sábado, 21 de diciembre de 2019

El movimiento de las sardinas en Roma, contra el neofascismo.

 Una manifestación contra el populismo de derecha atrajo a decenas de miles de personas a una plaza en Roma.


A Matteo Salvini se le rebelan las sardinas.

Miles de personas a favor del Movimiento de las sardinas de toda Italia se manifestaban el pasado sábado en plaza de San Giovanni de Roma en la mayor convocatoria de este nuevo movimiento cívico que pretende plantar cara a la ultraderecha y reivindicarse como los “partisanos del siglo XXI”. “A Salvini y a Meloni no les gustará mi presencia (...) porque soy mujer, soy musulmana y soy hija de palestinos. No permitiremos que abran las páginas negras del pasado. Esto es un estado de derecho”, proclamó desde el escenario una de las oradoras, una niña musulmana ataviada con el hiyab o pañuelo musulmán. Matteo Salvini es el líder de la Liga y Meloni dirige a Hermanos de Italia, o formaciones del espectro de la extrema derecha.

En la concentración había jóvenes, pero también veteranos de movimientos de izquierda, unidos por el himno en el que se ha convertido el “Bella ciao”, la canción popularizada por los partisanos antifascistas que combatieron en la Segunda Guerra Mundial, inspirados por el movimiento iniciado el 14 de noviembre en Bolonia, cuando miles de personas abarrotaron, “como sardinas enlatadas”, una plaza de la ciudad para denunciar al partido de Salvini, la Liga, y su retórica antiinmigración.

En la manifestación estuvieron presentes simpatizantes del movimiento de Roma, así como otros procedentes de otras ciudades como Bolonia, Trento y otras ciudades del sur, pero también del norte, como la emblemática Reggio Emlia, donde en Bolonia, su capital, surgió espontáneamente el movimiento cívico de las sardinas. Y las sardinas negras, vanguardia de la reivindicación antirracista del movimiento. Entre las personalidades presentes en Roma, el filósofo y periodista Paolo Flores d'Arcais, el político Nichi Vendola o el médico de Lampedusa y eurodiputado Pietro Bartolo quien recordó que “la sardina es un pez sencillo, pero bueno. Hoy me siento como una sardina, contra aquellos que quieren sembrar el odio y el miedo. Somos sardinas y debemos resistir”.

El joven, Mattia Santori, la principal cabeza visible del movimiento, bromeó en su intervención con las acusaciones de que tienen el apoyo del principal partido del centro-izquierda italiano, el Partido Democrático, que buscaría movilizar a nuevas bases. Y recordó que “hace exactamente un mes, la plaza de Bolonia lanzaba un mensaje muy claro: No pasarán”. Pero, a pesar de la creciente popularidad de las sardinas, la Liga encabeza las encuestas de opinión nacional y podría obtener una victoria histórica en las elecciones regionales del próximo mes en Emilia-Romagna, un bastión tradicional de la izquierda.

viernes, 20 de diciembre de 2019

Los burros no son tontos, sino tremendamente inteligentes.


Dilfenio Romero trabajó casi 40 años en el Canal de Isabel II y hace 24 creó Burrolandia, la Asociación Amigos del Burro.

Sergio C. Fanjul escribe sobre burros en El País, en donde cuenta la historia de Dilfenio Romero, de 66 años: “Tiene un aire a Chanquete, el de Verano Azul, con su gorra, su barba blanca, su rostro curtido por el tiempo, los ojos vivarachos. Trabajó casi 40 en el Canal de Isabel II y hace 24 creó Burrolandia, la Asociación Amigos del Burro, por la zona de Tres Cantos. Se pasea campechano por sus dominios, rodeado de burros, caballos, cabras, perros y otros animales, con un bastón en la mano. Los domingos los visitantes humanos, entre rebuznos, dan zanahorias y lechuga a los burros, más de 50 ejemplares (leoneses, zamoranos, extremeños, africanos…) que Romero ha rescatado, ahora que la mecanización les ha sustituido en las labores del campo: están en peligro de extinción. Con ayuda de sus colaboradores les recoge, les cuida, les cura, les proporciona una existencia plácida”.

