Una Semana Santa con miles de alemanes (en Baleares y Canarias) y de franceses (en Madrid).
A mediados de marzo, el Gobierno alemán eliminaba a Baleares de los territorios considerados de alto riesgo de contagio. Y miles de turistas alemanes han volado estos últimos días a Mallorca, para disfrutar de sus vacaciones de Semana Santa, a pesar del aumento de los contagios en el país germano y las advertencias para que no lo hiciesen. Mallorca, destino vacacional por excelencia para los alemanes, así como Canarias, dejaban de ser consideradas zona de riesgo, según anunciaba el Instituto Robert Koch (RKI). Baleares, junto con Canarias, se quedaban fuera de los cierres perimetrales para las vacaciones de Semana Santa. A los turistas alemanes se les abría la posibilidad de viajar a las islas durante este periodo, lo que sin duda contribuiría a la reactivación turística, con la vuelta de uno de sus principales mercados emisores. La noticia fue bien recibida por la Asociación Alemana de Viajes (DRV), que vio con muy buenos ojos esta decisión. “Con el levantamiento de la advertencia de viaje para las Baleares, no solo mejoran las perspectivas de los turistas en Semana Santa, sino también las perspectivas para las personas que viven en zonas vacacionales”, se apuntó en Nexotur. No obstante, para DRV esta noticia no debía llevar a relajarse. La Asociación afirmó que se “deben cumplir absolutamente con las medidas de seguridad e higiene que aún se aplican”, destacando que los operadores turísticos y los destinos, así como las aerolíneas y muchas otras empresas, desarrollaban conceptos de higiene y seguridad para minimizar el riesgo de infección durante el viaje. Y para garantizar una mayor seguridad, fijaron los paquetes turísticos como “la forma más segura de viajar”. Pese a ello, la canciller alemana, Angela Merkel realizó un nuevo llamamiento pidiendo no viajar salvo que fuese absolutamente necesario, incluso durante las vacaciones de Semana Santa, debido al gran repunte de contagios que sigue viviendo el país. “Estamos en la tercera ola –señaló la líder alemana– y la situación es grave”. Y pidió no viajar salvo que fuera absolutamente necesario. Consejo que llegaba un poco tarde, cuando miles de alemanes, invitados por las agencias de turismo, ya habían vuelto a viajar a las islas.
El gobierno alemán quería aprovechar los días de Pascua para romper el crecimiento exponencial de la tercera ola a través de una reducción muy importante de todos los contactos durante varios días. Merkel aseguraba que “el Jueves Santo, 1 de abril, y el Sábado de Pascua, 3 de abril, debían ser días de descanso con amplias restricciones de contacto”, insistiendo en “quedarnos en casa” durante los cinco días de fiesta. Y, cuando el país acababa de iniciar una ligera fase de desescalada durante las últimas semanas, todo hacía entrever que, hasta el 18 de abril, fecha en la que previsiblemente concluiría el confinamiento en el país, las medidas restrictivas se irían endureciendo a medida que siguiesen aumentando los contagios. Por el momento, las reuniones privadas solo podían celebrarse con un máximo de cinco personas de dos hogares diferentes, con todos los comercios no esenciales cerrados. Únicamente las tiendas de alimentación podían abrir el día 3 de abril. Por otra parte, en el Reino Unido no se permitían los viajes al extranjero hasta el 17 de mayo y el gobierno de Boris Johnson decidía introducir nuevas medidas para reforzar el cierre, multando con cerca de 7.000 euros a aquellos británicos que decidían salir del país por motivos de turismo antes del mes de junio. Y el ministro de Salud británico, Matt Hancock, vislumbró un “aumento de casos en algunas partes de Europa y nuevas variantes por lo que era muy importante proteger el progreso logrado en el Reino Unido”.
