miércoles, 3 de septiembre de 2025

Patrimonio Nacional limpia, blanquea y da esplendor.

Fue Felipe VI el que se aprovechó de esa operación tan vistosa que fue la inauguración de las Colecciones Reales, galería que hubo que rellenar con cosas traídas de allí y allá. A Nieves Concostrina ni se le ocurrió entrar a criticar la calidad del contenido y continente de dicha galería, y confiesa haberse arrepentido de haber pagado 19 euros y de haber hecho el canelo por segunda vez. “La primera -comenta  ella en Público- fue en 2015, cuando acudí al reclamo de una cacareada exposición temporal en el Palacio Real: El retrato en las Colecciones Reales. De Juan de Flandes a Antonio López. Fatal. Se suponía que el plato fuerte era el gran retrato ‘La familia de Juan Carlos I’, una de las mayores tomaduras de pelo a la ciudadanía de Patrimonio Nacional y Antonio López. El pintor le tomó el pelo a Patrimonio, y Patrimonio a nosotros. Le fue encargado en 1993, aceptó pintarlo a cambio de 43 millones de pesetas y se comprometió a entregarlo en 1996. Pero López tiene poca palabra, y tardó 20 años en entregar el cuadro; eso sí, el trabajito lo cobró en euros en 2004: 300.000 euros de nuestro bolsillo (debió incrementar el IPC) por un retrato feo como él solo. Y si no tuvo prisa por terminar de pintar a una familia real que a nadie interesaba salvo a Patrimonio, menos la tuvo una vez cobrado el trabajo. En diciembre de 2014, bajo presión y chapuceramente terminado, Antonio López entregó el retrato. Patrimonio Nacional, aprovechándose ahora de la mala memoria de los demás, y con absoluto cinismo, nos presenta en su web oficial el cuadro diciendo que López, ‘tras veinte años de delicado trabajo (…) puso punto final a uno de los procesos creativos más intensos de toda su carrera’.

“Pues bien, ese cuadro no lo quiere nadie y no hay dónde ponerlo. Es un ‘pongo’. La familia de Juan Carlos I es tal desastre de marco para adentro y de marco para afuera que lo mantienen en un lugar discreto, donde pase más desapercibido, en el Salón de Alabarderos del Palacio Real. No han tenido los suficientes perendengues de colgarlo en la Galería de las Colecciones Reales, que es donde debería estar para avergonzarles a todos: a los de Patrimonio, por usar nuestro dinero para semejante mamarrachada; a López, por su caradura y su desidia; y a los cinco borbones que aparecen en el retrato, porque ya no se conocen ni ellos. Contemplar en 2014 a esa familia con aquel aspecto antiguo, de principios de los noventa, fue un espectáculo innecesario, pero a la gran mayoría le dio igual. Que se hubieran tirado a la basura 300.000 euros por aquel retrato tan risible y tan fuera de tiempo, no parece doler a los ciudadanos. Deben creer que el dinero lo ponen los noruegos. (…)

“Si Patrimonio dejara de hacer tanta genuflexión a esta familia y levantara la cerviz, quizás se le ocurriría hacer una expo de la única reina de España verdaderamente profesional, culta y honesta que ha tenido este país en los últimos tres siglos. Se llamaba María Victoria y era la consorte del rey Amadeo I de Saboya. Apenas reinó dos años, pero en ese tiempo hizo más que todas las demás juntas y fue la única que dio más de lo que recibió.

“Pero, claro, ella no era borbona, y a los de Patrimonio solo les gustan los borbones, por nefastos que sean y hayan sido. Si los serviciales funcionarios de Palacio y los lectores que hayan llegado hasta aquí quieren ilustrarse sobre ella y aprender a reconocer a una reina consorte honrada y comprometida, les sugiero la lectura de ‘La reina de las lavanderas’, de Carmen Gallardo. María Victoria sí que merece una serie y una exposición para ‘difundir aspectos menos conocidos de su vida y destacar su papel institucional’. Ya se han ocupado durante siglo y medio de que los españoles no la conozcamos, porque dejaría muy pequeñitas a todas las demás consortes de los borbones, esas que no han hecho absolutamente nada digno de mención y cuyos ‘aspectos desconocidos’ prefieren ocultarlos”.

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