Calvià, bajo el invierno más largo de su historia.
Calvià, el municipio mallorquín
con 60.000 plazas hoteleras (el 21% del total de la isla) que vive
especialmente del turismo, está seriamente agravado por la pandemia que le ha
arrancado su principal fuente de ingresos. Cerrado el flujo de visitantes por
las restricciones de movilidad, el municipio ha quedado huérfano de ingresos y
de empleos directos e indirectos y sin apenas ingresos.
Así lo contaba hace una
semana Iñaki Moure en el Diario de Mallorca: “Manoli, por ejemplo, vecina de
Santa Ponça, vive con su hija de 18 años, gracias a 200 euros que gana al mes,
haciendo equilibrios sobre un alambre. Y, tras verse obligada a dormir un par
de días con su hija en la playa y de pernoctar en casas de amigas, cuenta que,
desde hace tres meses, vive metida de okupa en una vivienda de Santa Ponça,
propiedad
de un banco. Las dos comen gracias a la tarjeta de ayuda de alimentos que les
da mensualmente el área municipal de Servicios Sociales y a la aportación que
les hace la Asociación de Empresarios y Trabajadores de Calvià (Emytra), cuya
división social se encarga del reparto de comida entre los más necesitados. Manoli
explica que ha intentado llegar a un acuerdo con la comunidad para pagar el
agua, pero le han dicho que no. Cuando se tienen que duchar, madre e hija
recurren a la casa de alguna amiga”.
Es sólo un ejemplo de
este “rico” municipio que fue durante la expansión del turismo y que ahora pasa
el “el invierno más largo de su historia”. El ayuntamiento de Calvià ha dado 4.003
ayudas de urgente necesidad entre el pasado 16 de marzo y el 16 de noviembre,
por un importe de 1,1 millones de euros, de las cuales un 90% son para
alimentación. Ese presupuesto se ha llegado a multiplicar por seis si se
compara con el de 2019. Paralelamente a la acción institucional, la sociedad también
se ha movilizado. El objetivo: que nadie pase hambre en el que una vez fue
considerado municipio más rico de España. Tejiendo complicidades a través de
las redes sociales y del boca a oreja, el Manuel Mas y otros colaboradores se
dedican al reparto de comida, una acción que realizan como parte de la división
social de Emytra.
Mas no quiere que se
personalice esta iniciativa. “Esto lo hacemos entre todos”, explica. Una
iniciativa en que, agrega, participan una veintena de negocios donde se recogen
alimentados donados; restaurantes que destinan una parte del precio del menú
para comprar productos perecederos; fotógrafos que dan un porcentaje de sus
trabajos para fines solidarios; y clubes de fútbol y fútbol sala que se han
coordinado para que los asistentes, en vez de pagar entrada, paguen aportando
alimentos. “En el municipio, hay una ola de solidaridad. Todo el mundo se está
moviendo”, destaca Mas, con quien se puede contactar por mensaje de Facebook.
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