Enrique López pidió la movilización de la Policía para controlar tanto a españoles como a extranjeros.Angela Merkel realizó un nuevo llamamiento, pidiendo no viajar salvo que fuese absolutamente necesario, incluso durante las vacaciones de Semana Santa, debido al gran repunte de contagios que el país seguía viviendo. “Estamos en la tercera ola, y la situación es grave”, señaló la líder alemana. Para el gobierno alemán el archipiélago español se quedaría fuera las vacaciones de Semana Santa. Pero los turistas alemanes tenían la posibilidad de viajar a la isla durante este periodo, lo que sin duda contribuiría de gran manera a la reactivación turística balear, con la vuelta de uno de sus principales mercados emisores. Lo mismo que los franceses cuyo número de turistas seguían viniendo a Madrid. El consejero de Justicia, Interior y Víctimas de la Comunidad de Madrid, Enrique López pidió la movilización de la Policía Nacional para controlar que tanto los españoles como los extranjeros cumplieran las normas establecidas. En una entrevista en RNE, López explicó que la Consejería de Sanidad “no es partidaria” de cerrar el interior de los establecimientos de hostelería, ya que su estrategia trataba de “preservar y proteger la salud pública manteniendo la actividad económica”. Según él, no se trataba de un problema de restricciones sino de cumplimiento de las restricciones. “Lo que no podemos hacer es fomentar más las restricciones bajo el pretexto del incumplimiento por parte de algunos ciudadanos”. En cuanto a las aglomeraciones de jóvenes incumpliendo las medidas de seguridad en las calles de Madrid, apeló a la responsabilidad individual. “No podemos colocar un policía en cada puerta de cada local, tenemos que confiar en nuestros ciudadanos. Pero, aun así, hay que pedir más esfuerzo por parte de las Policías Locales y un mayor grado de compromiso por parte de la Delegación del Gobierno con el uso de la Policía Nacional”. López no dejó de tildar de “incongruencia” que los madrileños no puedan ir a Canarias, pero sí a República Dominicana, y, en cuanto a la llegada de extranjeros a Madrid subrayó que “no se trata de demonizar el turismo, como hace la izquierda radical maltratando la marca de Madrid”.
A principios de esta
semana, Díaz Ayuso sostenía que su problema no era si un francés acudía a la
región “a beber” sino si venía contagiado. “No se puede trasladar la idea de
que Madrid ahora mismo es turismo de borrachera cómo lo están vendiendo, algo
que es insensato. Si se estudia cuántos gastos están aplicando nuestros
turistas a los museos o a los comercios de Madrid se verá que el turista no
solo viene a emborracharse, eso es un tinte un tanto xenófobo y un tanto
ofensivo”, recalcaba la presidenta. Y su gobierno lanzaba un nuevo anuncio
sobre la forma de vida de la gente en Madrid, animando a seguir “madrileñeando”
por “tiendas y bares”. Desde la Puerta del Sol, la presidenta incidió en la
estrategia electoral de defender –frente a las
restricciones de toda Europa–, la opción de ’vivir a la madrileña”, aunque ello
convirtiese a la región en la capital del “turismo de borrachera” –en gran
parte por la llegada de numerosos turistas franceses con ganas de “fiesta”–.
Cabe resaltar que el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas contaba con el mayor
número de operaciones programadas en toda España para la Semana Santa, al
contabilizar 3.700 vuelos, de los que 2.062 eran internacionales. Pero el
pasado miércoles, dos días después de que la presidenta de la Comunidad de
Madrid animara a seguir “madrileñeando” a los franceses”, el presidente galo,
Emmanuel Macron, anunciaba nuevas medidas para hacer frente a la expansión del
coronavirus, entre ellas el cierre de escuelas y guarderías durante las
próximas tres semanas. Pero, a diferencia de Francia, en Madrid el toque de
queda era a las 11 de la noche (frente a las 19 horas de Paris) y la hostelería
permanecía completamente abierta hasta esa hora con algunas pequeñas
limitaciones de aforo, que en pocas ocasiones se cumplían.
El Gobierno Ayuso se enorgulleció de haber ofrecido las medidas más laxas de Europa para paliar la situación sanitaria. Todo ello, a pesar de ser la región española (a excepción de Navarra) que acumula el mayor número de contagios. Ayuso sostuvo que su problema no era si un francés acudía a la región “a beber” sino si venía contagiado. “No se puede trasladar la idea de que Madrid ahora mismo sea turismo de borrachera cómo lo están vendiendo, algo que es insensato. Si se estudia cuántos gastos están aplicando nuestros turistas a los museos o a los comercios de Madrid se verá que el turista no solo viene a emborracharse, eso es un tinte un tanto xenófobo y un tanto ofensivo”, recalca la presidenta quien anima a seguir “madrileñeando” por “tiendas y bares”. Desde la Puerta del Sol se incide en la estrategia electoral de defender –frente a las restricciones de toda Europa–, la opción de ’vivir a la madrileña”, aunque ello convierta a la región en la capital del “turismo de borrachera” –en gran parte por la llegada de numerosos turistas franceses con ganas de “fiesta”–. En el polo opuesto se encuentran, entre otros, Más Madrid. Su candidata a las elecciones autonómicas del próximo 4 de mayo, Mónica García, es una de las más críticas con la estrategia que Ayuso está siguiendo frente a la pandemia. En esta línea, García pide a la presidenta autonómica que apague el cartel de “covid free” en Madrid y le acusa de fomentar el “turismo de borrachera”. La polémica también llega al Gobierno Central, a quien Ayuso insiste en culpar de estos contagios por “no controlar” las entradas por el aeropuerto de Barajas.
