martes, 2 de noviembre de 2021

El cementerio civil madrileño.

 

Cementerio civil de Madrid.

En los cementerios civiles reposan los restos de personas que conectaron con la paz, que sembraron la libertad, el humanismo y la fraternidad, descansando en un espacio aconfesional. Los franceses aunaron su orgullo nacional en el Panteón de París, donde se puede hacer un recorrido por su historia con personajes civiles como Voltaire, Jean-Jacques Rousseau, Victor Hugo, Sadi Carnot, Émile Zola, Jean Jaurès, Jean Moulin, Jean Monnet, Pierre y Marie Curie, André Malraux, Alexandre Dumas… En el mundo militar, Los Inválidos, con Napoleón a la cabeza es el más conocido de entre los generales, sin olvidar a su último inquilino, Jean Paul Belmondo, comandante de la Legión de Honor.

España ha sido incapaz de ponerse de acuerdo para reunir en un espacio común los restos de aquellas personas ilustres que aparecen en los libros de historia. El “Panteón de hombres ilustres”, ubicado en Madrid junto a la Basílica de Nuestra Señora de Atocha fue un fracasado intento. La intención era que los restos se depositaran en ese espacio cincuenta años después del fallecimiento. La Real Academia de la Historia fue la encargada de proponer una primera lista, allá por 1869 pero no hubo forma de encontrar restos como los de Cervantes, Lope de Vega, Luis Vives, Antonio Pérez, Juan de Herrera, Velázquez, Jorge Juan, Claudio Coello, Tirso de Molina, Juan de Mariana… En la actualidad sólo andan por ahí Manuel Gutiérrez de la Concha (Marqués del Duero), Antonio de los Ríos Rosas, Francisco Martínez de la Rosa, Diego Muñoz-Torrero, Juan Álvarez Mendizábal, José María Calatrava, Salustiano Olózaga, Agustín de Argüelles, Antonio Cánovas del Castillo, Práxedes Mateo Sagasta, José Canalejas y Eduardo Dato.

En definitiva, los restos de las personas ilustres españolas, entre las que la historiografía ha obviado a las mujeres, pueden estar desaparecidos; perdidos en conventos, iglesias, en el exilio u olvidados quien sabe dónde… En Madrid, existe el semiclandestino y mal cuidado cementerio civil, un anexo del Cementerio del Este (luego llamado de la Almudena), construido para albergar en su último descanso a comunistas, socialistas, masones, protestantes, judíos, agnósticos, librepensadores, suicidas… En definitiva, una necrópolis en la que, paradójicamente, vive la tolerancia. Es el lugar de los repudiados por la jerarquía de la Iglesia católica, que selecciona a los suyos, haciéndolos santos y beatos, y desprecia a los que no la siguen., condenándolos al infierno.

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