miércoles, 3 de noviembre de 2021

Nadia Calviño y Yolanda Díaz se comprometen a hablar de "derogación" y no de modificación por partes.

Nadia Galviño y Yolanda Díaz.

Hace unos días, la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, defendió que Pedro Sánchez supervisara la posición del Ejecutivo ante la reforma laboral. Y rechazó que pudiera hablarse de crisis entre los socios de coalición a cuenta de este asunto, insistiendo en la necesidad de hablar con una sola voz. Poco después, las vicepresidentas Yolanda Díaz y Nadia Calviño protagonizaban una escena durante la cumbre hispano-portuguesa, celebrada en la localidad cacereña, que provocó numerosos comentarios al aparecer paseando juntas por las calles de Trujillo (Cáceres) tras las tensiones entre ambas por la derogación o modificación de la reforma laboral. Poco antes, Díaz había tenido un gesto de cariño hacia Pedro Sánchez en su saludo al acariciar con su mano la cara del presidente del Gobierno.

Tras unos contratiempos en la coalición de Gobierno de los últimos días, la relación entre Calviño y Díaz acaparó la atención de los periodistas. El pasado martes llegó marcado en rojo para el Gobierno de coalición. Pedro Sánchez presidió en La Moncloa una de las citas más importantes desde que Yolanda Díaz tomara las riendas del área de Unidas Podemos. Fue una reunión en la que se pretendía fijar la posición del Ejecutivo en la mesa de diálogo social para la reforma laboral. La operación no estaba cerrada, y ambas partes enfrentadas acudieron con el objetivo de conseguir un compromiso por parte del presidente del Gobierno, que es quien decidiría finalmente los términos de la contrarreforma. Sánchez se sentó en el centro, entre Nadia Calviño y Yolanda Díaz. El acuerdo tenía que estar cerrado antes de fin de año, tal y como se comprometió el Gobierno con Bruselas en el plan de recuperación.

Fernando H. Vallas recuerda en El Confidencial que la intención de Díaz fue que Sánchez concretase qué tipo de contrarreforma laboral estaba dispuesto a aprobar en las próximas semanas. Despejar dudas más allá del pacto firmado, en el que se reflejaba que la posición gubernamental en la mesa de diálogo social sería la misma que “los términos del acuerdo de gobierno de coalición”. Este punto era la clave para los morados, ya que, si se respetaba la citada mención, consideraban que serían sus posiciones las que se impondrían y no las de sus opositores dentro del Gobierno. Díaz quería, en definitiva, que Sánchez acabase con la división entre sus posiciones y las de Calviño, que despejase esa incógnita —que era el epicentro de la pugna interna— y, por tanto, que se pusiera fin a la disparidad de criterios. Para Unidas Podemos, la indefinición del Gobierno, evidenciada en público, había provocado que la CEOE endureciera sus posiciones y, por tanto, pasara a tener posturas más enconadas que con un Gobierno de coalición unido no podría asumir. En el entorno de Yolanda Díaz, en definitiva, creían que la irrupción de Calviño en las negociaciones había complicado el avance de las conversaciones.

El equipo de Nadia Calviño tenía una visión muy diferente al de Yolanda Díaz. La vicepresidenta primera había pasado todo el fin de semana con Sánchez en el G-20 de Roma y, por tanto, había tenido tiempo de sobra para hablar con él de la reforma laboral. El sábado, en una posición buscada desde la capital italiana, la máxima responsable económica del Gobierno defendió que había cuatro aspectos esenciales en la reforma laboral que había aún que consensuar. Calviño citó la simplificación de contratos y reducción de la temporalidad excesiva, una adecuada regulación de la subcontratación, el reequilibrio de las partes en la negociación colectiva y el establecimiento de un mecanismo permanente de flexibilidad interna de las empresas.

Sánchez, por su parte, también habló de la reforma laboral desde Roma, antes de poner rumbo a Glasgow para participar en la COP26: el presidente evitó usar el verbo 'derogar'—en el 40º Congreso Federal del PSOE habló, de hecho, de poner “punto y final” a la ley de leyes del PP—, y se pronunció en estos términos: “Eso significará que algunas de las cosas que se hicieron mal en 2012 se reconstruyan. Pero, evidentemente, también lo que debemos hacer es mirar hacia adelante, porque hay una realidad nueva en el ámbito laboral que tiene que ser también respondida por parte de los poderes públicos. Y, en ese contexto, creo que lo fundamental será apelar a la responsabilidad de país del conjunto de los actores sociales…El que podamos llegar a un acuerdo con los empresarios y los sindicatos será también fundamental para lograr esa actualización de nuestro modelo de relaciones laborales”, concluyó. Fuentes de Moncloa matizaron que en “algunas cosas” Sánchez no se refirió al contenido de la reforma laboral, sino al consenso con los agentes sociales.

Finalmente, PSOE y Unidas Podemos cerraron ayer un acuerdo que reafirma su compromiso “con la derogación de la reforma laboral de 2012”. Yolanda Díaz dijo: “Calviño, Sánchez y yo misma vamos a mejorar la vida de los trabajadores. El presidente Sánchez, la señora Calviño, el PSOE, Unidas Podemos y yo misma vamos a acabar con los errores del PP y vamos a mejorar la vida de los trabajadores y trabajadoras de nuestro país”. El comunicado conjunto de los socios del Gobierno, enviado tras la reunión interna celebrada por la mañana y liderada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se compromete a este desmontaje de la legislación laboral del PP “en los términos que establece el acuerdo de coalición y el Plan de Recuperación enviado a la Comisión Europea”.

El ‘ménage à trois’ de Sánchez

El gesto cariñoso de Yolanda Díaz a Pedro Sánchez



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