Y mientras oleadas de franceses continúan visitando Madrid –cubata en mano–, millares de alemanes volaron a Mallorca durante la Semana Santa para disfrutar de unos días de sol y playa. Algunos de ellos lo hicieron “casi en secreto”, desoyendo las recomendaciones del Gobierno alemán. El diario Frankfurter Allgemeine lo ejemplifica en una frase: “Ira en Alemania por las vacaciones de Semana Santa en Mallorca”, de ahí que algunos turistas sintieran cierto cargo de conciencia, pero no la mayoría, a tenor de los miles de alemanes que ya han llegado a la isla, según recogía el Diario de Mallorca. Del viernes al domingo antes de la Semana Santa, Son Sant Joan recibió a 24.584 viajeros, de 219 vuelos que llegaron. El sábado aterrizaron en el aeropuerto 60 aviones, principalmente de Fráncfort, Múnich, Hannover, Düsseldorf y Stuttgart. Y el domingo lo hicieron otros 70 vuelos más, provocándose concentraciones de pasajeros en los filtros aeroportuarios donde debían mostrar su prueba diagnóstica negativa. En total, 130 vuelos durante el fin de semana. Tan sólo la aerolínea Eurowings voló 44 veces desde nueve aeropuertos alemanes entre el sábado y el domingo. “No compartimos con nadie nuestros planes para ir de vacaciones a Mallorca”, afirmaba una pareja de Fráncfort, con cierto cargo de conciencia, al periódico alemán a Die Welt. “Hay bastantes personas que se lo tomarían mal”, reconocen. “Muchos se esfuerzan por cumplir con las medidas y las recomendaciones del Gobierno, por eso preferimos ni siquiera subir fotos de Mallorca a Instagram”. Alemania buscó una fórmula legal para poder prohibir los viajes de ocio al extranjero durante esta Semana Santa, aunque la canciller Angela Merkel admite que existen “notables problemas legales” para hacerlo. El Gobierno estudió la posibilidad de prohibir temporalmente los viajes internacionales no esenciales ante la alarma generada por el boom de reservas a Mallorca y el aumento de los contagios. Sin embargo, paralelamente, Alemania dijo que admitiría que los alemanes que regresen a casa de sus vacaciones pudieran aportar tanto un test PCR como una prueba de antígenos, cosa que reducía considerablemente el coste de este requisito.
Balearesy Canarias no obligarán al uso de las mascarillas en la playa, si hay distancia.La actualización del decreto de 'Nueva normalidad', que entraba el pasado miércoles en vigor, no gustó a todos y algunas regiones informaron que mantendrían la normativa que ya tenían vigente, como Canarias y Baleares. En el nuevo decreto, el Gobierno actualizó la norma estatal y endureció las normas de uso de la mascarilla, que pasaba a ser obligatoria en todos los espacios públicos (cerrados y al aire libre) independientemente de la distancia. De esta forma se obligaba a llevar mascarilla en la playa, la piscina o el campo, aunque se mantuviese la distancia de seguridad. Solo estaban exentos los menores de 6 años y las excepciones previstas en la normativa como personas con enfermedades respiratorias, dependientes o con problemas de conducta. Muchas comunidades endurecieron ya el año pasado la norma estatal imponiendo el uso de las mascarillas sin tener en cuenta el distanciamiento social, incluso en las playas, pero se permitía tomar el sol sin ella y se exigía una distancia mínima entre diferentes grupos. Con la nueva normativa estatal la playa o cualquier otro entorno al aire libre, la mascarilla es obligatoria en todo momento (salvo al nadar), pero el Gobierno canario y el balear anunciaron mantener su normativa autonómica, acogiéndose a un apéndice que contempla el nuevo decreto publicado en el BOE: “Cuando el uso de la mascarilla resulte incompatible con la propia naturaleza de las actividades con arreglo a las autoridades sanitarias”. Las dos autonomías apelan a esta excepción al considerar que los gobiernos autonómicos son “autoridades sanitarias” y, por tanto, deciden seguir con su ley autonómica, que en ambas comunidades exime de la mascarilla para tomar el sol o al estar en la toalla siempre que se respete la distancia de seguridad con los grupos de personas no convivientes.