Usar burro como sinónimo de tonto no pega en la explicación que se da de los borricos. “Es un mito. El burro es más inteligente que el caballo, y con diferencia. Si tienes siete caballos y metes un burro, a la semana todos los caballos siguen al burro. Cuando no había topógrafos ni ingenieros de caminos mandaban a un burro y, por donde pasaba, construían el mejor camino. Son tremendamente inteligentes. Aquí tratamos de reubicarlos, por ejemplo, mediante la burroterapia, que ayuda a niños discapacitados. Es un animal muy dócil, muy cariñoso, a los niños no les da miedo. Con esa función esperamos que se mantengan”. Fanjul nos lo recuerda: ·Les recogemos, muchas veces abandonados. No solemos traer caballos, pero el otro día nos llamaron porque había una cuadra abandonada, la mitad estaban muertos. No tenemos mucha ayuda, nos llaman las instituciones para recoger animales y luego se olvidan de ti. Que al menos nos den sacos de pienso para que coman los animales.

Empezó a a recoger madera y construyó casetas y cuadras. Algunas todavía aguantan desde el principio. En 2018, un incendio arrasó las oficinas, pero ya las volvió a construir. “Hace poco le llamaron para recoger una burra que andaba perdida por un pueblo de Cuenca, de un lado para otro, atravesando las carreteras. Los chavales del pueblo se montaban encima, le daban vino, le hacían putadas… Fui para allá con el remolque y me la traje. Se llama Cecilia”.

Cuenta que un médico rural leonés que iba por el mundo, de pueblo en pueblo, visitaba a enfermos montado en su burra Margarita. “Cuando nacían niños y celebraban, los aldeanos le invitaban a aguardiente. Se cogía unos melocotones que no podía ni andar. Así que le subían a la burra, le ponían una manta encima y decían: ‘Margarita, pa’ casa’. Y la burra le llevaba a casa, a veinte kilómetros, o más, por el monte. Fíjate si son listos”. Está convencido de que la gente está más concienciada ahora con los animales, aunque no todo el mundo. “¿Sabes quienes está más concienciados? No los chavales jóvenes, sino las personas mayores, las que han convivido con ellos”. Y la gente culta, añadiría yo. La que ha disfrutado leyendo “Platero y yo”, un libro escrito en 1914 por Juan Ramón Jiménez,​ que recrea poéticamente la vida de Platero, cuyo primer párrafo comienza: “Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal”…

jueves, 19 de diciembre de 2019

Una serie en gallego que arrasa en el extranjero.



La llegada de una plataforma como Netflix ha alborotado el mercado audiovisual. Lo ha puesto patas arriba a diferentes niveles. Así lo afirma Jokin Buesa en ElNacional.cat: “Algunas series como 'Narcos' o películas como ‘El irlandés’, verdaderos imanes de público, han cambiado para siempre los hábitos de consumo televisivo. Otros aspectos afectan en productos a más locales, pero no por eso son de menos calidad, y, sobre todo, de menos interés para el gran público. Y cuando decimos gran público, es así. Millones de espectadores de todo el mundo enganchados a productos que, en el caso de las teles españolas, han sido descartados por presentar una característica que demasiado a menudo se convierte en un estigma en España: haber sido grabadas en su idioma original que, en el caso del estado, quiere decir que se escucha catalán, vasco o, en este caso, gallego. Hablamos de 'O sabor das margaridas', un thriller donde se habla gallego, pero que 'sin embargo' cautiva a ingleses, chinos, españoles o noruegos”.

“La serie, descartada por televisiones y productoras estatales (menos, evidentemente, por TVG, que ya la estrenó el año pasado) por falar galego, fue adquirida por Netflix, incluyéndola en su catálogo y ofreciendo subtítulos para que llegara a espectadores de 180 países. El resultado: un éxito internacional abrumador. Por ejemplo, en el Reino Unido e Irlanda, donde es la séptima más vista. Revelador. La gran acogida del producto, a pesar de no ‘hablar en cristiano’, que dirían algunos, ha catapultado la serie, que registra la segunda temporada. La lección al mercado audiovisual español, donde los prejuicios y el rechazo a las lenguas cooficiales son crónicos, es legendaria.

“En el caso catalán, Netflix ofrece productos tan conocidos como Las de l'hoquei, Cites, Benvinguts a la família o la más triunfante de todas: Merlí. Incluso Movistar se tuvo que rendir a la evidencia, y ha comprado el spin off protagonizado por Carlos Cuevas. Quizás sea que el idioma no importe tanto, si el producto es de categoría. El resto, manías y tics que revelan ignorancia y falta de respeto. Ahora sólo queda que la plataforma dé un paso más y ofrezca sus servicios atendiendo a su lengua al público catalán, gallego o vasco. Pero Cada paso suma. ¡Moitas grazas!”