algo que celebrar de una ‘gesta’ que ni fue, como sostiene ahora Pablo Casado, el hito más importante de la humanidad tras la romanización, ni debe ser motivo de flagelación colectiva. Parece de justicia”.

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