Pasajeros saliendo del aeropuerto de Palma.La Semana Santa y la llegada de la cuarta ola dibujan con nitidez las incoherencias de las políticas que las Administraciones están impulsando para frenar los contagios de la covid-19. Pedro Gullón, epidemiólogo y miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), expone en el reportaje de Alejandro Tena, inserto en Público (‘El aumento de turistas en Semana Santa resalta la incoherencia de las restricciones a las puertas de la cuarta ola’): “Todas estas imágenes generan mucha contradicción. No sé hasta qué punto la llegada de turistas podrá tener un impacto epidemiológico real, pero para la opinión pública se transmite una falta de coherencia que tiene mucha importancia”. Todo ello, además de la sensación de injusticia que pueda quedar en parte de la ciudadanía, puede llevar a algunos a relajar las medidas de seguridad por puro hartazgo. Al final, con esta sensación de 'por qué ellos pueden venir si a mí no me dejan moverme, alguien que esté pensando en ir a ver a sus familiares puede optar finalmente por viajar”, reflexiona el experto. Para Pepe Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, estas decisiones no sólo pueden influir en que un ciudadano termine optando por saltarse el cierre perimetral de la ciudad en la que vive, sino que pueden generar cierto “descrédito” en el conjunto de medidas que las Administraciones vayan adoptando para cortar la trasmisión del virus en un momento crucial. “No podemos asegurar con cuánta intensidad va a venir la cuarta ola, pero sí sabemos que va a venir porque en las últimas semanas la incidencia ha estado subiendo”, alerta. La incidencia acumulada a 14 días ha pasado de los 128,71 casos por 100.000 habitantes que había antes del puente de San José a los casi 150 casos por 100.000 habitantes en la víspera de la Semana Santa. Alejandro Tena nos recuerda que, en los últimos días, con la tendencia de contagios creciente y los cierres perimetrales afianzados, el Gobierno no ha tomado ninguna medida para prevenir la llegada de turistas europeos de países donde la incidencia del virus se mantiene por encima de los niveles de riesgo. “La idea es que se imponga a quienes vienen de zonas con alta incidencia una cuarentena y una prueba de PCR. Si de lo que se trata es de proteger a la gente, haciendo compatible la libertad de movimiento con la salud, es lo que debemos hacer. Pero al final, lo que se demuestra es que se están tomando decisiones pensadas en el turismo y en la economía”, le explica el experto en Salud Pública, que considera que la Comisión Europea debería haber tenido un papel mucho más crucial a la hora de orientar a los países a tomar este tipo de decisiones.
