Las elecciones de la “omertá”.
En la retaguardia, Rajoy y Rubalcaba
ya han conversado sobre este particular en alguna de sus charlas telefónicas,
mucho más frecuentes e intensas de lo que algunas versiones sugieren. “La
corrupción es corrososiva –escribe en Vozpópuli José Alejandro Vara, bajo el
título ‘Las elecciones de la 'omertá': (pacto de silencio PP-PSOE para ocultar
la corrupción’)–, alimenta el escepticismo, enloda no sólo a la clase política
sino a todo el statu quo. Es un elemento desestabilizador. PP y PSOE, las dos
formaciones mayoritarias que hace 35 años establecieron las bases de nuestro
actual sistema, pretenden ahora paliar sus nocivos efectos. Ambos partidos
comparten escándalos y responsabilidades. Amén de preocupaciones. Y, con la
llegada a las urnas, algunos protagonistas o acontecimientos recalcitrantes se
han caído de la actualidad política. En mítines o debates, apenas salen a
colación referentes tan 'familiares' para la opinión pública como Bárcenas, Gürtel, ERE
andaluces, financiación en B, sobresueldos... Soraya Rodríguez,
habitualmente algo despistada, se saltó el terreno acotado, ignoró el pacto de
silencio. Pero el propósito de los jerifaltes del PP es que no vuelva a
ocurrir. Nuevos episodios de corrupción
engrosaron, en la precampaña, el nutrido inventario de los escándalos. Los
sobrecostes de Adif en la construcción del AVE a Barcelona, con el estrambote
de detenciones de altos técnicos de Fomento; los falsos cursos de formación de
Málaga; una variante manchega de Filesa; un presunto soborno a Marcelino
Iglesias, expresidente de la comunidad aragonesa... Los medios informativos
dejan constancia de las novedades pero, ahora, apenas encuentran un hueco en el
debate político, el mítin o el discurso. PP y PSOE, súbita e inopinadamente, se
han olvidado de mencionar estos 'affaires' que hasta hace unos meses
monopolizaban el día a día de la contienda política. De la corrupción no se
habla, es un hecho constatado. La desafección de los votantes, el fantasma de
la gran abstención, el desapego hacia la clase política, el desprecio por las
actuales estructuras de nuestra peculiar democracia producen inquietud en los
dos grandes partidos. De ahí el pacto Rajoy-Rubalcaba, y su determinación de
congelar y ocultar en paralelo, los reproches y las acusaciones mutuas. Este
pacto de silencio ha dado paso a una especie mucho menos contrastada pero que
circula en forma vertiginosa. La del vaporoso preacuerdo alcanzado entre los
dos líderes para suscribir un acuerdo de Gobierno al estilo de Merkel
y los socialdemócrartas en Alemania. Llegado el momento y ante una situación de
debilidad institucional, esta posibilidad sería una opción muy bien vista tanto
en determinados despachos empresariales, en algunas embajadas e incluso en el
propio Palacio de la Zarzuela.
¿Lo uno lleva a lo otro?. La 'omertà' sobre la corrupción puede ser la
antesala de la 'gran coalición'. Ni Moncloa ni Ferraz quieren oír hablar de
eso. Pero se habla”.
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