La economía española, en la que el turismo y la hostelería tieneMartínez del Olmo, experto en Salud Pública, en la actualidad el debate debe girar ‘más que en torno al castigo, en torno a la educación’.n un peso preponderante, se ha convertido en un condicionante de peso a la hora de imponer una mayor severidad en las restricciones contra la epidemia. Esto tiene consecuencias importantes en la curva de contagios. ‘No es casualidad que los países más vulnerables a etapas de vacaciones y crecimiento de la movilidad sean los que tienen mucho peso turístico; como Italia, Francia o España’, analiza Gullón en el reportaje de Alejandro Tena. “La capacidad económica de un país para resistir el impacto de medidas restrictivas es importante y los sistemas productivos del sur de Europa están muy condicionados. Por ejemplo, Austria puede permitirse restringirlo porque no tiene un gran peso en la economía y eso hace que sea más fácil para ellos aplicar restricciones. Esto ha creado un eje que divide Europa en países exportadores de turistas y países importadores de turistas, que son los que se ven más vulnerables. Estas diferencias económicas se ven también dentro del propio país, donde la población con mayor número de ingresos tiene una mayor capacidad de saltarse las normas debido a la cuantía de las multas. En los últimos días se ha visto como futbolistas y otras personalidades se saltaban el cierre perimetral para viajar a zonas turísticas exponiéndose a sanciones de 600 euros que, en proporción a sus ingresos se prestan irrisorias. Así, dentro de un clima de hartazgo por la llegada de turistas y las limitaciones a la movilidad de los ciudadanos, las noticias de élites escapando de sus residencias para disfrutar de vacaciones son más leña al fuego para el descredito de unas normas que, a las puertas de la cuarta ola, resultan esenciales. Esta coyuntura ha llevado a reabrir el debate de una reforma legislativa que permita aplicar sanciones en proporción a las rentas del infractor. Para Martínez del Olmo, experto en Salud Pública, en la actualidad el debate debe girar ‘más que en torno al castigo, en torno a la educación’. A su juicio, ‘necesitamos una estrategia informativa que acerquen los muertos a las personas, que se sepa que detrás de los números había vida’. El hecho de que en periodos vacacionales como la Semana Santa –cuando más riesgos de que incremente la movilidad y las restricciones se puedan saltar– no se dé información sobre la evolución de la pandemia es una forma indirecta de ‘normalizar’ la elevada mortalidad diaria. ‘No es razonable, nos da la sensación de que la pandemia se está acabando y lo que necesitamos es trasladar la realidad constantemente’, zanja.
Gerardo Tecé, en su artículo “Bolsonara frente al espejo” publicado el pasado miércoles en TCXT, explica que tuvo que llegar Hacienda para sacar a Al Capone de su plácida normalidad delictiva y tuvieron que llegar unos franceses borrachos a Madrid gritando que aquello era la Tierra Prometida para que Díaz Ayuso se sintiese, por primera vez, incómoda frente al reflejo de su propia gestión política. “Como buena practicante del alt-right trumpista, Díaz Ayuso llegó a la gestión de lo público apostándolo todo al nacional-propagandismo y nada a la gestión. Sin imaginar que, a veces, las montañas de propaganda se te pueden derrumbar encima. La avalancha de turistas europeos de borrachera por Madrid no supone tanto una amenaza sanitaria –todos los vuelos europeos, incluidos los que pasan por aeropuertos gestionados por el socialcomunista Sánchez, exigen PCR negativa– como la constatación de una increíble anomalía que traspasa fronteras: Díaz Ayuso ha convertido el Madrid azotado por la pandemia, el de las tasas insoportables de mortalidad en el último año, en la capital europea de eso que ella llama libertad y la comunidad científica ocurrencias peligrosas en mitad de una emergencia sanitaria. Algo así como, en pleno verano de incendios, convertir las estaciones de bomberos en parques de atracciones para locales y visitantes: exótico, original y divertido, sin duda; pero también suicida. Los miles de franceses que invaden el centro de Madrid botella en mano suponen un problema para Díaz Ayuso por varios motivos. El primero y fundamental es que ponen cara, ante la sociedad española, a ese concepto vacío de contenido y prostituido cuando es usado por la ultraderecha: la libertad. El segundo es que, en mitad de su diógenes propagandístico, Díaz Ayuso no tiene ya argumento que se sostenga en esta huida hacia adelante, en este pulso continuo contra la comunidad científica y el resto de presidentes autonómicos. Hoy, la Ayuso que ha convertido el drama sanitario en el festival de referencia europeo, un día les da la bienvenida a los jóvenes de borrachera y al día siguiente carga contra el Gobierno central por su llegada. El tercer problema para Ayuso es un problema de marco: con el éxodo de franceses gritando libertad y dos bolsas de hielo, a la presidenta de Madrid le desaparece ese marco nacional-propagandístico tan pequeñito y local en el que ella se mueve cómoda presentándose como la guardiana de las libertades robadas por el socialcomunismo. Un marco que ahora se cae, a no ser, claro, que la canciller alemana Ángela Merkel, el presidente francés Emmanuel Macron y el resto de líderes europeos que no cierran aeropuertos, pero que sí toman las medidas necesarias en este momento, sean también peligrosos socialcomunistas. Llegados a este punto y con las elecciones a la vista, nada es descartable con la Bolsonara ibérica de por medio. Ni que mañana provoque un conflicto internacional con Francia, ni que pasado fiche a Jean Paul, 23 años y amante del Ginebra-Tónica en vaso de tubo, como número 4 de su lista electoral. Por la liberté, lo que haga falta”.
“Que la anécdota no tape lo importante. La consolidación de Madrid como capital europea de fiesta en mitad de una pandemia que golpea el continente es sólo la punta del iceberg de la gestión de Díaz Ayuso. La fiesta llegó a Madrid mucho antes que los franceses. Que Jean Paul comprando una botella de ginebra no nos haga olvidar que Ayuso puso en manos de la hija del privatizador de la sanidad madrileña la medicalización de las residencias. No es necesario recordar como acabó aquello, pero sí que Encarnación Burgueño “flipaba colorines” porque al fin veía cumplido su sueño de tener su propia empresa socio-sanitaria. Que Jean Paul comprando hielo y vasos de tubo no nos haga olvidar que Ayuso, presidenta de la región más afectada por el virus, no sólo se ausentó de reuniones estratégicas anticovid para hacerse fotos propagandísticas, sino que durante un año se ha opuesto sistemáticamente a todo lo acordado por el resto de comunidades del país, incluidas las gobernadas por sus compañeros de partido. En Andalucía, tierra de bares y vida en la calle, gobernada actualmente por el PP, los dirigentes tomaban medidas incómodas incluyendo el cierre parcial de la hostelería con incidencias del virus y mortalidad mucho menores que las de Madrid. “Consenso de todas las comunidades excepto Madrid” ha sido una de las coletillas más repetidas en los últimos tiempos. Que Jean Paul echándose un cubata no nos haga olvidar que Madrid, cimentada sobre los santos pilares de la privatización y el expolio público, mandó hace ahora un año una circular sanitaria dejando sin atención a los mayores enfermados en las residencias porque no había camas ni profesionales sanitarios para ellos. Que Jean Paul gritando borracho Madrid patriaqueridaaa no nos haga olvidar que cada paso dado en el último año por Ayuso y los suyos ha supuesto un pelotazo económico para algunos a costa de la pandemia. La hostelería de Madrid, al contrario que la de otras comunidades autónomas, no ha recibido ayudas directas. Muchos del entorno de Ayuso sí han tenido esa suerte. Que Jean Paul, abochornándonos en el telediario, no nos haga olvidar que, durante este año de pandemia, Madrid ha superado en hospitalizaciones por covid a Cataluña y Andalucía juntas, ni que, siendo la tercera comunidad autónoma en número de habitantes, encabeza el ranking de mortalidad. Que Jean Paul tirado en la acera no nos haga olvidar que el número de madrileños que han necesitado pasar por la UCI durante esta gestión ha sido el doble que en Cataluña. Ni que Madrid afronta unas elecciones encabezando, de nuevo, la clasificación de riesgo extremo por el virus. Hay algo mucho más preocupante que la llegada de cientos de franceses de fiesta a la capital europea del virus: que una de las protagonistas políticas de España en estos tiempos tan duros sea la versión europea de Bolsonaro. En políticas, en ideología, en formas esperpénticas y, sobre todo, en terribles resultados”.
Imágenes, fotomontajes y fotos sorprendentes:
Medalla de oro de Ayuso a Cifuentes.
Un pequeño grupo de fascistas increpó el pasado martes en Coslada al exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, al grito de “fuera la casta de nuestros barrios”. Fue en su primera reunión como candidato a la presidencia de Madrid. Iglesias se encaró con ellos. Varios vecinos también les plantaron cara hasta que la Policía intervino para calmar la situación. Horas después, Iglesias publicaba en su cuenta de Twitter un mensaje muy claro. Sin ningún texto, colgó un vídeo del grupo Reincidentes y su canción: “Nazis nunca más”.
El humor, en la prensa de esta semana: El Roto, Peridis, Eneko, Enrique, Vergara, J. R. Mora, Manel F., Ferranmartin, Malagón, Flavita Banana, Miliki y Duarte…
Pep Roig, desde Mallorca: Todo es según el color..., La economía, ¡Prrrrrrrrffff!, Lo de ahora, La pocilga,La extrema derecha sigue mandando…
Los vídeos de esta
semana:
Las incoherencias de la
Semana Santa: un alemán puede viajar a Baleares, pero un español, no.
Llegan los turistas
alemanes
El regreso de los
turistas alemanes a Mallorca
Polònia - 1/04/2021
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